Sánchez declama la inocencia de su hermano y de su mujer; Lakoff y Klapper apuntan a su culpabilidad

No pienses en un elefante. Juan Berga, desde estas mismas páginas de Off The Record, hacía días atrás un sesudo análisis sobre cómo no se puede usar el lenguaje y el marco mental del adversario para cambiar la opinión del ciudadano. La cuestión es compleja, pero Berga se valía de la obra del afamado lingüista cognitivo norteamericano George Lakoff (No pienses en un elefante. Editorial Complutense, 2007) para subrayar que cuando Richard Nixon dijo, por ejemplo, “yo no soy un chorizo”, todo el mundo pensó que lo era.

Parece que nuestros políticos, al menos los que mandan desde la Moncloa -ni tampoco sus cabezas de huevo-, han leído a Juan Berga, ni mucho menos, por supuesto, a Lakoff, y así, desde su púlpito institucional, Pedro Sánchez acaba de proclamar que su mujer, Begoña Gómez, y su hermano, David Sánchez, contra los que se va a abrir juicio oral por supuesta corrupción, “son inocentes”. Dado que Sánchez es un reconocido mentiroso, si aplicamos la obra de Lakoff a sus palabras institucionales deduciremos que lo que afirma Sánchez es lo contrario de la realidad.

Al referirse a los efectos de determinada comunicación política, Berga centró su análisis en ese opúsculo de Lakoff, pero podría haberse referido también a otros sociólogos y comunicólogos –no exactamente lingüistas cognitivos como Lakoff- para comprender cómo funciona la comunicación de masas. Es decir, cuáles son sus efectos sobre el público en general. En este sentido, podría haber utilizado, por ejemplo, un clásico en la materia, como es Klapper (Joseph T. Klapper, Los efectos de las Comunicaciones de Masas. Biblioteca de Ciencias Sociales, 1974); es decir, cuál es la influencia de determinados contenidos públicos sobre los ciudadanos.

Cierto es que Klapper no era un lingüista cognitivo, como lo es Lakoff, que es un experto en el estudio científico de la naturaleza del pensamiento y de su expresión en el lenguaje. Pero, al final, el resultado parece ser muy aproximado. Al menos en algunos supuestos. Por ejemplo, el ya citado de Nixon, o por ejemplo, y más de actualidad, cuando el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, dijo que en Palestina “no había genocidio” todo el mundo pensó que lo sí lo había. Almeida se había metido en la trampa lingüística de Sánchez. Es lo que le ocurrió también al propio Sánchez cuando en la sede de Ferraz, a la cinco de la tarde, sin comer y en plan blanca palidez, declamó que en su partido ya no había chorizos: todo el mundo supuso que sí los había y que el mentía.

Lakoff es un demócrata y no podía entender cómo los republicanos ganaban sin cesar las elecciones en Estados Unidos. Por eso escribió su opúsculo en el que descubrió que los conservadores USA elaboraron una estrategia adecuada a la sociedad de la comunicación, que es la de la mediatización de la política. Es decir, se adaptaron a las demandas de los medios de comunicación. Pero en España parece que ha ocurrido lo contrario: que los políticos –Sánchez y sus mariachis– han adaptado los medios de comunicación a su discurso y a su relato. Y eso es lo que no funciona.

Aquí es donde entra en juego Joseph Klapper: si le hubieran leído sabrían que es relativamente sencillo impulsar con mayor velocidad un determinado pensamiento cuando ése es el dominante en la ciudadanía, pero que es muy difícil hacer lo contrario; es decir, hacerle variar al ciudadano una línea de pensamiento que en ese momento es dominante por otra línea opuesta o contraria.

De ahí el error de Sánchez, conocido por sus constantes cambios de opinión y su habilidad para ocultar siempre la verdad, cuando declama la inocencia de su partido –un secretario de Organización en la cárcel y otro procesado-, de su mujer –apertura de juicio oral con jurado por uno de los cinco supuestos delitos que habría cometido- y su hermano –procesado y a punto de juicio oral junto a dirigentes socialistas extremeños-. El efecto es el contrario al deseado por el aún presidente del gobierno, sus cabezas de huevo y sus aduladores en los medios de comunicación: Ruiz. Cintora, Fortes y una larga lista más.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.