Garzón o la superioridad moral de la izquierda

Empecemos por el principio: todo aquel o aquella que abandona la política o la política le abandona tiene derecho a vivir, a trabajar y a comer. Ése es el derecho que se han negado a todos y todas los que abandonan o han sido expulsados.

Garzón fue uno de ellos que no dudó, por un poner, acompañado por escolares comunicadores, en condenar a cinco mil conmilitones, afiliados y afiliadas de la Comunidad de Madrid, al ostracismo y al malvivir, como corruptos y sin derecho a subvenciones como corresponde a los comunicadores escolares.

Cosa que no es novedosa. El muy ético Anguita pretendió que personas con diez años de trabajo en IU se fueran de sus empleos en la organización no sólo sin derecho al desempleo sino sin derecho a la indemnización laboral, desmán evitado por jueces, por cierto. Es lo que tiene la superioridad moral de la izquierda.

El derecho a vivir es una regla que sólo se aplica a quienes expulsan y sus escolares portavoces que eligen acusaciones de corruptelas o amiguismo, según los conmilitones son de la cuerda o no.

Cuando a tales próceres abandona la política cuyo ejercicio, el exministro Garzón por un poner, ha sido puro clientelismo que convierte en ministerio un simple negociado, no suele importarle un patrono a quién, en su momento, llamó sátrapa, corrupto o cosa parecida.

El potencial patrono también tiene algo que pagar: destrozar Izquierda Unida es mérito que tanto Iglesias como el personal socialista debe pagar.

Como dije al principio, uno no niega el derecho a las puertas giratorias, aunque nunca se aprovechó de ninguna.

De hecho, no me importa que grandes expróceres pasen a los Consejos de Administración de empresas de Construcción, por un poner. El propio Marx reconoció que en estos trabajos manuales se mejora la conciencia de clase.

Será por eso que a la izquierda no le molestan las puertas giratorias hacia lo material de los suyos, sino de los de las derechas.

Quería Garzón ajuntarse con uno de los traidores a la causa de la izquierda, a los que siempre rechazó, a pesar de algunos favores que les prestó. Este Garzón era de los que consideraba que mejor la regeneración con la derecha que los pactos con los socialistas, hasta que le ofrecieron un negociado reconvertido en ministerio.

Ay, “Pepiño”, los conmilitones de Garzón no le han comprendido. Su incomprensión, se ha convertido en frustración para Garzón que ha renunciado a la puerta giratoria que él creía le correspondía.

José Blanco, “Pepiño, es un señor que tiene una organización muy activa, que comparte con algún dirigente del PP, y en compañía de otros, a las que luego me refiero.

“Pepiño” siempre ha estado en la pomada. Sin ir más lejos, tiene algo que ver con unas torres de control privatizadas que aparecieron después de que tratara de llevar a la cárcel a los controladores aéreos –por cierto, ninguna condena conseguida, un acierto político-.

Lo suyo es el consejo estratégico. O sea, currar, no curran, sólo negocian con los políticos amiguetes. Entre esos consejos no dejan de estar algunas empresas de juego a las que, oh, sorpresa, Garzón debía asesorar, tras intentar ilegalizarlas. Pero se ha encontrado con la incomprensión del sectarismo conmilitón que él practicó con tanta elegancia.

Acento es la consultora de José Blanco, integrada por socialistas y peperos, una firma especializada en asuntos públicos “estratégicos, positivos y proactivos”. Para que ustedes me entiendan, una influencia clientelar en gobiernos amigos, propios y ajenos, sean de izquierdas o derechas.

Garzón no iba a una consultora de medio pelo. Junto a un exministro pepero (Alonso, Sanidad), pueden ustedes contar con Elena Valenciano (exvicesecretaria general PSOE), Valerio Gómez (Ex de trabajo del PSOE), Elena Pisonero (ex de economía de Aznar).

Como puede verse, Garzón había encontrado excelentes compañías, había algunos ministerios amigos a los que había que trabajarse y mejor Garzón que estos reaccionarios. Cosa que no han comprendido los conmilitones de Alberto.

Acento, dicen las cifras oficiales, es el mayor lobby de España y obtuvo en 2022 más de 1,5 millones de benefició.

He aquí la superioridad moral de la izquierda, cosa de la que se ignora donde se conceden carnés, pero de la que sus próceres, Garzón a la cabeza, han abusado. Ellos nunca, pero nunca, nunca, lo hubieran hecho, eso son cosas de derechas.

Si no hubiera sido por la malvada caverna mediática y la “fachosfera”, no hemos leído nada en los escolares portavoces del prócer, el hombre hubiera podido abandonar su sueño escocés por una consultoría de nada.

Dice Garzón que los suyos no le comprenden. Las risas de todos aquellos y aquellas que envío al ostracismo se han oído en Pekín –y no cito a la ciudad china por casualidad-. Tampoco cabe esperar a sus escolares portavoces disculparse por las afirmaciones pasadas o echarle una mano.

Si esperamos, con risas anticipadas, que los hoy poco comprensivos y comprensivas, acaben colocados en alguna puerta giratoria. Es que “pepiños” hay muchos y en el PSOE más y, todos, como Garzón, con mucha superioridad moral.

 

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