Los espías en el país de las porteras

El efecto primero del “Catalunya gate” no ha sido otro que la normalización política de Bildu. Bildu, hay que decirlo, no ha hecho muchos aspavientos con el asunto. Muchos de Bildu han espiado a sus vecinos, por si hacía falta ya me entienden, mientras eran espiados por la Guardia Civil. Cabría decir que entre profesionales se entienden.

Ahora tenemos una nueva mayoría parlamentaria con Bildu (necesaria para sacar adelante la Ley de Vivienda y la de Medios de Comunicación) y tenemos Bildu en la Comisión de Secretos Oficiales, lo que podría parecer un chiste, pero no lo es.

Esto, aunque no lo crean cuenta con el aval de Esquerra Republicana, que tiene que sobreactuar para salvar su vida en Catalunya, pero no le interesa una crisis de gobierno, porque la alternativa le iría a peor.

Podría el PSOE haber trillado otros caminos, pensando sobre todo en las elecciones andaluzas, pero como confía en Espada, penúltimo fiasco, tanto como confiaba en los socialistas madrileños, pues a Sánchez le da lo mismo, aunque cabe esperar que espere a pagar su deuda con los vascos a que pasen las elecciones andaluzas.

La segunda línea de acción de los gritones por el espionaje no será tan pacífica. Deben “rodar cabezas”, animó, con medieval reflexión, el siempre sutil y tolerante Echenique, mientras afilaba la guillotina.

Es que a la izquierda de verdad verdadera le gusta lo políticamente correcto, la paz y la igualdad: por ejemplo, sus líderes ponderan mucho acceder a los tronos, según modernísimas series en la que violan a una señora y cortan una cabeza en cada capítulo. Ni violencia, ni sexismo, ustedes me entienden.

El caso es que la cabeza que debe rodar es la de Margarita Robles, que ha recibido ya el preocupante apoyo de Sánchez y sus conmilitones, mientras los aliados del gobierno, empezando por Podemos, insisten en que la señora mantiene escandalosas posiciones como ese “extraño” criterio de que un estado debe defenderse si es atacado contra la Ley y la Constitución.

El asunto éste del espionaje está lleno de sobreactuaciones, inmoralidades e incompetencias.

Alguien podría, por ejemplo este cronista, preguntarse para qué queremos espías en el país de las porteras. Aquí hemos tenido comisarios grabando a todo lo que se movía, funcionarios pagando por informaciones, vigilando braguetas o jefes del CNI controlando, con notable éxito como es sabido, a eméritas amantes.

Aquí, de las cosas que nos hemos enterado es porque alguien ha cantado. O sea, hemos dependido de la Vieja´l visillo (grande José Mota). Ni asaltos a la valla, ni amenazas terroristas, ni ciberataques, ni rearmes marroquíes, ni nada. En todo caso, Guardia Civil o ejército andaban por ahí, pero se desconoce aportación alguna de nuestros espías.

De hecho, les compran el Pegasus éste, que debe valer un potosí, y de los espionajes varios somos incapaces de enterarnos de dónde estaban las urnas, de la fuga del Puigdemont, de los rusos que se paseaban por Cataluña y cosas varias.

Algo debe saber Robles, en todo caso, que ha anunciado que nos haremos algunas risas cuando nos enteremos de las andanzas de las señorías catalanas.

La sobreactuación catalana ha sido abundante, les ha venido a ver, en el peor momento de su actividad independentista, el dios de los errores de Sánchez que, por cierto, ha tardado minutos en traicionar a Robles, enviando a Bolaños a vender lo que falta hiciere en Cataluña, eso sí sin garantizarse una paz política.

El independentismo ha obtenido unos bidoncitos de gasolina para tener entretenido al personal, cosa necesaria en el momento en que Junts per Cat anda en minutos congresuales, decidiendo si se emancipa del fugado y los de Esquerra con miedo en el cuerpo a Puigdemont y sus “cuperos”, siempre dispuestos a echar una mano. Illa, que maravilla, bien gracias.

Hay dos asuntos de ética política en esta materia sobre los que los españoles y españolas deberíamos recibir alguna explicación. Primero, hasta dónde se puede espiar a un electo o electa, en el ejercicio de sus responsabilidades. Segundo, cuál es la naturaleza y función de nuestros servicios de información. Naturalmente, si el juez estaba al tanto de tanta correría.

Pequeños detalles. No obstante, déjenme aconsejarles: no se preocupen de su teléfono: son más peligrosos sus porteros y porteras.

https://peregrinomundo1.webnode.es/l/los-espias-en-el-pais-de-las-porteras/

 

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