Cuaderno del Chiringuito (2): Depresión en la república que no existe

“Hi ha depressió en el xiringuito”. El día ha amanecido encapotado, no concurrirá el sol. Amenaza lluvia. Pero esa no es la causa de la irremisible tristeza que embarga a la parroquia. Ha sido anunciado, dramáticamente: la república no podrá pagar a su primer dios al año que viene.

Vale se fueron los banqueros españolistas, las empresas que viven de las subvenciones, las sumisas al poder de Madrid, a Colau cada vez le sale más caro traer congresos, que encima invitan al Rey.

Pero el pequeño dios era otra cosa. Messi no vendrá. Cómo sustituirle por un rubio príncipe francés, al que llevamos meses insultando, o por ignotos holandeses.

El chiringuito está más silencioso y vacío que de costumbre. Los diarios y madrugadores concurrentes permanecen en silencio. Hoy, no abren los diarios deportivos. Sorben sus bebidas, prestos a mover la portada y pasar el trago.

Solo uno, con el periódico abierto, sonríe. Parroquiano habitual me conoce y me indica su muñeca: luce una sospechosa pulsera blanquiazul. Es del Espanyol: si el dios de los blaugranas no concurre, es para él una excelente noticia, que disfruta en silencio, sabiendo que hay un cómplice en la barraca.

“Tebas ens roba” intenta movilizar en una esquina alguien de estética “cupera”. Pero hoy no parece colar. Enseguida un tipo que por edad parece sabio le dice: “no hi ha pela”. Y eso es una derrota dramática, la pela era la pela y se nos ha acabado.

Quién hace república sin pela. Qué hará el Barça sin pela. Que es una república y el seny sin poner una cabeza de cerdo en el Camp Nou, ahuyentando al traidor.

Hay depresión en la república que no existe. Han descubierto que a su dios no se lo roban los extremeños sino Bartomeu. ¡Oh, culés, os robaron los vuestros! ¡Os endeudaron los amigos!

¡Oh, gran Messi, y gran padre de Messi! Héroe que en sus mejores siete años cayó, desde Roma a Liverpool, en todas las grandes batallas, pero que quería ser feliz, a golpe de la pela, y quería que su papá y sus amigos, de Piqué a Alba, fueran felices cobrando más de lo que podían y debían.

Grande ese Messi que lleva dos años yéndose, que hizo contratar a Agüero a precio de langosta, para dejarlo, como el Capitán Araña, como de suplente. Grande Messi que, desde el burofax del que aquí se escribió, se está marchando.

No; Dios solo ejerce en el distrito federal, es sabido. Aquí ejercía el gran futbolista y el comerciante de su papá.

Alguien, en la esquina del chiringuito, que ha estudiado en la Universitat Oberta, intenta una reflexión sobre salarios y productividad. El del Espanyol susurra: al menos Cristiano dejó cien millones. El resto calla, mirando con temor a abrir el diario deportivo y pensando: qué haremos sin este dios, como sustituirlo por holandeses.

¡Un impuesto a Madrid! Gritan en una mesa levantando el puño. Si uno es de izquierdas, federalista y culé no queda otra. ¡Qué Madrid le pague a Messi, nos lo deben!

Pero, en realidad, ni siquiera saben si creer a Laporta. Roures, que espera unas pelas de quién sea para salvar la empresa, ya ha dicho que Tebas es cojonudo y no tiene la culpa. Tebas ya se ha permitido tomarle el pelo a Laporta en un tuit.

A esta república no la respetan, dicen que ha susurrado Puigdemont, mientras gritaba a los suyos: Aragonés, la culpa es de Aragonés.

No hay pela, sigue susurrando el parroquiano más próximo a mi mesa. Cómo haremos una república sin pelas, se pregunta. Su compañero de mesa, dispuesto a salir de la depresión, reflexiona y afirma: siempre nos quedará Sánchez.

 

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