El miércoles, los representantes de la soberanía nacional tuvieron una enjundiosa mañana dedicada a… la corrupción. España y su personal no nos lo merecemos. De hecho, la aceptación de la moción de censura que encumbró a Sánchez es que la izquierda nos había prometido que esto no ocurriría. Claro que la promesa nos la hizo Ábalos, en la presentación de la citada moción, o sea, ya me entienden.
Ésta, aunque no solo, es la angustia de la gente de izquierdas. Al parecer, la representación política de todas las izquierdas ha decidido abrazar al muerto. Es preferible la corrupción que el triunfo de la derecha. Es el argumentario, algo defensivo, que han aceptado la mayoría de los socios, con la excepción de Podemos y la duda del PNV –que en realidad es más postureo que duda-.
Tampoco nos merecemos el “y tú más”, lleno de barro, en el que se ha convertido el Congreso. Uno tiene memoria, sabe lo que pasó hace años. Pero ahora hablamos de “lo de Sánchez”, que se queda, dice, para hacernos un favor.
Y nos ha traído quince medidas, quince ni más ni menos, que no están pactadas con la OCDE, como la propia organización ha dicho, sino que, después de alguna subvención, un técnico ha dado unas ideas, probablemente a Sumar. Porque las propuestas son para que la vicepresidenta volviera a respirar y redujera su enfado.
Quince medidas que merecen tres comentarios. Uno, evidente, ninguna de ellas hubiera impedido el caso Cerdán. Dos, que los jueces ya condenan, la fiscalía anticorrupción existe y si los fiscales instruyeran hubieran liberado a los imputados de Sánchez, empezando por el Fiscal General, reprendido, por cierto, por la Unión Europea, en su informe sobre el Estado de Derecho.
La tercera reflexión tiene menos gracia. Transfiere a los demás la responsabilidad, amenazando con castigarnos con cursos de concienciación y, faltaría más, una encuesta de Tezanos. Primera pregunta: ¿es usted corrupto o corrupta? Segunda y tercera pregunta (solo para hombres): ¿El güisqui le gusta con hielo o con putas? ¿Usa usted calzones tipo tito Berni? Se lo han puesto fácil a Tezanos.
En suma, añade más burocracia, una Agencia más, y más lentitud a la contratación pública. Hubiera bastado, por ejemplo, que el tío de la señora Chivite no hubiera enviado debajo de una escalera al funcionario navarro que señaló la irregularidad del contrato estrella de Cerdán para que esa concesión irregular no se hubiera producido. O quizá, que Zapatero no se hubiera pasado por el ministerio para urgir el salvamento exprés de Plus Ultra, tan deseado por el Gobierno de Venezuela y tan sospechoso para los técnicos de la SEPI.
En fin, más de una vez les he contado aquí la “shakesperiana” imagen de Marco Antonio, con el cadáver de César en brazos, dirigiéndose al foro, repitiendo “pero Bruto es un hombre honrado”. Si yo fuera Sánchez, me daría un paseo por la comunicación de la ironía en el siglo XVI: igual lo de Yolanda no es tan prometedor.
En el otro lado de la bancada, el PP ha venido con la adrenalina de su Congreso y convertido el debate en un remedo de moción de censura. El nada con el sanchismo del Congreso pepero del fin de semana se tradujo –tras el ventilador de Sánchez- en una pétrea réplica de Feijóo que no dejo nada reconstruible. No hay nada que el PP vaya a hacer con Sánchez, ni nada que vaya a hacer con sus socios.
Y si me apuran, ni con Abascal, aunque eso siempre dependerá de la tasa de favores políticos que Abascal le haga al PSOE. La astracanada de despreciar el debate no asistiendo a lo mollar, lo de trabajar es para otros, o lo de aprovechar que el Pisuerga pasa por Ferraz para reiterar el asunto de las deportaciones es deplorable.
El PP se ha desmarcado de ese discurso de odio, probablemente delictivo de VOX, pero Abascal ha legitimado los incumplimientos políticos y judiciales del Gobierno en esta materia e, incluso, las prácticas de traslados en secreto de inmigrantes abandonados en las plazas de los pueblos por las delegaciones del Gobierno. Necesitamos la inmigración, necesitamos legalidad y necesitamos abordar, sin estridencias, un problema complejo. Y, desde luego, necesitamos menos odio y menos mentiras.
No es buena para la ciudadanía la ruptura de puentes entre las formaciones mayoritarias. Pero, no le demos vueltas, esto no tiene arreglo y la recomposición política e institucional solo vendrá de unas elecciones, sean cuando sean.
En realidad, las cincuenta preguntas de Feijóo son como las tablas de la Ley, se resumen en dos: ¿Quién y cuándo lo supo? ¿Ha rozado la financiación del partido? Saben el problema: nadie en el PSOE puede dar una respuesta a ambas cosas.
El caso es que los socios le han dado un paréntesis al presidente Sánchez, que se va de vacaciones. Los socios van a comer, están bien. Sánchez solo queda en manos de la UCO. Ya se lo explicó Rufián, haciendo honor a su apellido: hasta la muerte, pero ni un paso más. Rufián ha mejorado nuestro conocimiento: hay corrupción de profesionales y corrupción cutre. Una merece castigo político, la otra no. La del tres per cent no debería merecerlo, ya que Rufián salió en defensa de la derecha catalana.
A los demás nos queda imaginar cual es el coste de mantener a Sánchez en coma, más no muerto. IRPF para Catalunya, Seguridad Social para el País Vasco, algún ayuntamiento para Bildu, pequeñas cositas.
Y aquí estamos nosotros, los decepcionados y angustiados en la izquierda, otra vez, esperando explicación y saber todo lo que hay.
Tenemos la misma sensación que la poetisa canadiense Gwendolin MacEwen, “Hay algo allí en lo más hondo y quieres que te lo cuenten” (Pinos oscuros bajo el agua. Gwendolin MacEwen. El hacedor de sombras. Toronto: Macmillan, 1972). Reconozcan conmigo que lo de “hacedor de sombras” le va al socialismo realmente existente que ni “pintao”.