De la Casa Blanca a la Casa de tócame Roque

El tal Iván lo tenía todo como en el Ala Oeste; incluso deslizaba diálogos de la serie en sus discursos: me lanzaré al abismo, junto a mi líder. El líder no muy convencido le lanzó a él, por si acaso. Por el contrario, Oscar López es más de montonera y desorden, como de la calle Barquillo en otros siglos.

Cosa que parece que a Biden y a Kamala tampoco parece molestarles.

O sea, y para que me entiendan, hemos pasado de La Casa Blanca a La Casa de tócame Roque, en signo evidente de que vivimos, como recientemente ha anunciado Jose María Triper, tiempos de decadencia.

Habíamos hecho un gobierno para que hubiera más políticas y políticos que le salvaran la cara a Sánchez y le permitieran unos días de merecidísimo descanso y la única que dice algo que tenga sentido es la de siempre: es decir, la señora Robles.

Los demás siguen en sus cosas, que no son otras que liarse entre ellos para ver quién se echa la culpa de que las cosas van como van. Porque, la verdad es que mientras ustedes trataban de medio disfrutar, después de dos años de encierro urbano, han pagado todo a precio de langosta. Dice el INE que en hoteles y hostelería los precios han subido un 30%.

No es solo que la subida de la luz y los carburantes (a golpe de gas y de pago por emisiones) se haya comido ya la inútil bajada del IVA. Es que los demás precios han sido arrastrados inexorablemente.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la electricidad se ha encarecido en casi un 17% en lo que va de año, la gasolina un 17,6%, el gasóleo un 17,7% y el gas un 8,6%.

Pero también han subido los precios del aceite de oliva, en más de un 22%, de los refrescos, por encima del 11%, de la fruta (4,6%), los huevos (3,5%) y la carne de ave (3%) o vacuno (0,3%). En fin, que ir al “súper” es prohibitivo y lo del “paki” de la esquina tampoco paree una solución.

Pero no hay que preocuparse. En el gobierno, para cada solución tienen un lío y ya estamos en ello. La respuesta está en marcha: eléctricas públicas, subidas del SMI, aumento de pensiones, bajar alquileres y subir impuestos.

La Señora Calviño, de los Calviño de Bruselas, dice que no. Pero la Señora Montero, de los Montero de Hacienda, dice que todo puede mirarse. Sánchez dice que… bueno Sánchez está ocupado saludando niños y no tiene tiempo de decir nada, de hecho tardó tres días en decir que algo pasaba en Afganistán.

Para eso ya estaba Robles, que Marlaska la estaba liando con la cosa de los chavales en Ceuta y no estaba para dar sesuda opinión. El resto de ministros y ministras tampoco estaban para decir nada; al fin y al cabo, acaban de llegar.

La Casa de tócame Roque empieza a funcionar, al fin acabará agosto y todo volverá a los cauces de la salvación de la patria, como todo el mundo imagina. Nada como entretenerse con los precios de los colegios y un par de debates sobre la concertada y esas cosas para distraernos un poco.

Mientras tanto, colocaremos a los afganos y afganas que con todo el lío hayamos podido traer, que son menos de los que deberíamos, dice Robles, apenas un millar antes de retirarnos, y de los que en Europa nadie quiere saber nada.

El líder de la progresía mundial, Señor Biden, nos ha metido en un lío de narices y es bien sabido que no le preocupa lo que pase en España ni lo más mínimo.

Eso sí, ha prometido dejar de respirar un minuto si vuelve a haber un atentado o Sánchez vuelve a pasear con él. Cuando venga Kamala de donde quiera que se haya ido, ya le pasará el muerto.

Los hacedores de guerras contra el terrorismo –Obama entre ellos- nos han regalado otro septiembre de gloria. Los británicos ya no tienen a Europa para echarle la culpa y, de paso, quieren explotar a los presos para que trabajen dónde antes trabajaban los extranjeros, al parecer falta empleo y sobran talibanes. Nada como esclavo propio, para sustituir a esclavo ajeno.

La Casa de tócame Roque parecía más ordenada, que quieren que les diga. La sonrisa de los chinos alumbra las mañanas del Yang Tse, mis pequeños saltamontes.

 

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