Zorra serás, más zorra empoderada

Estimados y estimadas lectores, españoles y españolas todas, incluso “gent tan ufana y tan superba de Catalunya”; os traigo una gran alegría, sabedlo y hacédselo saber a otros: lo hemos conseguido. Tras mil sesenta años, desde que en San Millán de la Cogolla se escribieran los primeros versos en español, hemos logrado la palabra final, la que nos definirá ante el mundo, la que mostrará nuestro empoderamiento como sociedad moderna y definitivamente progresista.

No; no será imperio ni reino; tampoco Dios, famila ni leyes viejas, ni familia y municipio. No será la espada ni el clavel, tampoco el tricornio ni los molinos de viento. Amigas, amigos, sabedlo: ¡Zorra, Zorra, Zorra!

Ésa es la palabra que asombrará al mundo, junto a nuestras nalgas masculinas desnudas, preparadas para una sesión de masoquismo.

Tras siglos de inacabable postración y decadencia patria, hemos llegado a la modernidad. Gracias a Televisión Española, Eurovisión y un grupo de pop sicodélico, formado por dos sesentones que hacen canciones para gente de treinta, tenemos la receta: ¡Zorra, Zorra, Zorra!

Ellos han reconocido que sólo buscaban algo de notoriedad con el que alcanzar, imagino, cierta dignidad en su pensión. Pero, he aquí que, con algo de serendipia, hemos topado con las minas de El Dorado tantos siglos buscada: ¡Zorra, Zorra, Zorra!

Uno que se temía que enviáramos a Eurovisión un bolero. Qué poca confianza en nuestra excelsa patria tiene el cronista. Para qué creer en viejos y viejas literatos, hombres y mujeres que derramaron y declamaron versos a lo largo de la historia, apasionados de la lírica.

Cómo permanecer anclados en una cultura que nos ha dado inenarrables coplas, grandes baladas y mejores boleros, canción rebelde, pop y rock eternos, música urbana, autotuning insoportable y reggaeton insufrible.

Estaba ahí y no lo veíamos. ¡Zorra, Zorra, Zorra! Ésa es la palabra que lanzamos al mundo como símbolo de nuestro empoderamiento, de la fuerza de un país renovado. Hemos logrado acabar con la poesía, la lírica y la lengua para concluir el periplo de nuestra decadencia: ¡Zorra, Zorra, Zorra!, así, por triplicado para que claro quede.

Es cierto que siendo Europa multicultural, en algunos sitios lo traducirán como perra, en otros como putain o puttanna. Qué sabrán quienes se quejaron, las feministas que alertan sobre la recuperación de una palabra deplorable, aplicada a una persona. Ignorantes de las exigencias de nuestra modernización.

Es también cierto que no se entiende mucho cómo el empoderamiento debe acompañarse de dos señores que muestren sus nalgas antes de ir a su sesión de masoquismo, como signo de modernidad. Pero eso debe molestar a los cincuentones amigos de Sánchez que no tienen turgentes nalgas que enseñar.

Lo soez se ha apoderado de los versos, dirán; el mal gusto de la lírica y la grosería de las luchas por la igualdad. Se equivocan: ustedes no entienden la modernización de España.

Una canción que dice en apenas quince estrofas, 32 veces zorra, no puede ser otra cosa que bandera del progresismo realmente existente.

Estimados letristas, poetas, compositores y no menos afamados cantantes. Pongo en vuestro conocimiento que el primer verso de la historia debió escribirse, probablemente en un junco, allí en Babilonia. Que el drama o la comedia la inventaron unos griegos bailando alrededor de una cabra. Había que salir de tamaño encierro antiguo: ¡Zorra, Zorra, Zorra!

Siglos de poetas empeñados en referirse a amplias caderas para no decir culo, que parecía grosero, han quedado al descubierto: era ¡Zorra, Zorra, Zorra!, el verso que buscaba Rosalía de Castro, la frase que no encontró Rosa Chacel, el grito que no entendieron a Mariana Pineda.

Ustedes podrán escribir una carta iniciando con “Doña Zorra del alma mía”; dirigirse a su pareja como “cuerpo de zorra, blancas colinas”, alentar a su equipo femenino al grito de “vamos zorras!”. Y cosas parecidas.

No se sabe cómo ha sido, pero Eurovisión nos ha traído la modernidad, el empoderamiento y el nuevo feminismo, así de golpe. Sí, es sí: es ¡Zorra, Zorra, Zorra!

Ya lo ha dicho Pedro Sánchez: si no le gusta gritar zorra, es que usted desearía cantar el “cara al sol”. Al fin sabemos lo que hay en el lado progre del muro: zorra será, pero zorra empoderada, mientras usted pena en la fachosfera.

Las almas de Uribarri e Iñigo penarán por la “Green Room”, nunca sabremos por qué decorada de rosa siendo “green”.

Todas y todos, al fin, incluidas nuestras desnudas nalgas en una sesión de masoquismo, estaremos muy empoderadas, y empoderados.

Nuestra canción no es suficientemente buena, suficientemente mala ni suficientemente rara como para tener posibilidades de ganar un festival, porque la elección no iba de eso: iba de que ahora salgamos a la calle a empoderarnos. Unos y otras, a hacer de ¡Zorra, Zorra, Zorra!, repetido tres veces para que quede claro.

Amigas y amigos, abandonen la esperanza de la música, la belleza de la poesía, la utilidad de los versos, desnuden sus nalgas y sus pechos, salgan a la calle a tomarse el vinito de viernes y griten nuestra nueva bandera, muy empoderada y sobre todo muy feminista, que gustará mucho a nuestros adolescentes, hijos y nietos ahora sí, educados como corresponde: ¡Zorra, Zorra, Zorra!

Es probable que, todavía, encuentren una librería dónde puede comprar un verso antiguo o quizá ese libro de una tal Melinda Wenner -mujer- que se titula: “Cómo criar hijos y que no salgan imbéciles! (Wenner,2022).

  • https://peregrinomundo1.webnode.es/l/zorra-seras-mas-zorra-enamorada/

 

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