Trump y Sánchez, vidas paralelas en el populismo de la corrupfera

Trump ordena a Sánchez que se siente. Cumbre de Osaka, Japón, 28 de junio de 2019

Trump ordena a Sánchez que se siente. Cumbre de Osaka, Japón, 28 de junio de 2019

Donald Trump, el más que polémico, violento, populista y corrupto expresidente de Estados Unidos y otra vez candidato a la Presidencia de ese país, acaba de ser condenado por el Gran Jurado por los 34 cargos de corrupción de los que se le acusaba. A Trump, el jurado popular le ha encontrado culpable de falsificar registros comerciales relacionados con 11 facturas, 12 vales y 11 cheques como pago a la estrella porno Stormy Daniels por su silencio. Pagar por el silencio no es delito en Estados Unidos, pero sí falsificar documentos para ocultarlo.

La respuesta de Trump no se ha hecho esperar: para él, la culpa es de jueces y fiscales corruptos, quienes estarían aliados con otros corruptos periodistas y políticos –Biden, sin duda- que no pueden permitir el ‘soplo de renovación y de aire fresco‘ que él mismo representa frente a una ciudadanía ociosa en una democracia caduca, derrumbada, de rodillas y en manos de comunistas y populistas de todo signo. Dice Trump que él y sólo él es el salvador de la patria, el héroe y el ninja americano, el guía y faro de la humanidad y que sus acciones, férreas, contundentes, sanas y frescas, constituyen la salvación para todos los patriotas y ciudadanos decentes.

A muchas millas de distancia, en una España desgarrada y partida en dos una vez más, otro populista de morales y con los mismos modales filofascistas, un tal Pedro Sánchez, acaba de aprobar con chulería de portero de casa de citas una ley de amnistía que beneficia a filoterroristas, a golpistas, a vendepatrias y meaperros diversos y, sobre todo, a supuestos corruptos de las más variadas y viles calañas. Para justificar tal atropello a la ciudadanía, a la justicia y a la razón, Sánchez, al igual que Trump, argumenta que él salva así a la Patria, a los patriotas y a la ciudadanía adormilada, y, con énfasis macarra, añade que gracias a él la economía española va como un tiro y que avanza imparable, como la gira por España de Taylor Swift.

Sánchez, como Trump, no sólo actúa como un ególatra y paranoico individuo, sino que emula al yanqui en su supuesta corrupción y en la supuesta corrupción de su entorno más íntimo: Sánchez incluso desbanca al maestro yanqui de la mentira y del desorden ético y moral. Actúa como un auténtico subproyecto de ciudadano, se fija en lo que hace Trump y carga contra jueces, políticos, ciudadanos de a pie y periodistas que investigan las redes de posible corrupción de su mujer, Begoña Gómez, o de su propio hermano, y, ya puestos, de él mismo.

El individuo Sánchez, en su creencia de ser el Almirante de la Mar Océana, Gran Timonel del Mundo y Único Hacedor del Universo, supera al filofascista Trump en modos, tonos, maneras, actitudes… Si Trump enfrentó en 2021 a los norteamericanos en una toma brutal del Capitolio, Sánchez ya ha enfrentado a los españoles: como Don Rodrigo, según cuenta la leyenda, Sánchez ya ha abierto los cerrojos del palacio de los secretos y de los males de España. Ya funcionan las dos Españas, ya estamos en la vía de un conflicto civil.

¿Valía la pena tanta mentira, tanta supuesta corrupción política y económica, colocarse en el grupo de corrupfera y tantas actitudes filofascistas por un atornillamiento en el sillón de la Moncloa? No para Felipe González, no para Alfonso Guerra, no para la gran mayoría de los españoles. No para mí.

 

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