Ancelotti me da el día libre: la pasión era esto

Nunca hubo cronista tan obedecido. Apenas les había yo recomendado que dejaran menesteres sesudos para dedicarse al potaje y las torrijas y, antes del jueves a la hora nona, como si prisa hubiere, se pusieron Real Madrid y Barcelona al asunto.

Cierto es que el cronista recomendaba, como corresponde, plato y postre. Pero debí explicarme mal y Carlo Ancelotti y Xavi Hernández decidieron repartirse los platos.

Ancelotti afirma que “subió la temperatura de la caldera”, señal de que preparaba potaje para sus mesnadas. Mientras, Xavi repartió a los suyos una inmensa “torrija”. Xavi, apresurado por ser, como él es, un gran competidor y un esteta del discurso, no leyó bien mi receta. Cosa poco recomendable.

O sea, que la cosa acabó como suele, cuando le dejan a Carlo, amante notable de la gastronomía, y al Real cocinar. Cuatro enormes saetas en abril, empieza la temporada del ensueño, gracias a los cuales Ancelotti nos ha dado el día libre.

La Pasión era esto. Vinicius es como la “rompida” en Calanda, tambor lleno de ruido y furia salvadora. Benzema es como el Cristo de Mena malagueño, dispuesto siempre al salvamento urgente.

Modric viene a ser como la Macarena, haciendo imposibles giros sin que se muevan los varales, a Kross lo veo más como un Salzillo murciano, más pesado, pero muy preciso en los detalles.

Courtois es más como el Cachorro, momentos de súbita belleza. Rodrigo tiene pinta de lanza de Longinos, se sabe que existe, pero nadie lo encuentra. Camavinga es como el Cristo de los Gitanos, procesiona en cualquier parte.

No son en Catalunya muy de la pasión, excepto para sus cosillas ésas del desorden y la malversación atenuada. Acaso un dulce exquisito aquí y allá.

Pero hace tiempo que en la Masía no está el horno para bollos y, presuntamente, hay líos gordos y cajas vacías abundantes. Lamentablemente, no han ensayado la procesión del silencio castellana que, en circunstancias similares, es siempre un buen remedio.

Vale, habrá quien diga que, siendo viejo el Nou Camp, que se renovará al 6%, en gran gestión económica acorde con los tiempos y la corporación que, presuntamente, preside Laporta, acaso falló la wifi y no pudo Joan enviar el correspondiente Bizum a quién, presuntamente, corresponde, Pero este es una fake news, presuntamente, por supuesto.

Es que la pasión, en la vida como en el césped o en las carreras procesionales, es esto: una resiliencia que te permite pasar de nazareno a dios, en tres días, siempre y cuando estés preparado o preparada para el combate.

Ancelotti, italiano y con larga carrera, lo sabía: ahora nos toca a nosotros, afirmó, vistió su capirote y dejó a los del otro lado con cara de perpetuos penitentes o en presunta mantilla. Cosas que pasan.

Cierto es que los nazarenos que jugaban en el césped catalán por llegar a dioses se hirieron más de lo necesario. Es lo que tiene el populismo: si no hieres, no gritas o no odias parece que no le pones pasión a las cosas.

Recuerda Gavi que te responderán a los mandobles que repartes con juvenil energía, como Pablo Iglesias responde a sus antaño afamados y no menos afamadas  colegas.

Los campos de Tebas son muy exigentes; últimamente gritan hasta en Bilbao, antaño tierra, como se sabe, llena de sutileza para las pequeñas patrias y de ruido para las grandes.

Recuerda “Vini” que recibir insultos de las multitudes es cosa de líderes, que requiere de respuestas serenas, más que estridencias. Pregunta, acaso, al nazareno Feijóo que pasa de antipatriota a corsario en el mismo tiempo que tú te haces una carrera.

La pasión en el césped es gran parábola de nuestra vida contemporánea: no importa la verdad, importa el relato. Cuatro goles no son nada si Xavi afirma que jugaron estupendamente y sólo perdieron por detallitos. ¡Ah, ese detalle que es su despido, su prejubilación o su pensión no resuelta por la Seguridad Social! No es culpa de “quién está a cargo del ruido del tren”, solo son detalles.

Los malvados españoles han asaltado, una vez más, con borbónica felonía, las tierras elegantísimas en las que Illa aspira a ser como Pilatos.

Los irredentos resistentes, por muy crucificados que hayan sido, siempre estarán dispuestos a afirmar su resurrección, por mucho que Ayuso se refugie en Bizancio.

Y siempre, en toda pasión, habrá un Papa, con Falcon o sin él, presidente de club, presunto árbitro o arbitrista, sea el telonero de Tamames u otro, que trate de convencernos de que su relato es el que vale. No se dejen convencer: ni en los algoritmos ni en los ADN místicos está la verdad.

Por eso, Ancelotti, que es un sabio, nos ha dado el día libre. Dedíquense a la pasión, si se empeñan serán dioses y diosas. Y si les toca ser nazarenos castigados, cual figura de sufriente trono zamorano, por un poner, séanlo con elegancia, dándole con el exterior, modelo Modric.

 

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