Cuando Estados Unidos financió a la oposición siria: así demostró Wikileaks la sospechada teoría de la conspiración

La guerra en Siria ha costado ya más de 200.000 muertos y varios millones de desplazados, muchos miles de los cuales están tomando las fronteras exteriores de la Unión Europea pidiendo asilo como refugiados. Es uno de los mayores dramas que se están viviendo en la actualidad, y no parece que haya posibilidades de acuerdo para poner fin a esta tragedia. Pero mientras Estados Unidos y Rusia juegan en la zona su peculiar partida de ajedrez, quizá sea hora de hacer memoria, y recordar los cables publicados por Wikileaks que avalan la teoría de la conspiración al revelar que Estados Unidos financió a la oposición siria.

En abril de 2011, cuando ya había estallado el conflicto sirio pero los muertos en aquel país del Próximo Oriente no superaban unos centenares, el diario The Washington Post publicaba, en base a un documento confidencial de Wikileaks, que Estados Unidos financió de forma clandestina durante cuatro años (entre 2006 y 2010, cuando se inician las revueltas) a algunos medios y grupos de la oposición siria. La noticia no pasó desapercibida, aunque hoy ya no se quiera recordar, y significó la constatación de que todo eso de la ‘espontaneidad’ de la primavera árabe no era más que un camelo. Wikileaks demostraba así la teoría de la conspiración, ésa misma que aún hoy algunos se empeñan en negar. Pero para eso están los documentos y las hemerotecas.

Gracias a esos documentos secretos filtrados por la web de Julian Assange hoy, cuando el conflicto se ha convertido en un auténtico infierno y cientos de miles de sirios pueden buscar refugio en Europa provocando una crisis en Bruselas de incalculable consecuencias, podemos empezar a pedir responsabilidades. O, como mínimo, exigir que los que lo pusieron realmente en marcha se comprometan activamente en pararlo, dado que, por la neurosis de George Bush de liquidar a Bashar Al Asad, han liberado al demonio del Estado Islámico.

Wikileads demostró documentalmente que Estados Unidos entregó 6 millones de dólares al canal por satélite Barada, con base en Londres e identificado con el grupo de exiliados Movimiento por la Justicia y Desarrollo. Fue tras la decisión de George W. Bush de congelar las relaciones con Asad por su alianza con Irán y su presunta relación con el asesinato del primer ministro libanés, Rafik Hariri. Bush le puso en su lista negra e incluso se negó a la sugerencia del premier israelí Ehud Olmert de abrir una vía de contacto con Damasco para reanudar el diálogo. El apoyo de Asad a Hamas y Hizbulá, así como la infiltración de mercenarios desde la frontera con Irak, le convirtieron en persona non grata para Estados Unidos.

La filtración de The Washington Post en base a los cables de Wikileaks demostraba plenamente la teoría de la «conspiración extranjera» como motor oculto del estallido popular en Siria, en un momento en el que en Damasco, los portavoces gubernamentales acusaban -sin pruebas, hasta ese momento- a la CIA y al Mosad de estar detrás de las protestas. Y el régimen también decía entonces algo que pocos creyeron pero que ha resultado profético: era una insurrección armada de grupos salafistas, algunos de los cuales estaban apoyados por Estados Unidos, puede que sin conocer su auténtica tendencia.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.