Sin noticias (11): esa reputación

Para hacernos olvidar el malestar por el “cupo zulo”, que permanecerá escondido durante tiempo, siendo probable que no salga, el señor Illa se ha aparecido en mi mundo sin noticias, para abonarse al asunto de la “madrileñofobia”. Los de izquierda no queremos gobernar en Madrid, ya lo sabe Ayuso, desde hace años.

Illa, que mentirijilla, parece acusar a Madrid de “dumping fiscal”. Sostiene una notoria falsedad: que la política fiscal de Madrid erosiona la solidaridad financiera de las Comunidades. Sabe y, por lo tanto, además de mentir, prevarica, que la solidaridad del sistema financiero de las comunidades se calcula, en ausencia de uso de la autonomía fiscal, como si todas tuvieran la misma carga. Por otra parte, atenta contra la ciencia: no puede haber “dumping fiscal” allí donde la legislación financiera es común.

No obstante, como fue una desagradable aparición televisiva tabernaria, interrumpiendo mi vinito, ya les hablaré de esto cuando vuelva.

Siguiendo al último abanderado del socialismo realmente existente, que viaja a Lanzarote para verse con el líder áureo y el embajador de China en el PSOE (Zapatero), Dios nos libre, una empresa de “car sharing” se ha sentido en la obligación de hacer una encuesta sobre la “madrileñofobia”.

Con el nivel científico propio del abanderado sociata, la encuesta es autoadministrada (por correo electrónico) y contiene una muestra según la cual los parados en España apenas superan el 6% y, tomen nota, este es un país de titulados: 69,6% tienen título. A ver, españoles y españolas, a corregir curriculum ahora mismo.

ZITY se llama la empresa, casi es como Tezanos, y el resultado el buscado: al parecer, aunque al 40% de los españoles la gente de Madrid no le molesta, el 35,3% de los españoles es “madrileñófobo”. El otro 25% se lo debe estar pensando, les dije que era encuesta en plan Tezanos.

Es lo que tiene, Florentino, ganar 15 copas de Europa, que luego nos suben los precios. Porque, así, entre ustedes y yo, los que tienen manía a los madrileños y madrileñas son los de las tabernas, hosteleros y hoteles de fuera –menos mal que tengo un mapa de gente amiga y con tabernas con aire acondicionado, por donde ando-.

Los de Madrid son los españoles que más viajan (el 18,1 % del total), por encima de Castilla y León y Aragón que, en proporción a su población, son los que van después. Acumula el personal de Madrid, un porcentaje del gasto de viajes similar. Así que ya saben los de las fobias quién paga las pistolitas de agua.

El asunto es que, según los últimos datos sobre turismo español del INE, relativos al primer trimestre de 2025, los viajes de los españoles se han reducido (14,32%), el gasto total ha crecido un (4,31%). Lo que supone que la gente está pagando un 11,7% más. Qué grande es el sector de la hostelería, que notable productividad y que excelsa simpatía (hagámosle la pelota que esto empieza a ser amenazante).

Los de “Madriz” nos hemos colado entre los objetivos de la abundante cola de la “turismofobia” que nos ilumina al resto de los mortales. Luego ya vienen al tabernario Madrid a conspirar contra los de allí.

Lo más probable es que, independientemente de algunos imbéciles que, seguro los hay y piensan que no pueden hacer nada contra los imbéciles que piensan que ellos lo son, mucho urbanita presto a ocupar un lugar nunca hollado por pie humano y vivir una experiencia inolvidable, según le ha recomendado alguna “influencer” por Tiktok, el caso del madrileño o la madrileña, se parece mucho al de los alemanes perseguidos con pistolitas de agua en Baleares o Barcelona.

Qué haría el “turismofóbico” sin una pistolita de agua. Dejémosle jugar, mientras matan, a golpe de mala reputación, a la gallina de los huevos de oro.

Hagámosle caso, dejemos las islas y el litoral a futbolistas e “influencers”, cerremos las calles convertidas en pasarelas de bares y tapiemos los locales a los que no volverán sus antiguos moradores, que viven en chalecitos en las afueras o en urbanizaciones en Madrid, enviemos al paro a quienes trabajan.

Volvamos a la aldea que fuimos y que no hemos sabido convertir en otra cosa que en una sombrilla. Vaciemos las terrazas, mandemos a Bulgaria o Marruecos a los turistas, así seremos un país culto, donde se viva bien y no haya PIB. Además, siempre habrá sitio en las terrazas.

Aunque, igual, si no vienen los bárbaros, no hay terrazas, eso es cosa de los de “Madriz”, pandilla de tabernarios que acosamos a la madre patria. Perdón, que tampoco es patria. ¡Buf, qué difícil es con Illa, que maravilla!

Me temo que el problema del turismo español es que anda a punto de matar la gallina de los huevos de oro. La reputación también decae en nuestro mercado turístico. Los extranjeros también se quejan de masificación y precios y añaden algo que nunca habían percibido en España: cierta incomodidad. Esto lo dicen los estudios de los propios empresarios.

Pero nada nos pasa. Los abanderados del cohete disfrutan de las alfombras de amaranto; Illa abre la escotilla, mira y solo ve felicidad por doquier –Fuigdemont y Junqueras no son tan felices, pero seguro que, como los demás, están errados-. Volveremos a engordar nuestro PIB estrujando a los extranjeros y, si falta hiciere, a los madrileños. Ganando reputación para el sector.

En el litoral levantino, los niños llevan camisetas del Madrid y del Atleti (menos, se siente), el acento cheli se mezcla con el francés, el británico y el alemán –algunos de los huidos de Mallorca se han venido para aquí-.

Seamos solidarios, Illa nos lo pide, pelillos a la mar, ignoremos a quienes nos odian, son menos que a los que no molestamos. Cuando llegue octubre y los guiris se vayan, ya venimos los de Madrid a gastarnos un sueldo en una gamba (he dicho una, que no da para más). Y si hace falta, que nos la hiervan en agua de mar. Todo sea por la solidaridad. Illa, que maravilla.

 

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