El fallo de los ERE en Andalucía ha sido tan clamoroso que ha puesto en boca de muchos una frase que levanta pasiones: ‘El Partido Socialista nos roba’. Ahora ya sabemos que la corrupción político-económico-social es tan grave, está tan extendida en este abrumado país, que se necesita una catarsis política a niveles bíblicos para que el conjunto de la ciudadanía pueda sentirse nuevamente representada en las instituciones.
La sentencia de los ERE, que acabamos de conocer después de un larguísimo año de ‘deliberación’ por parte de unos tribunales sin duda presionados a máximos niveles, es sólo una parte importante, pero no única, de las 146 piezas abiertas por este caso de latrocinio a gran escala en Andalucía. Los dirigentes socialistas ahora condenados son sólo una parte mínima de los 507 dirigentes imputados en todas las macrocausas de los ERE.
La sentencia ha venido a poner de relieve varias cosas: primero, que el PSOE necesita una limpieza a fondo; es decir, la eliminación sin matices de tanto ladrón como se ha refugiado bajo esas siglas centenarias durante tantos años de transición política; segundo, que el Partido Socialista ha sido condenado por prácticas corruptas: ya lo mantuvo la fiscalía hasta el final como argumento, que los dirigentes socialistas montaron con los ERE un sistema opaco de subvenciones a empresas afines al PSOE.
En tercer lugar, la sentencia de los ERE pone de relieve, ya sin lugar a dudas, que el PSOE es el segundo partido supuestamente más corrupto en la historia contemporánea de España, después de la Convergencia Democrática de Cataluña de Jordi Pujol, Artur Mas y la burguesía corrupta catalana y su denunciado 3 por ciento de trinque en toda obra pública en aquella comunidad autónoma. Se calcula que la corrupción de CDC en Cataluña pudo alcanzar los 3.000 millones de euros; la del PSOE andaluz va ahora mismo por los 680 millones, sin contar lo prescrito.
En cuarto lugar, que dos presidentes del PSOE, José Antonio Griñán y Manuel Chaves, que relevaron a un hombre de tan extraordinaria limpieza como fue Ramón Rubial, hayan sido condenados por corruptos, junto a otros altos dirigentes socialistas, ensucia a toda la organización del PSOE y pide a gritos la dimisión inmediata, o cese fulminante, no sólo de la dirigente socialista andaluza Susana Díaz, sino del secretario general del PSOE y presidente del gobierno en funciones Pedro Sánchez.
Los voceras del PSOE, conformados en muchos casos por estómagos realmente agradecidos, han llegado a decir públicamente que la sentencia de los ERE no implica ningún problema político, porque ya los electores perdonaron a Susana Díaz en Andalucía cuando la votaron en las pasadas elecciones autonómicas y a Pedro Sánchez en dos elecciones generales este año. La desvergüenza no puede ser mayor: las elecciones se celebraron mucho antes de conocerse la sentencia, y aún mucho antes de conocerse la resolución de las otras 146 piezas que siguen pendientes, o como se dice en justicia, sub iudice.