(En)Sobrados

España vive en un sobre. Celia, contigo acaba todo, nos ha dado un testimonio histórico impagable: sobre con destinatario, remitente y sigla de partido… y con ventanita donde se perciben “chistorras”, “soles” y” lechugas”, billetes en B, gratis total, sobresueldo de felonías diversas.

Tras aquel sobre en blanco y negro de la paga semanal, la modernidad democrática afirmaba habernos sacado de él. Pero a cada escenario económico le ha correspondido su sobre: la exuberancia inmobiliaria volvió a entronizarlo contaminando a fuerzas políticas que ya, en el pasado, habían caído o vivido en la trampa (Naseiro y Filesa, entre otras causas, pertenecían al mundo del hispano sobre).

Se nos prometió que nunca más. Ahora regresa de la forma más cruda: las malas prácticas vienen de la izquierda, arriando la superioridad moral, si es que alguna vez existió tal cosa. Amparando la “vida cutre”, desde la prostitución a las francachelas de amigotes, amparando la venalidad pública. El sobre ha vuelto, pero ahora no camina de corruptor a corrompido, sino de partido a dirigente político. El dirigente político que puede ha logrado la síntesis: es a la vez corruptor y corrupto.

Ahora tenemos fotos, guardadas no se sabe por qué razón. Celia ha fotografiado la menos elegante práctica de blanqueo. La Marca España cada vez es menos sofisticada: sí; borramos metadatos, pero mordemos en sobres.

A ver, sin ánimo de molestar al más ético posible de los partidos políticos: a cualquiera que vaya a un banco a sacar en metálico cantidades similares a las de los sobres de Ábalos, la entidad le pedirá el DNI, una libra de ADN y emitirá raudo informe a Hacienda.

Ningún empresario, profesional o proveedor de servicios nos permitirá pagarle en metálico esas cantidades. Simplemente, está prohibido. También los gastos, que por cierto no pueden ser para varias personas, la ley lo prohíbe, deben documentarse: especialmente, a efectos fiscales.

Todas esas técnicas legales tienen un origen: la preocupación por el blanqueo, el fraude fiscal o el sobresueldo en B, hurtado a la hacienda pública, si esa práctica es la del partido de la ministra de Hacienda, al tiempo vicepresidenta del Gobierno y del partido, estamos en un lío. Cuando aparece un sobre, aparecen indicios de cositas, ustedes me entienden.

Si las cuentas cuadran, cómo no voy a creerme al PSOE y sus portavoces, faltaría más, es que se ha recurrido a pagos en B y se han reconocido tácitamente. ¿Solo el secretario de organización? ¿Qué banco ha dado esas cantidades en metálico? ¿Su origen son las subvenciones públicas? ¿Solo Ábalos o también Cerdán u otros? ¿Se ha informado a Hacienda de estos pagos? ¿Si es así, por qué no se abrió expediente fiscal al exsecretario?

Las malas prácticas no dejan de abrumar a un partido incapaz de crear ya legislatura política. El sobre es el verdadero elefante blanco de Lakoff del que aquí les hablé y con el que tiene que lidiar Sánchez. Lakoff escribió “cuando Nixon dijo no soy un chorizo, todo el mundo pensó que lo era”.

España vuelve a ser un inmenso sobre. Y el socialismo realmente existente había prometido, junto a otras promesas volatilizadas por la ausencia de mayorías, que eso “nunca más” pasaría. No; no es Celia, la remitente ignota del sobre, la culpable y las explicaciones serán, nuevamente, necesarias.

Ya no importa si un juez sanciona de una forma u otra la mala práctica; lo relevante es que el sobre, “las chistorras”, las “lechugas” forman parte ya del marco mental de los españoles.

Y lo que importa es que una vez más, España se encuentra ante la necesidad de reconstruirse éticamente. En esas circunstancias, la alternancia siempre ha sido condición necesaria, pero no suficiente. Lo malo es que no sabemos qué tipo de alternativa se propone para la limpieza y si eso tendrá otros costesicos para la ciudadanía. Pero cuando llegan sobres, la cosa no aguanta excelsos compañeros y compañeras.

España vive en un sobre. Cuando un pueblo vive en un sobre, vive en una caverna donde solo percibe sombras de la democracia. Hasta Platón, que dirigía un Think Tank antidemocrático lo sabía. La solución no es que las sombras se perciban mejor, no es que refuljan los dioses y sueñen en leyendas y canciones que se cantarán sobre ellos junto al fuego. La solución es acabar con la caverna. Ésa es la función de la ética política y la promesa que tuvimos sobre la mesa.

Van muy (en)sobrados los portavoces del socialismo realmente existente acusando a la fachosfera, los productores de bulos, la extrema derecha, los jueces que hacen política, malvadas UCO y compañía, de inventar sus malas prácticas. Podréis vencer, pero ya no convenceréis. Siempre habrá la foto de un sobre, que nos hará pensar en “chistorras” (en muchos sitios sinónimo de chorizo, por cierto): es eso y nada más.

Es lo que hay: los que estamos ensobrados somos nosotros, la ciudadanía que observa herida por el asombro que la realidad es más fuerte y dolorosa que el caos político.

 

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