Sin noticias (5) de Gurb desde hace 35 años

Seguimos sin noticias de Gurb, 35 años después. La última vez que supimos de él, 25 de agosto de 1990, huía de la lluvia, en un taxi barcelonés, enfadado de nuevo con su jefe y con la apariencia de Marta Sánchez. El 1 de agosto hizo exactamente 35 años que, en un aterrizaje “efectuado sin dificultad”, llegó a Sardanyola. Hasta el 25 de agosto de aquel año seguimos al detalle la atribulada búsqueda que su jefe hacía de él.

El diario El País nos permitió seguir sus peripecias. Antes de ser “el periódico global”, hacía estas cosas. Las mejores mentes del pensamiento y la reflexión española ocupaban sus páginas. Incluso, en un gesto de pluralidad, algunos no tan brillantes pudimos escribir en sus páginas.

Ahora ya no. En el tránsito de “El diario independiente de la mañana” a “el periódico global”, los ilustres opinantes fueron despedidos, la redacción se convirtió al periodismo de trinchera y vicario armado del gobierno, los opinantes son todos de lo mismo.

Aquel diario de la regeneración y el constitucionalismo nos ofrece hoy desde inasibles editoriales “woke” a historiadores prevaricadores que comparan a Cánovas con Pedro Sánchez o afirman que el concierto es cosa federal, sin enrojecer y para pasmo de científicos y conocedores de la financiación autonómica (si me permiten presumir, estoy entre ellos: yo estuve allí, cuando empezó todo. Miembro de la Comisión de Transferencias Aragón–Estado, 1983-1987. ¡Ay, cuando leíamos a Tusell, Fontana, Tortella, por no hablar de Savater u otros!).

Eduardo Mendoza, que ya nos había seducido con varias novelas (Desde La verdad sobre el caso Savolta a La Cripta Embrujada), nos regaló lo que probablemente es la última gran novela por entregas de la literatura española. Una novela llena de humor y acerado análisis que, luego, convirtió en libro, depurando alguna parte que él consideraba propio de la premura de las entregas, siendo uno de los más vendidos de su extensa producción literaria.

No hagan caso a sus dudas, si buscan el libro (Mendoza, E. Sin noticias de Gurb. Seix Barral, 1991) entenderán por qué nunca, acompañado de café, churros y periódico, nadie nos ha dado un verano tan madrugador y de quiosco y de risa solitaria, de esas que hace creer a quien te observa que estás pirado.

Mientras Gurb disfruta de la vida barcelonesa, luciendo palmito y ligando como una “descosida”, su atribulado y torpe jefe le busca por la Barcelona preolímpica.

Una ciudad descosida, entre lo viejo que no muere y lo nuevo que no acaba de nacer. Probablemente, ahora esté pasando lo mismo, entre el moribundo independentismo y lo que no se sabe que debe venir o si se rescatará a los “indepes”, otra vez.

Probablemente, ahora, el “Catálogo Astral Terrestre de formas asimiladas (CATIFA)” no ofrecería la posibilidad al ente extraterrestre de adoptar la figura rubia tipo Marta Sánchez; tendría menos gracia: quizá le ofrecería a Gurb la de “zorra”, “diva” empoderada o, mejor, de diputada “cupera”, vigía de la falange “woke”.

El jefe de Gurb nos descubre, mientras lo busca, solo Gurb sustituía su notable ineptitud técnica y social, parábola de tantos jefes, el final de la Barcelona barrial, la ciudad de compras, la inevitabilidad del amor y sus fracasos, la pasión por las tabernas.

El bar de Don Joaquín y Doña Mercedes, la portera y la vecina deseada, los cómplices que acaban reiteradamente con el comandante de la nave en un calabozo, son personajes que van a desaparecer, justo en el momento en que el jefe de Gurb les llene de dinero: el parné, el maldito, parné. Los personajes de Mendoza anunciaron, hace 35 años, lo de la Generalitat y el Barça: lo cutre solo vive en la ausencia de pasta.

Gurb, al final, se hace encontrar. Siempre ha de ser la fortuna quien nos encuentre, eso sí, si permanecemos afanados. Los que mandan, allí en el espacio, ordenan a la pareja que emprendan un viaje de ochocientos años a un planeta en el que deberán adoptar la forma de gusanos. Demasiado para Gurb: antes Barcelona que gusano.

Los más avisados y sabios ya habrían notado que el título de mis crónicas y las cursivas y comillas de las entradas anteriores eran un homenaje al relato y a Eduardo Mendoza en tan notable cumpleaños. 35 años no son nada, nos consolaremos, pero veremos que sí. ¿Se podría ahora escribir una broma acerada sobre Barcelona o molestaría a la “falange woke indepe”? Tengo dudas.

Yo haré como el jefe de Gurb, tomo el CATIFA, “adopto la forma de Manuel Vázquez Montalbán y me iré a comer a Casa El Puerto”, donde el Quim y la Mercedes, a pedirme unas tellinas, antes de que desaparezcan del Mediterráneo. Se siente. Por cierto, si alguien ve a Gurb, que lo cuente.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.