Un país sin autoestima

En una feria de New Jersey, hace años, un amigo americano me regaló un pin con las banderas de España y Estados Unidos entrelazadas. Por deferencia hacia él me lo coloqué en la solapa. Nadie me hizo comentario alguno hasta que me topé con un español: «¡Qué horterada! —me espetó—, ¡si serás facha…!».