El borrado de la historia es cosa de autócratas. La “Damnatio memoriae” –aunque el término es del siglo XVI- viene de antes de los faraones, pasa por el senado romano, los Césares, los Papas, pasa por la URSS, sigue por los nazis y fascistas. O sea, el que esté libre de pecado que levante la mano.
El PSOE ha emitido un vídeo celebrando el segundo aniversario de las últimas elecciones y su Gobierno. Lo más falaz del video –que no cita ni a socios ni a mayorías progresistas- es que sugiere que los socialistas ganaron las elecciones, cosa incierta. Pero algo tiene cierto interés si lo comparan con el video del año pasado: la desaparición de Begoña Gómez.
Hay que decir que, antes de hacer el ridículo, suprimir el fotograma del video no hubiera empeorado ni su contenido ni la imagen. De hecho, hay sobradas imágenes de Sánchez aclamado y celebrando diversos eventos políticos, sin necesidad de rescatar un plano que, al parecer, le resulta incómodo al socialismo realmente existente.
Entiendo que la imagen sonriente de la señora, junto a Cerdán, los arrumacos con éste y la sombra que la envuelve, puedan ser incómodos. Es inevitable hacerse las preguntas: ¿Molesta ella? ¿Está muy cerca de Cerdán? ¿Ya no está enamorado? ¿Por qué borrar a la señora?
Begoña Gómez ha sido situada a la altura histórica de Trostki. No sé si esto es bueno a malo para la señora. Se recuerda esa foto en la que Lenin arenga a las tropas, Trostki y Kamenev le acompañan en una esquina. Stalin hizo extender el púlpito desde el que Lenin habla y comenzó una larga “Damnatio memoriae”, hasta que ambos desaparecieron de la historia de la URSS.
El problema de Stalin, como el del PSOE, es que existían copias de todas las fotos que el autócrata quiso borrar y no fue difícil reconstruir su presencia ni los hechos.
En suma, más allá de que la maniobra dará para risas políticas y comentarios en decenas, no servirá para nada: Ella y Cerdán se abrazaban, al lado de Sánchez y Montero, observados por la presidenta del partido. Creer en estos tiempos que la cosa funciona como la “Damnatio memoriae” en tiempos de los faraones, solo sirve para que te llamen faraón.
La duda entre catarsis u olvido es típica de la actividad política, a derecha e izquierda. La idea de que hubo trampa es catártica, es pedagógico mostrar y recordar lo que hizo quien debe ser castigado y que, detrás de la mancha negra, quien tenga curiosidad descubra lo sucedido. No consiste en tratar de que no miremos, al contrario, se trata de mostrarlo.
Podemos entender que un video promocional no es el sitio de la catarsis, pero el riesgo reputacional que produce el borrado de la imagen oculta cualquier voluntad de corregir el error.
Begoña Gómez ha ido desapareciendo paulatinamente de la vida pública. El último acercamiento de masas al partido fue el descenso de los cielos junto a Sánchez, en Sevilla, vigilado, eso sí, por Cerdán.
El productor del video ha alterado la lógica de la historia, pretende que la perspectiva sobre el pasado de cualquiera que vea el video traicione la lógica de ese pasado y el sentido que los protagonistas dieron a su comportamiento y sus actos.
Las técnicas de propaganda política no pueden, realmente, ocultar esos patrimonios incómodos que jalonan la vida política. Ese patrimonio ni es intocable ni puede borrarse. Ésa es una actitud típica de todos los populismos y, especialmente, de las tendencias autócratas. Si se desea la sinceridad de que se presume, corresponde su observación crítica.
Cuanto más se intenta borrar o cancelar nuestra historia política, la gente más responde desde su emoción. Esas emociones, probablemente, han sido amortizadas por el tiempo, en el caso de la derecha, pero explican las dificultades de la izquierda para recuperarse del susto más reciente.