Mariano Rajoy ha sido todo un caballero al dejar la Moncloa ¡qué remedio! Pero hizo sus maletas en silencio mientras dejaba un mensaje inquietante: será legal que le sustituya Pedro Sánchez como presidente del Gobierno porque ha ganado la moción de censura, pero asegura que no es legítimo, puesto que no ganó en las urnas.
Dice mi amigo el rojo, de los que aún quedan, que los dirigentes de la derecha española están seguros de que nacieron para mandar y que por eso cualquier ocupación del poder por otros significa para ellos usurpación, asalto, apropiación indebida, expolio. Se supone que los análisis más o menos sesudos, deben huir de las pasiones y los sectarismos para ser más certeros, tareas difíciles y casi imposibles cuando son precisamente sectarios y pasionales los hechos como es el caso.
El prófugo Puigdemont, sus exconsejeros presos y todos los propagandistas independentistas utilizaron hace meses el mismo argumento, legitimidad versus legalidad, para justificar y validar tanto el ilegal referéndum de autodeterminación como su proclamada república catalana: no serían legales porque los prohíbe la Constitución pero sí son legítimos porque los respalda la voluntad de dos millones de catalanes que querían votar y así lo hicieron. Más aún cuando unas posteriores elecciones han consolidado su mayoría absoluta en el Parlament.
Parece imposible que Rajoy, Puigdemont y sus respectivos propagandistas ignoren tanto el sentido común como el diccionario de la Real Academia Española. Legal es “Prescrito por ley y conforme a ella” o “perteneciente o relativo a la ley o al derecho”. Y legítimo: “conforme a las leyes”.
Tal parece que mi amigo el rojo podría tener razón pues el único criterio que puede hacer coincidir a los dirigentes de la derecha española en general y a los de la derecha catalana, en particular, en mantener la falacia legitimidad versus legalidad es el criterio inicial: si es que han nacido para gobernar la ley es la suya, la que debería prevalecer sobre los demás, aunque la de los otros se llame Constitución y pertenezca a todos. (Obvio a los radicales de la CUP porque a esos cualquier ley o legitimidad les da exactamente igual, pasan de las dos). Aunque la coincidencia básica para semejantes exabruptos puede salir de las vísceras y situarse a flor de piel: a los dos los han echado del poder abruptamente y aplicando la misma ley.
Los populares, que no han empezado ni a lamerse sus heridas, deberían dejar una primera herencia de pedagogía y asumir que para gobernar no basta con ganar elecciones, es necesario obtener una mayoría en el Congreso de los Diputados. La norma democrática occidental es que quien no logró la mayoría absoluta en las elecciones debe encontrarla en el Parlamento. Y eso explica que en España, al final, son tan útiles como inútiles para gobernar los 137 escaños del PP como los 85 del PSOE cuando lo que necesitas son al menos 176. Otra cosa es que Pedro Sánchez, que acaba de obtener el inestable respaldo de 180 diputados, no lo vayan a pasar mucho peor aún que lo pasaron los populares para mantenerse, si es que lo logran…