Clase de jurisprudencia para violadas

Una de las fotos contenidas en el sumario.

Una de los fotos contenidas en el sumario.

A ver si te enteras. Para que te violen no basta con aguantar las arremetidas de unos cuantos cafres, uno detrás de otro, aunque tú no les digas que sí, que adelante. Tendrás que lograr que te partan la cara, unas cuantas costillas o vaya usted a saber que más cosas porque sin golpes o desfiguraciones solo habrán abusado un poco o un mucho de ti pero de violación nada de nada. Porque no hay violencia.

Aparte de la integridad y la dignidad sexual te jugarías la vida si propicias la paliza, es verdad, pero chica, es que tienes la jurisprudencia en contra. Elige. Si no lo tuyo, por mucho que te duela o te haya dolido, se queda en un simple abuso. Nueve o diez años de cárcel para los agresores estirando mucho el chicle del Código Penal.

Y para lograrlo lo mejor es que te graben con el móvil y se vea que ellos son muchos, cuanto más mejor, y que te lo hagan un montón de veces. Aunque también hay que tener suertecilla. Porque imagínate que todas las señorías del tribunal que vaya a juzgar lo tuyo se dejan convencer por peritos en violaciones como el magistrado de Navarra Ricardo González, el que tiene gran capacidad para reconocer muy bien lo que son “actos sexuales en ambiente de jolgorio y regocijo”.

Y no le preguntes que si todos los del cuarto oscuro en el que se producen los hechos están de jolgorio y de regocijo, cuando todos dan y una sola recibe “impresionada y sin capacidad de reaccionar” o “con un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor” por lo que decide “sometimiento”. Lo mismo da agresor o agredida, todos de juerga, dice él.

El magistrado sí que lo tiene claro: ella no dice nada y ellos no se llevan ni un arañazo ni una patada en sus partes pues hay que mandarles a su casa y a otra cosa.

Además de suertecilla con los otros miembros del tribunal también vendrá bien que lo tuyo tenga repercusión a tope, mejor, mucho mejor si se produce en largos fiestorros de fama internacional y mucha bebida como Sanfermines o así, que eso luego mete mucha bulla de protestas y manifestaciones en la calle. Que se sientan presionados los de la Audiencia. Eso te evita a lo mejor que se dejen convencer por el susodicho perito en orgías festivas o que por no quedar mal del todo ante semejante clarividencia determinen que todo se queda en simples abusos y castiguen a los acusados solo con uno o dos años, que la jurisprudencia lo permitiría. O sea, el tiempo que cualquier procesando en estos asuntos pasa en prisión preventiva a la espera de juicio.

Otro buen consejo jurisprudencial. Como a estos machitos les gusta luego fardar mucho con los amigos de sus hazañas sexuales y suelen grabarte con los móviles en plena faena, vendría bien que cuando te estén violando mires fijamente al móvil con cara de intimidación o mejor, mucho mejor, que directamente lo digas a cámara: “Oiga señor juez, que me siento intimidada”. Que con eso ya seguro que pondrán en la sentencia que te han violado. Porque hay señorías no muy sensibles a estas cosas y no sabes cómo se pone la jurisprudencia de tiquismiquis. Que no hay manera de que entiendan que haya intimidación aunque tiren de ti cinco cachas y te metan en una habitación oscura y sin salida para desnudarte y penetrarte cuanto y como quieran.

Ni siquiera vale para lo de la intimidación que entre ellos, un suponer, esté un agente de la autoridad, que eso sí que impone, fíjate tú lo que son las cosas, que puede ser de la Benemérita. E incluso que en el grupo agresor esté un militar, que mira por donde puede ser de la UME, Unidad Militar de Emergencias, o sea, experto en catástrofes. Porque aunque se supusiera que los suyo sea sofocarlas, puede ocurrir que se emplee en provocarlas.

Todo esto te parecerá un poco exagerado y que se te pide demasiado, más aún dado tu natural sentimiento de rabia y sensación de abatimiento, pero, mira, es que, si no, se pone muy cuesta arriba lo de que estos salvajes pasen veinte años de su vida entre rejas. Y además los recursos los carga el diablo.

Y no sabes, además, cómo se ponen los jueces con las protestas. El jefe de todos, Carlos Lesmes, presidente del Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, se suele enfadar mucho porque, ya lo dice, con tanto lío: “Se compromete gravemente la confianza que nuestro sistema de justicia merece de los ciudadanos”. O sea, hay que entenderlo bien: son las muchedumbres que protestan y protestamos en las calles contra los que determinan abusos donde hay violaciones los ponemos en peligro la confianza en la justicia, no los que firman semejantes sentencias.

Lo llamarán justicia pero no lo es.

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