Las pulseras, la Yoli y algo pequeñito

El asunto de las pulseras antimaltrato es un escándalo mayúsculo. A estas alturas, ustedes ya conocen todos los detalles: en suma, los artilugios y el sistema que debían proteger a las mujeres de sus acosadores y maltratadores ha sido un fiasco, al menos desde que se inició el nuevo contrato, no sabemos si desde antes.

Ni federal, ni generalizable, ni constitucional, ni posible

Catalunya y los habituales enredadores se han reunido. Los presagios que les anuncié en la anterior entrada se han producido, al menos en términos literarios, porque de concreciones o números, nada de nada. Lo que ha ocurrido esta mañana es que se ha elevado a acuerdos de Gobierno los acuerdos entre ERC y PSOE. Eso…

La condición humana

[Rafael Vera, ex secretario de Estado para la Seguridad con Felipe González, ha publicado el siguiente artículo en varios medios digitales, en el que profundiza en la ‘condición humana’ del sanchismo. El artículo no tiene desperdicio y merece una lectura tranquila y reposada para comprender el daño que el sanchismo y su corrupción están causando…

Brecha generacional (2): La vivienda, el impulsor percibido de la fragilidad democrática

En la primera entrega de esta serie, señalaba las serias tendencias ultraderechistas que los analistas, politólogos y cronistas percibíamos entre los más jóvenes. Apenas una semana después, el viernes pasado, La Foundation TUI, perteneciente al grupo turístico alemán, hacía pública una encuesta de un instituto de opinión privado, la británica You Gov, realizada en los…

Las chicas de Ábalos

Al parecer, no ha habido una única señorita de compañía de José Luis Ábalos enchufada por la brava en una empresa pública. Se ha intentado dotar a esas contrataciones de toda una parafernalia documental, incluidos partes de trabajo que contradicen las afirmaciones de la más conocida de esas señoritas, Jessica Rodríguez, que manifestó que jamás…

Ese leve aroma antieuropeo

Quizá recuerden aquellos días en los que éramos los primeros de la clase. De hecho, llegamos a obtener el premio de los apresurados, cuando fuimos los únicos que votamos el Tratado de Maastricht, mientras el resto de Europa lo iba rechazando.