Lo peor que le puede pasar…

Lo peor que le puede pasar a Pedro Sánchez sería que su moción de censura saliera adelante. Se convertiría en un interino en la presidencia del Gobierno de España bastante más atribulado de lo que va a estar el interino Quim Torras en la Generalitat, el socialista sí tendría permiso para usar el despacho presidencial. Aunque con condiciones…

Primero habrá que dotar al Complejo de la Moncloa de nuevos ordenadores y partir de cero, que ya se sabe la experiencia que tienen los populares de darle al martillo con los discos duros. ¿No querían regeneración y limpieza? Pues a partir de cero.

En el comedor del Palacio de la Moncloa tendrían que colocar un día sí y otro también un plato más para Pablo Iglesias.

Que ya sabes Pedro que desde Galapagar aquí es todo tieso, poco más de 20 minutos por la carretera de la Coruña. Así no tendrás que hacerme vicepresidente pero a cambio estaré contigo todo el tiempo que necesites para gobernar desde la izquierda. Ya sabes que sin nuestros votos a favor de la moción de censura seguirías en el ostracismo de líder de la oposición en la sombra, como hasta ahora, je, je. Que yo voy a ser un socio preferente mucho más fiel y más discreto que Rivera lo ha sido para Rajoy. Así no hará falta que nos vean mucho en público…

Los independentistas catalanes tirarían de nuevo de creatividad para rentabilizar sus votos de apoyo a Sánchez. Carles Puigdemont exigiría que desde un ordenador del despacho de Sánchez se utilizara el Skype para que el legítimo president de la República de Catalunya y el presidente del Gobierno español mantuvieran sus relaciones de tú a tú, especialmente para tratar el asunto de la desconexión con España. Que ya veríamos cómo se puede mantener así la integridad territorial prometida por Sánchez. Así evitarían a Sánchez el bochorno de acudir para negociar a Berlin o a cualquier otra capital europea en la que resida el prófugo. Y Moncloa se ahorraría tener que instalar un pantallón como el que usan ahora los diputados de Junts per Catalunya en el Parlament para verse con el jefe.

Además posiblemente pedirían un ministro de Exteriores del PSC cuya misión prioritaria sería la relación con el exilio, además de no poner pegas a la extensión de las embajadas catalanas por toda Europa para difundir bien el procés. Algo habría que hablar también sobre el nuevo titular socialista del ministerio del Interior, jefe de las cárceles en la que seguirían los presos políticos mientras los jueces del Supremo fueran entendiendo que llegan tiempos nuevos.

Lo del PNV tampoco iría de fácil. Los hombres formados en Deusto han aprendido mucho de la diplomacia vaticana, que lleva más de 2.000 años de éxito. Difícil será discernir cuáles son sus caminos y su interpretación diaria del llamado sentido de la responsabilidad con el que, por ejemplo, le han aprobado los presupuestos a Rajoy pese a que no ha levantado aún el artículo 155 de la Constitución en Cataluña, que era la condición sine quanom para respaldarlos.

Pero de recibir Sánchez sus votos para llegar a Moncloa debería empezar a ensayar la España plurinacional prometida y la relación bilateral entre la nación española y la nación vasca, la de los ocho apellidos, claro, que ya está contemplada en el borrador de nuevo estatuto de autonomía que ya tienen aprobado el PNV y Bildu. Y todo ello poniendo en valor su nunca bien ponderado sentido de la responsabilidad al no tirarse al monte como los correligionarios catalanes.

¿Satisfacer el ego presidencial solo para esto y acabar convocando unas elecciones que seguramente perdería?

Lo peor que le puede pasar a Pedro Sánchez también sería perder la moción de censura. Por mucha dignidad democrática que derroche noblemente para echarse para adelante e intentar derribar a un Gobierno deslegitimado por la corrupción y que causa vergüenza ajena a propios y extraños. A la gente le ilusiona votar a perdedores y Pedro Sánchez ya llevaría dos derrotas sonadas. Los primeros en recordárselo serían los de su propio partido. Con la ayuda inestimable de sus presuntos socios preferentes de Podemos: mira que intentamos echarle una mano, pero…

Lo peor que le puede pasar a Mariano Rajoy sería que una vez superada la moción de censura, si la supera, pensara en volver a la casilla de salida, como si nada hubiera ocurrido, celebrando el nuevo trompazo que se habría dado Sánchez, y siguiendo con su lema vital y político según le wasapeaba a Luis Bárcenas: “Al final lo importante es aguantar…”.

Lo peor que le puede pasar a Mariano Rajoy, si pierde la moción de censura y abandona la Moncloa para que llegue Sánchez, sería intentar convencer a su partido de que es el líder que va a llevarles de nuevo al triunfo en las próximas elecciones generales. Peor aún la tarea de movilizar a su electorado y motivarles para que no se derramen como riadas en las urnas de Ciudadanos.

Lo peor que le puede pasar a Albert Rivera sería convertirse ante la opinión pública en el político que utilizó sus votos para apuntalar al Gobierno de un partido que apesta a corrupción por los cuatro costados y al que van a salpicar, un día tras otro, nuevas sentencias judiciales adversas. Lo ha hecho en la comunidad de Madrid y lo va a repetir en el Parlamento de la nación. Y suena muy mal como para continuar postulándose como el líder de la regeneración y la nueva política. Jugar a ser la alternativa en la reserva a los dos líderes en puja, Sánchez y Rajoy, sin aportar nada a cambio, puede resultar peligroso. Las encuestas le pueden estar convenciendo de que le beneficia el desgaste de los dos para sacar votos. Lo peor que le puede pasar a Albert Rivera es que tras las elecciones generales que algún día tienen que llegar obtenga en España una mayoría tan inútil como la que tiene Inés Arrimadas en Cataluña.

Lo peor que le puede pasar a Pablo Iglesias sería que aprovechara la movida política nacional para olvidar lo de la compra de su chalet y el de Irene Montero en la sierra y el pago de una abultada y privilegiada hipoteca. Muchos de sus votantes se van a acordar cada vez que les cobren el alquiler de su casa modesta o cuando no logren encontrar un alquiler o hipoteca que puedan pagar. También lo va a pasar mal si en su partido alguien cuestiona el uso de los plebiscitos electrónicos y el valor de los asuntos a tratar. ¿Se convoca un referéndum de inscritos para avalar o no la nueva casita del secretario general y no para pronunciarse sobre el apoyo sin ningún tipo de condiciones a la moción de censura de Pedro Sánchez?

¿Y lo peor que le puede pasar a los españoles? Ya nos está pasando, ¿no?

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