Una hora menos en Cataluña, a quién le importa

El Consell de la Republica que “no existe, idiota” (*), siempre atento a las necesidades extraordinarias del pueblo catalán, ha debatido y aprobado un asunto de transcendental importancia. Hay que decir que la señora Nogueras ya se había quejado. Estos españoles, si digo que aquí hay fútbol, me hablan de Negreira; si digo que aquí no hay corrupción me hablan del 3%; cuando digo que aquí nunca hubo fascistas ni xenófobos me hablan de Porcioles y de Orriols.

Nena, Porcioles era fascista, pero bailaba sardanas, le recuerda el gran conductor, que viaja en maleteros, experto en huidas y, al parecer, president de Catalunya, actual y futura, según los peloteadores habituales. “No et preocupis, maca, jo t’ho arreglo”, afirma con suficiencia Puigdemont. Y le regala a la maca Nogueras un argumento.

Reúne al Consell de la República que “no existe, idiota” y adoptan una decisión: en Catalunya será una hora menos, sea la hora que sea en España.

Son sabidas varias cosas. La primera, que el huso horario español está equivocado. Ubicarnos en el huso horario de Berlín fue una decisión política de Franco que tiene efectos negativos en nuestro país de diversa índole. Los efectos son más graves, empero, en el Noroeste (Galicia) que en el Noreste (Catalunya), por ejemplo.

Una cuestión, como lo del cambio de hora en verano, que carece de todo sentido, pero que, al parecer, es difícil de modificar. Imaginen al Sr. Puente, cuya prístina belleza debe ponderarse, cambiando horarios en trenes y aviones: la amenaza del efecto 2000 que ustedes recordarán empequeñece ante tal posibilidad.

Que Cataluña tenga un horario distinto al de España es un absoluto desmadre con efectos jurídicos, políticos, administrativos y de todo tipo.

El hecho de que el Consell quiera que Catalunya se retrase respecto a España es una parábola de lo que ocurre. En realidad, ya llevan tiempo retrasados –hoy, sin ir más lejos, el INE ha hecho pública la contabilidad regional de España: Catalunya se vuelve a retrasar en PIB per cápita- y en otras cosillas que podíamos comentar.

Pero el Consell de la inexistente república ha ido más allá en las notables posibilidades que ofrece la medida.

Su presidente, Jordi Domingo, ha planteado que, aunque las instituciones oficiales, los transportes y la mayoría de la población seguirían funcionando con el horario vigente –o sea, que sabe que lo que propone es un sandez-, los particulares o entidades podrían optar por regirse de manera independiente.

O sea, y para que lo entendamos bien: existirá un horario carlista y un horario borbón; un horario “indepe” y un horario unionista. Un horario para los de Junts y un horario para los demás. Cosa que deberá usted saber cuando pida una cita previa en algún ayuntamiento hiperventilado (en realidad, le da a usted igual, no se la van a dar) o quede con una amistad que se haya autoreferenciado como insumisa al horario español.

Quedamos a la espera de que Zapatero se reúna con el fugado, pacten la oportuna proposición de ley que hará feliz a Nogueras y a Podemos que la votará en contra porque sí.

Una vez glosada tan transcendente tontadica que, para qué nos vamos a engañar, no le importa a nadie y que los indepes comentarán bebiendo en el fuego de campamento, los catalanes estarán encantados de financiar a toda esta pandilla, supongo, vayamos a lo que importa: siguen enredando; a pesar del mantra de que todo está pacificado, de los fracasos de las movilizaciones, siguen esperando otra oportunidad.

Mientras el presidente del Consell anunciaba que retrasaba el Sol, el que se cree presidente y el que fue su vicepresidente han anunciado que se presentarán a las elecciones. O sea, un fugado y un inhabilitado desean volver a empezar el inacabado camino. Lo que proponen ambos próceres, en realidad, es una amenaza ante cualquier cambio de Gobierno.

El desdios de Cerdán, Zapatero, Illa y Sánchez lo pagará el que venga: sea él mismo u otro, tras las inevitables elecciones. Aguantar hasta el 2027 se hace bastante improbable ya. ¡Resistencia! Gritan en Moncloa para desmentir al cronista.

En realidad, estamos en la misma cantinela de siempre, jugando a la “pilota”, mientras se pudren las herencias políticas, económicas y sociales que “el procés” dejó a catalanes y catalanas.

Una hora menos en Catalunya. A quién le importa.

(*) “La república no existe, idiota” es una frase pronunciada por un mosso en una manifestación independentista en diciembre de 2019. El mosso fue suspendido y sancionado por la policía catalana. Un juez declaró nulo el castigo.

 

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