Auster, Prego y los muros en el 1 de mayo

Andaba yo, hace quince años, terminando la edición en inglés del, entonces, último libro de Paul AuSalirster (El hombre en la oscuridad), con sólo 150 viajes al diccionario oiga, y me encontré con un verso que prácticamente cierra el libro: “Mientras el (weird) mundo sigue girando”.

No me agradaba poner extraño, misterioso o raro, mi traducción. Benito Gómez, el traductor oficial de Paul Auster, me descubrió que “weird world” se traduce por “peregrino mundo”. Por eso, este blog se llama así. Gracias Paul por prestarme un verso.

Hoy han coincidido en dejar este peregrino mundo tanto Paul Auster como otra genio de la comunicación: Victoria Prego.

En cualquier otro momento, hoy les hubiera escrito sobre la clase obrera, de sus imprescindibles, históricamente no sé si hoy, sindicatos. De las modernas condiciones de vida de la clase obrera, de sus todavía necesarias movilizaciones, aunque hace seis años que no hay ninguna, o, quizá, en un moderno “maquinismo”, del futuro del trabajo en los tiempos de la inteligencia artificial.

Pero miren, si los sindicatos llevan seis años sin organizar un piquete, los gobiernos se manifiestan con los sindicatos y hasta las vicepresidentas ocupan las tribunas que antes llenaban las ejecutivas obreras, con lo celosos que éramos de la autonomía sindical que hasta ocultaban su militancia. Lo mejor es ignorar el asunto.

Viva el Primero de Mayo no era Viva Sánchez. Él, que conoce el secreto, se ha ido a la Feria de abril, no sé si en el Falcón, que el Gobierno no lo ha dicho y no quiero incurrir en bulo ajeno. Al fin y al cabo, es más honesto que ocupar una fila en una manifestación obrera.

Pero ya que estamos, pues nada. Los que hemos participado en hasta media docena de huelgas generales, y algunas de las otras, y nunca nos hemos encontrado a un socialista en los piquetes, os saludamos camaradas obreros del gobierno. Hoy, la vicepresidenta Montero ha hecho temblar el capitalismo.

Paul Auster y Victoria Prego compartían una práctica en común: conversaban con gente que no conocían, ni preveían conocer. Auster era como aquel vendedor de tabaco de su novela que compartía relaciones amistosas con gente que no conocía. Así era, decía Auster, la ciudad de la democracia: más solidaridades y afectos que muros.

Se puede cenar al otro lado de la división, en lugar de ensanchar el lado del muro que nos resulta odioso. De eso hablaban Auster y Prego.

Ambos ofrecían pocas dudas sobre su actitud antifascista. Pero él y ella sabían lo que era el fascismo y no colocaban a nadie en una “fachosfera”, por mucho que cualquier gobierno lo impusiera. Es probable que no entendieran las cosas recientes de levantar muros, de cordones sanitarios o de definir las libertades desde un gobierno, a golpe de leyes que nos regulan día y noche y órdenes que ocupan desde el Instagram a los periódicos, pasando por los fiscales y los jueces.

No cabe duda de que el bulo y la falsedad arruinan nuestra convivencia. Pero eso no se arregla señalando periódicos y periodistas, poniendo estrellitas en los condenados, amenazando a quienes usan redes o blogs como éste. Es curioso cómo una reflexión que empieza pensando en dejar un cargo acaba en pensar en cerrar periódicos o juzgados.

Pero ya se sabe. Hoy es uno de mayo, no ha sido el día del trabajo, sino el día de Sánchez. Todo lo demás parece funcionar igual.

Hoy entiendo mejor que hace quince años que las cosas peregrinas giran con el mundo, como camina la escoria en una vieja máquina de tren de aquellos ferroviarios que, antaño, llenaban las manifestaciones del Primero de Mayo.

Ya sabemos quién está, como recitaría Churchill, a cargo del traqueteo del tren. No son los viejos obreros ferroviarios, son los miembros del Gobierno. Son los tiempos de la izquierda nueva, el nuevo estado mayor que diría Mao. Eso sí, algo amenazado por abundantes desafecciones, por mucho que silencio se avise o se amenace miedo. Lean este humilde blog, cualquier día me hacen una ley para cerrarlo y usted se queda sin una risa más.

 

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