El huido descontento: crisis o flotilla

El huido no está contento. Ha roto con el PSOE. La pregunta que nos hacemos es si esto tiene trascendencia y conduce a la crisis final de la legislatura o es una flotilla “indepe” para salvar concejales. El mayor capitán araña del reino, acosado por la pérdida de mesnadas; abrazado al muerto, le han dicho sus cabezas de huevo, ha dicho que hasta aquí. Sánchez, a pesar de que la ausencia de acuerdo deslegitima la investidura, esboza una sonrisa: tiene el comodín del Constitucional. Hasta la primavera, como pronto, no se verá el asunto de la amnistía del prófugo en el tribunal y siempre puede haber retrasos, ustedes me entienden. ¿De quién depende el Constitucional? Pues eso.

Los hiperventilados “indepes” han vivido de su influencia, democráticamente inmerecida, legitimando un gobierno clientelar. Incluso ahora. Apenas seis mil hiperventilados decidirán el futuro del (des)gobierno de España –la estabilidad de España se les da una higa-. Especialmente antidemocrático el asunto éste de las bases apeladas a santificar el “diktak” del fugado (o de cualquier otro) y cambiar la voluntad de millones de votantes.

Sánchez ni ha necesitado maquillarse. Anunció que gobernaría “sin concurso del legislativo”, ha vivido sin concurso del judicial y, si hace falta, vivirá sin leyes ni Gobierno. De entrada, no habrá mociones: ni de confianza, ni de censura. Es la tapia que ha puesto el renuente Turull, jefe de la cosa más bajo de los Pirineos: necesitan tiempo para atesorar algo antes de cerrar la tienda.

El asunto catalán es notablemente divertido. El gobierno español ha organizado su supervivencia pagando un coste político extremo, dándole aire a la extrema derecha, que es lo que le gusta a Sánchez, con acuerdos que nunca ha cumplido porque, probablemente, eran incumplibles, como muchos hemos estimado. En ese sentido, Sánchez más que un traidor es un trilero. Diecinueve reuniones en Suiza, la mayoría de las cuales no conocíamos.

Los de Junts estaban avisados: en el principio, fueron los trileros del núcleo irradiador de la Secretaría de Organización los que capturaron los votos del capitán araña.

El gran problema de Puigdemont “son tres”.

Lo que tiene ser el fantasma de la burbuja de Waterloo es vivir ajeno a la realidad, regando su ego, políticamente muerto, salvo improbable resurrección de los hiperventilados, ignorando lo que pasa y las cuitas de sus conmilitones. En las burbujas no suceden las cosas que les pasan a los “batlles y regidors” (alcaldes y concejales) de Junts, amenazados con perder sus regalías.

¿Amenazados por los socialistas? No.

Este es el segundo problema del huido. Ignora que “la república no existe, idiota”. Y menos la paradisíaca democracia popular y populista imaginada. Según los sondeos de la casa catalana, no de Tezanos, el 30% de la ciudadanía de la comarca, entre el Río grande y las montañas oscuras, del Ebro a los Pirineos, es de extrema derecha que se reparte entre Vox y la Alianza Catalana de Orriols, la xenófoba alcaldesa de Ripoll. Votantes, los de la “fachaindepe”, dispuestos a abandonar a “Fuigdemont” en cualquier momento.

La derecha catalana ha pasado del “xeny a la rauxa” (de la serenidad a la rabia) y el huido no sabe cómo ha sido, por más que él ha alimentado el negocio de la hiperventilación xenófoba.

En el fondo y en la forma, han resucitado el asunto genético que alimentaba la irrisoria fanfarria del arcaico Estat Català y sus fundadores y que comparten con Arzalluz, aquel del PNV. El gen africano de los hispanos justifica la nazi pureza patria del “indepe”. Es lo que tiene ser populista, siempre hay un fascista dispuesto a recoger frutos y cargos de partidos como Junts.

El profeta de la independencia vive en una burbuja y sus tropas están asediadas por el identitarismo sedicentemente nazi de Orriols. Aquí nace el tercer problema.

Manuel Ángel Menéndez me advertía esta mañana, con tino, sobre la burguesía catalana y sus dudas sobre la política del fugado de las que parece que Turull se ha hecho portavoz. A él le basta con mantener en coma a Sánchez, no es voraz, le vale la suave voz del comercio del “botiguer” y el hacendado: son los que aprendieron en la cuna que detrás de un nacionalista siempre hay un comerciante.

El fantasma huido no solo intentó algo improbable como romper una nación. Intentó algo más ahistórico: construir una nación sin burguesía, donde a golpe de “wokes” y “cuperos” se crearía el imaginario del nuevo mundo.

Los de Turull, en realidad, confían en Illa, dispuesto a hacer caja, rompiendo el estado del bienestar español, si hace falta, para recibir el apoyo de la derecha catalana. En esas estaba Pedro, pero ya no va a poder.

No obstante, ha proferido (Yolanda Díaz hubiera escrito profesado, ella es distinta) algo parecido a una risa, disfrazada de mensaje optimista para consumo de los propios. Allá el huido, si él quiere ni le deja presentarse a las próximas elecciones, por malversador o lo que le digan a Pumpido. Serán sus dádivas, ahora, para Illa y ERC, en forma de propuestas que no podrán ser cumplidas.

Sánchez sacará banderas de España, sus exaliados sacarán xenófobos argumentos y radicalidades varias. La ciudadanía española lo pagará con una extensión poco honesta de una legislatura sin apoyos, sin leyes que presentar. Tampoco los ruidos del fin de fiesta, las leyes de Bolaños, Díaz y cosas de esas tendrán sitio.

Pero a Sánchez no le importa esto. Lo suyo son los muros.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.