Tratado sobre la inútil resistencia

Puigdemont, Mazón, Sánchez, Gallardo. Tres días de semana y cuatro resistentes. Por Dios, qué agotamiento. La resistencia, en realidad, pertenece a los pueblos. Nobles epopeyas han sido escritas y permanecen en nuestra memoria: Aux armes citoyens; no surrender!; Give me the Freedom; In pluribus unum, todo el poder para los soviets; Bella Ciao, No pasarán, Go home, Nunca Más, Amandla! Awethu!

La cuestión es que las epopeyas corales son difíciles de comunicar y suponen explicar costes de oportunidad, opciones, a veces no fáciles de argumentar. Cómo explicar que Troya fue asediada por los aqueos porque era la ciudad pirata que controlaba los Dardanelos. Un aburrimiento. Cómo depender de que un padre o hijo abandonara el campo para ayudar a su familia.

Es en ese momento, estimados y estimadas, cuando nace el mercado de los héroes. Y si hay escasez, se fabrican. Cómo narrar el asedio de Troya sin contar con un excelso militar (Aquiles) y un no menos excelso y trapacero político (Ulises). Por cierto, el soldado murió, el político cruzó en un pequeño habitáculo, con unos conmilitones y haciendo trapacerías, todo el Mediterráneo. Lo importante era el viaje, ya saben y me entienden.

La resistencia es el resultado de un momento antidemocrático. Se produce cuando no existe la conversación, cuando los cauces de encuentro, de posibilidades de acuerdo han desaparecido. Cuando triunfan escenarios pacificados, como la razón o la ilustración, se crea ese balneario democrático, donde la resistencia se aplica a un nivel de mejora individual, de afanes propios, de comunidades que se reivindican a sí mismas.

En ese cuadro, los héroes pierden valor y necesitan ejercicios de revalorización en el mercado. La resistencia sin propósito pasa a ser ruido, estridencia, buscar enemigos, hurgar en lo miserable de lo que acontece. Dadme un héroe sin causa, os daré una tragedia, dijo el literato. El héroe es un populista, un inquisidor, maquilla una sonrisa que amenaza a quien queda fuera de la secta.

En lo que va de semana, solo tres días, ya hemos tenido cuatro ejemplos de inútil resistencia.

El primero fue el huido en Waterloo, habitante de una burbuja de héroe, alejado voluntariamente de su propio pueblo. Capitán araña de sus conmilitones. Ha decidido una ruptura con el gobierno español que no se sabe si tiene recorrido alguno. Ha pasado de querer a Sánchez “en coma, pero no muerto” (situación que satisfacía a la banda de Turull) a “tendréis poltrona, pero no gobernaréis” (cosa que gusta menos a la banda de Turull).

No deja de ser irónico que hable de poltronas quien vive en una que le pagan por no hacer nada y que hable de no gobernar quien no gobierna. Inútil resistencia de política clientelar, héroe amenazante que no desea la estabilidad del prójimo, sino la de sus bagatelas. La ciudadanía dirá.

Si hay un héroe de la resistencia por antonomasia, a confesión de parte no es necesaria la prueba, ése es el presidente del Gobierno. Acaba de perder toda posibilidad de mayoría. De fastos de fin de fiesta que tenían preparados Bolaños, Díaz y compañía, nada de nada, pero esa pérdida de legitimidad no le ha conmovido lo más mínimo.

No gobernará, acaso un decreto y alguna tocada de narices. Lo que quedará de legislatura será asfixiante, vacuo y ruidoso. Una carrera por la polarización para estimular el voto. La ciudadanía dirá.

El tercer resistente tan inútil como zafio, para qué engañarse, es el que, al parecer, será candidato del PSOE en Extremadura. Se han convocado elecciones en la Comunidad extremeña; su Estatuto de Autonomía prohíbe la prórroga de la prórroga presupuestaria existente y Guardiola no ha querido prolongar la agonía de su gobierno, lacerado por una pinza entre PSOE y Vox. No, no ha querido negociar con VOX, la ciudadanía dirá.

Ahora bien. El secretario general del PSOE de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, ha decidido que será el candidato a las elecciones autonómicas del próximo 21 de diciembre, al parecer también piensa liberarse de la herencia política de Vara, el expresidente.

El señor Gallardo revela bien el viaje del socialismo realmente existente desde la “imputación dimisión” a “imputación, candidatura”. Proponer al votante de la izquierda extremeña a un caballero imputado no carece de actitud heroica, del héroe sin mercado de los que arriba citaba.

Lo hará pese a estar investigado, imputado y a espera de juicio oral, en el caso que afecta al hermano del presidente del Gobierno. Naturalmente, Sánchez ha declarado su inocencia y él se presenta porque lo vale. La ciudadanía dirá.

Si hay, esta semana, un resistente inútil, cabalgando sobre la muerte, el dolor, la mentira y la impericia, ese es Mazón. Él sabe, ustedes saben, que no volverá a representar a la ciudadanía.

Él sabe y ustedes saben que, en ese cuadro de fango político en el que se ha convertido la terrorífica DANA, debe abandonar. La imposibilidad de Mazón es la reflexión que convoca a Feijóo: los sondeos no apuntan, hasta hoy, una alternancia de bloque político, parece que también los socialistas, encabezados por una activista de delegada del Gobierno y de una ministra-candidata que ejerce en Madrid, está sufriendo electoralmente. Lo que se apunta es el crecimiento de la antipolítica y la antipolítica es VOX. La ciudadanía dirá.

En un fin de ciclo, los héroes no son disruptivos ni revolucionarios, son unos aguafiestas.

 

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