Garzón quiere salvar a los británicos

Al ministro de consumo le molesta la ganadería, tanto o más que los productores de azúcar. Y lo que queda, ustedes se vayan preparando, el decreto de “sea usted vegano” está al caer. La preocupación por nuestra salud le ha llevado a abandonar la tarea de controlar los desmedidos incrementos de precios de los productos alimentarios no elaborados, un 6,5% en tasa anual, para publicar un libro de recetas sanas sanísimas que mejoren nuestra maltrecha dieta.

España consume, según el ministro, más carne que el resto de la unión Europea y eso irrita al ministro, que acusa al sector de estar jugando con nuestra salud y con el planeta.

Los datos dicen dos cosas. La primera que los españoles y españolas somos los primeros consumidores de carne en Europa, los terceros en producción de carne de ternera y cuarto en producción de carne de porcino, ovino y caprino. Lo segundo es que no es precisamente la carne roja la que llena nuestras despensas: aquí se come mucho pollo y mucho cerdo.

Respecto a los volúmenes y estándares de consumo, hay que decir que la pandemia ha modificado al alza nuestros hábitos. El nivel de consumo por persona se redujo desde 2013 a 2019, para subir en el año 2020. Debemos comer, por salud y sostenibilidad, menos carne, ¿Pero es necesario despreciar su calidad?

El ministro de consumo, que como buen comunista tiene vocación histórica transcendente, quien lo probó lo sabe, ha decidido ir más allá de España: Garzón quiere salvar a los británicos.

El ministro de consumo ha hecho una notable declaración al periódico inglés The Guardian sobre la carne española. Hoy no teníamos otro tema para tocar las narices al responsable de la cosa agrícola.

Tras defender las carnes del Norte de España, por cierto, los sitios donde más carne se consume y de donde son los imbatibles chuletones que le gustan a Sánchez, ha decidido añadir un atinadísimo comentario: “Los ganaderos españoles exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados”. En referencia a las grandes granjas ganaderas españolas.

Nada como erosionar la reputación de un sector exportador para acrecentar la fama de un ministro. Los ingleses, ya saben que tienen que comprar carne Alemana o Austriaca e incluso francesa.

Tres cosas caben señalar alrededor de la declaración del ministro. En primer lugar, existe una legislación bastante potable en materia de inspección y gestión de la carne. Así que el ministro podría hacer algo sobre el asunto.

En segundo lugar, el ministro ha citado para su argumento: el “Meal Atlas”, elaborado por Amigos de la Tierra. Sí; ustedes ya lo han imaginado: en él no se cita a ninguna empresa española. Por otro lado, el informe afirma que 20 empresas, con ayudas millonarias, producen más emisiones de gases de efecto invernadero que Alemania, Gran Bretaña o Francia. No es posible encontrar en dicho informe ninguna empresa española.

Conviene recordar que los gases de efecto invernadero en la UE procedentes del ganado son la mitad que la media mundial. La media mundial es de alrededor del 14% y la media de la UE es del 7%.

En suma, el ministro especialista en verdades a medias o en medias mentiras, como ustedes deseen verlo, no utiliza, para pavor del agro español, ningún dato preciso que nos permita ni mejorar la calidad ni abaratar los precios.

Anuncia, en realidad, el ministro, una visión idílica de la recuperación de la España despoblada. Nada mejor para repoblar que llenar la tierra y las huertas de molinos de viento y encarecer el precio de la tierra, que tener animales que son, como se sabe, cosa sucia.

La industria alimentaria, incluida la transformadora, más allá de la que provee el artesano con un par de vacas en un prado, parece condenada. Así sujetaremos población con facilidad, ustedes ya me entienden.

Por otro lado, en un momento en que las exportaciones han de compensar la desconfianza de los consumidores en la demanda interna, lo más útil es inventar el sello del animal exportado español maltratado. Eso ayuda mucho, opinan los ganaderos y ganaderas,

El ministro de los aciertos ha regresado de nuevo: los exportadores encantados.

 

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