¡El Rey ha muerto!… ¡Viva el Hijo de Sánchez!

Dicen las fuentes bien informadas que la única vez que el rey Felipe VI compareció públicamente para hablar ad hoc a todos los españoles sobre el desastre que está suponiendo el COVID-19 en España fue después de una dura exigencia de Zarzuela a la Presidencia del Gobierno. Un golpe en la mesa, vaya, porque el rey, que parece escondido en su nube multicolor de Zarzuela, sufre, al igual que el resto de la sociedad, la censura impuesta por el gobierno del hijo del gerente manchego Pedro Sánchez Fernández, un antiguo agradecido al ex presidente Felipe González.

Dicen esas fuentes bien informadas que el vicepresidente Pablo Iglesias tiene tan atemorizado al presidente del Gobierno, el hijo de Sánchez, que incluso le ha inoculado el virus de la rabia a la libertad en general, a la de prensa muy en especial, y también, claro está, a la Monarquía, pese a que la reina Letizia parece que suspira más por Podemos que por coronar a su hija, la hija la mayor. Por eso, el hijo de Sánchez hace lo que quiere para mantener en la reserva pasiva a Felipe VI, a quien, como Jefe del Estado, se le echa de menos en este gran golpe de timón con posterior cambio de régimen que se está dando en España enmascarado con la pandemia.

Dicen también esas fuentes bien informadas que, gracias al COVID-19, el proceso republicano-revolucionario ya ha comenzado en este país. El primer paso del que hablaba Lenin y exteriorizó Pablo Iglesias en uno de sus habituales días verborréicos, ya está dado: la alianza con un partido burgués –el Partido Socialista- para llegar al poder y conseguir así los fines propuestos, que no son otros que la revolución, en este caso al estilo bolivariano: sólo pueden prometer y prometen sangre, sudor, hambre y lágrimas.

Dado el primer paso, Iglesias trabaja ahora a marchas forzadas para la segunda fase: liquidar –eufemísticamente, creen mis fuentes, aunque dudan del término ‘eufemismo’- al hijo de Sánchez, llevarle al ostracismo y asaltar con sus agentes más temerarios todos los resortes del poder, ahora que Podemos controla en parte el CNI.

[En este punto hacemos un inciso.

La sensación de que la Jefatura del Estado recae en el inquilino de la Moncloa –y no en Zarzuela- se ha extendido tanto que hasta los medios de comunicación lo confunden. Por ejemplo, en el reportaje “Así es la familia más cercana de Pedro Sánchez: su padre, su hermano compositor…”, publicado por la edición digital de la revista Vanity Fair se lee textualmente:

  • “La más conocida, sin duda, de la familia de Pedro Sánchez, es su mujer, Begoña Gómez (45). Nacida en Bilbao pero criada en la localidad de Valderas, en León, la ‘primera dama’ española es licenciada en Marketing en ESIC y cuenta con un máster en Administración de Empresas”.

Begoña Gómez, ¿la ‘primera dama’? Y Leticia, ¿qué es? ¿Su dama de compañía? Ya hemos hecho Jefe del Estado al hijo de Sánchez y a la mujer de éste, primera dama, sin pasar siquiera por un ‘refórmeme al menos esa Constitución’.

Fin del inciso].

Pero no hay caso. El hijo del manchego Sánchez no es ni va a ser Presidente de la República española, entre otras cosas porque ese puesto le corresponde ‘por derecho que me lo apropio’ al secretario general del PCUS o, como mucho, al jefe del Presidium Supremo, que no es otro que Pablo Iglesias. Así que, al hijo de Sánchez ni para eso le sirve saltarse la Constitución que ha jurado defender y que se está saltando a la torera.

Así las cosas, dicen las muy malas lenguas que, dado que el hijo de Sánchez está totalmente sobrepasado por la situación –su neurona no da para más-, la única que le pone coto a las pretensiones de Iglesias es la ministra de Defensa, Margarita Robles. Dicen que Iglesias habría conseguido derribar el ‘muro defensivo’ colocado frente a él -Ábalos, Calviño…- siguiendo los consejos de Iván Redondo, esa especie de Rasputín a lo corto. No sé si será verdad.

Lo cierto es que Robles es todo lo contrario del hijo de Sánchez: es muy inteligente, está muy bien preparada, es una prestigiosa jurista, domina el Arte -con mayúscula- de la política, es sensible, humana, dura y robusta, como indica su apellido. Ha puesto firme y montando guardia a los militares, controla de verdad el CNI –más, mucho más que Iglesias, dónde va a parar-, y, además, es independiente y no está mal vista ni por el actual PSOE ni por la mayor parte de la vieja guardia socialista.

Este ‘roble’ es un enemigo muy duro de roer para Iglesias. Quizá por eso, algunos columnistas han sacado vía Twitter una supuestísima conspiración de Iván Redondo para cargarse –metafóricamente, creemos- al hijo de Sánchez y hacer de Margarita Robles la presidenta del Gobierno. Le pararía los pies a Iglesias y podría pactar con el resto de fuerzas constitucionalistas para dar una salida honorable y digna al país.

Un sueño bonito, pero nada más que un sueño, revestido, en este caso, de un globo sonda o, más bien, una más que probable fake new.

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