A ver, ni usted ni yo nos creemos que el asunto ese de subir las cuotas de la Seguridad Social tenga que ver con la equidad intergeneracional. Tampoco, con hinchar la hucha de las pensiones.
Ya se lo he contado aquí. La propiedad empresarial y la población trabajadora que se jubilen en la próxima década son los que ahora están trabajando. O sea, que más que con otra generación, trabajadores y trabajadoras que se jubilen en diez años, se solidarizan con sí mismos.
Eso sí sin que la nueva cotización genere prestaciones adicionales.
La cuota especial para la próxima década apenas reunirá 28 mil millones de euros. Para que me entiendan una mensualidad de pensiones de las de ahora.
Créanme, el periodo extraordinario acabará alargándose, tarde o temprano, mientras los mismos que piden engordar las recaudaciones, pretenden, manipulando el periodo de cálculo y cosas por el estilo, reducir las pensiones.
Hoy era el día final del plazo. La patronal entró en la reunión sin acuerdo, sabiendo que el 0,6%, se repartiría, en un 0,4% a empresas y 0,2 a cotizantes. Pero, mire usted, como no estaban de acuerdo se han ido. Aprovechando su salida, el acuerdo les ha colocado un 0,5%.
O sea, si se enfada con Sánchez, le sube el impuesto; qué elegancia.
Hay que recordar que Sánchez, ahora sabemos, presionado por la Comisión Europea, impuso a la ministra de Trabajo que negociara con la patronal. Ha bastado un desaire a su ministro del asunto para que el acuerdo se suscribiera solo con los sindicatos y, de paso, penalizar a los enfadados.
Si rompes con Sánchez te cuesta casi cinco mil millones en una década. Supongo que habrán entendido, panda de disidentes, el mensaje y correrán a decir que sí a cualquier reforma laboral, antes de que les cueste otro impuestito de nada.
La elegancia negociadora del gobierno será también muy ponderada por la Comisión Europea que gusta de acuerdo de todos los actores implicados. Una filosofía tan antigua que modernos próceres y sindicatos no pueden sino ignorar naturalmente.
Como ustedes han estado prestando atención a lo que ocurre, han entendido que con las pensiones tenemos un lío de narices. Y a ese tipo de líos es mejor enfrentarse mediante cualquier técnica de acuerdo.
Esa cuota extraordinaria no solo ha creado escepticismo, por su inútil cualidad como financiación del sistema, sino que la evolución de los cotizantes también opera en contra de la cantidad.
La malvada Comisión Europea, siempre atenta a perjudicar a la socialdemocracia realmente existente, ha calculado que en 2050 podemos tener dos millones de cotizantes menos, el periodo que se considera límite para el actual sistema.
Francamente ni esta financiación ni la manipulación del periodo de cálculo sostendrán nuestro sistema de reparto. Alguien se está equivocando, pero si te enfadas con él te sube el impuesto.