La caza nacional

Berlanguiano total, oigan. Este país tiene dos grandes republicanos: el Rey Emérito y Pedro Sánchez. Ni Echenique, siempre dispuesto a afilar guillotinas para que rueden las oportunas cabezas, alcanza el nivel de excelencia de los citados. Uno, el Emérito, utiliza para sus propósitos a los amiguetes de pandilla. El otro, puesto que tiene el poder, a la Agencia Tributaria.

Permanecerá para siempre en mi memoria, incluso el día que el tal Alzheimer me alcance, aquella tarde en que la patronal entró a negociar unas cotizaciones y, como no aceptaron la propuesta del gobierno, a la salida, les subieron una décima el impuesto. Suma elegancia gubernativa.

Hay que ganar votos en Andalucía. Así que nada tan poético como acabar con un Rey. La ministra del negocio energético, que no se esconde y no da para versos, dice que espera que la rebaja del gas, menos relevante de lo que se dijo, llegará, espera, antes de las elecciones andaluzas. Es que el mitin final de Sánchez tiene que ser la leche.

En este afán republicano e izquierdista que tanto ayuda a que el PSOE conquiste votos de centro, dicho sea con ironía, hemos sabido que la Agencia Tributaria inquiere sobre quién invita el Emérito a cazar.

Yo, de natural cotilla, también me lo pregunto, pero tras oportuna reflexión he entrado en pánico.

Estimados amigos y estimadas amigas, incluso apreciado cuñado de incalculable generosidad, que todos los veranos me invitáis a oportunas lifaras tras las que arreglamos, primero, el futuro de la izquierda y, luego, el del mundo, con escaso éxito, debo decir: no me invitéis más.

Al parecer, las invitaciones (nunca he sido invitado a una cacería, ya os vale) y los oportunos viajes constituyen un incremento patrimonial que no he declarado. Terrible circunstancia. Recuerdo, con agrado, aquella mañana que mi cuñado me invito a un club de tiro a matar platos (yo, señor inspector solo observé) y luego me invitó a comer, “Cuñao”: Hacienda nos vigila. Nunca más.

La Agencia Tributaria es un ente maravilloso, forma parte de esos héroes públicos de los que siempre debemos hablar bien. Por ejemplo, puedo darles nombre y dirección de una feroz inspectora de la hacienda estatal en Madrid que, desde que se inventó el teletrabajo, despacha en su piso de vacaciones en A Coruña.

Los inspectores de Hacienda son esos señores cuyos sindicatos cavilan, que no conocen, cuánto se puede cobrar a los ricos para luego saquear a los autónomos.

La Agencia Tributaria es ésa que si usted tiene una empresa con otro socio, exonera a su socio reconociendo que hay devoluciones de facturas, pero a usted, que tiene las mismas facturas, le embarga.

La gran Agencia Tributaria es esa que chantajea con penas de cárcel para que la ciudadanía saqueada no recurra a los tribunales.

Grande institución que no tiene otra cosa que hacer que investigar las cacerías del Emérito. Ignoro si el caballero ha aumentado su patrimonio tras su abdicación, si lo hizo ilegalmente que sea castigado. Pero lo de investigar una invitación a cacerías es, simplemente, un atentado a la libertad que no persigue ningún fin hacendístico.

Digámoslo claro, que tontos no somos: mantener un expediente abierto sirve para tres cosas: para que nada pueda ser regularizado, para que nada prescriba y, puesto que no puede ser regularizado, el emérito deberá quedarse fuera de España.

Esto es amenaza, aquí y en toda tierra de garbanzos. Grande la Agencia Tributaria y grande servicio a la causa republicana que deberá ser recompensado con adecuada subida de estipendio a los inspectores.

La caza nacional es el deporte. Y la caza preelectoral la única baza disponible para la izquierda de verdad verdadera. Un poco de vergüencita sí que da.

O sea, si se enfada con Sánchez, le sube el impuesto o le manda una inspección; qué elegancia.

  • https://peregrinomundo1.webnode.es/l/la-caza-nacional/

 

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