La justicia francesa se ha rendido ante las presiones más conservadoras y castrantes y ha prohibido que los menores vean la película Love cambiando la clasificación del polémico film de Gaspar Noé que contiene escenas de sexo no simulado. La sociedad bien_pensante, de almas puras y corazones píos, ha vuelto a quemar a Juana de Arco en la hoguera.
La asociación Promouvoir, que lucha por “la promoción de los valores judeocristianos” y “la obstaculización del incesto, la violación y la homosexualidad”, según sus estatutos, ha liderado esta exitosa campaña para impedir que los menores puedan ver esta película que se estrenó el pasado 15 de julio en las salas francesas como “desaconsejada a los menores de 16 años”, tras recibir el aval del Centro Nacional del Cine.
Pero la campaña de los retrógrados, que coinciden en este punto con los principios más radicales del Estado islámico, fue tan fuerte que el Tribunal Administrativo de París ordenó el 31 de julio alterar esa clasificación y reservar la entrada a los mayores de 18 años porque podía “herir la sensibilidad de los menores”.
Love está rodada en 3D y con actores desconocidos. La protagoniza Murphy, un estudiante de cine estadounidense residente en París que recibe una llamada que le anuncia la desaparición de su expareja Electra, con la que compartió un amor. El protagonista evocará entonces esa relación pasional con todo lujo de detalles, incluyendo tríos sexuales, encuentros en un club de intercambio, una escena en la que interviene un transgénero (criticada por la transfobia del protagonista) e incluso una eyaculación en primer plano.
La retrógrada asociación Promouvoir fue fundada en 1996 por el abogado André Bonnet, próximo al político ultraderechista Bruno Mégret. Desde entonces, ha logrado que la justicia francesa prohíba que los menores vean películas como Ken Park, Saw 3D o la segunda parte de Nymphomaniac.