Cataluña, la prostitución de la democracia

El bochornoso espectáculo político protagonizado por el independentismo catalán desde hace tres meses ha generando no solo el descredito de las instituciones sino de la mayor parte de sus protagonistas que, con su actitud indigna, se han empeñado en prostituir hasta la esencia misma de la democracia.

Esperpento, burla, descredito, agonía son solo algunos de los adjetivos que servirían para calificar el mercadeo de votos para conseguir una mayoría necesaria con que gobernar, en la que el Presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas, se ha llevado la palma, al mendigar una y otra vez el apoyo de la Candidatura de Unidad Popular que, con apenas el 8% del electorado, se empeña en humillar a la máxima autoridad de Catalunya.

La CUP tiene todo el derecho a ser un partido secesionista, anticapitalista, antisistema y de base enteramente ciudadana, pero su comportamiento pseudoasambleario, con el que ha retorcido hasta la saciedad las propuestas a sus 3.000 militantes (dos a favor y otras dos en contra de la “investidura de Mas y la hoja de ruta para la creación de una República catalana, la desconexión institucional y la ruptura democrática”), ha conseguido emular al mismísimo Marx, -no don Carlos-, sino el genial Groucho siempre dispuesto a canjear sus principios al primero que se lo pidiera. “Estos son mis principios, si no le gustan los cambio”, sugería irónicamente el cómico americano.

El nuevo Robespierre

La histórica votación de la asamblea (de la CUP), con empate infalible de 1.515 votos favor y en contra del president -es decir, lo uno y lo contrario-, evidencia la ópera bufa que representa la minoría secesionista del Parlament, en el que ya nadie distingue a los resucitados Jacobinos de los verdaderos Sans Culottes, a los Girondinos (o de la baguette), e incluso a los montañistas o cordeleros -que también los hay- que propiciaron los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

En esta moderna revolución republicana a la catalana, pero sin Bastilla, no hay que tener mucha imaginación para saber quién acabara asumiendo el papel de Robespierre y su final. Solo debemos recordar lo que el sanguinario protagonista del Terror aseguraba dos siglos atrás: “Destruid las sociedades (los partidos o clubes de la revolución) y habréis eliminado el freno más potente de la corrupción”.

2017 fecha para la ‘desconexión’

Resulta paradójico que el guion fijado para la desconexión de Cataluña con el resto de España haya puesto como fecha límite marzo de 2017, sin establecer el mismo empeño o mayor en erradicar el enorme expolio generado desde hace 30 años desde muchos rincones del poder del pujolismo. Las malas prácticas y la ignominia con que se han conducido los últimos dirigentes en las instituciones para combatir la crisis han dejado a la autonomía más industrializada del país al borde de la quiebra.

Endeudamiento e insolvencia

Cataluña representa un 18% del PIB de España y un 26% de sus exportaciones, su deuda supera el 100% -200.000 M €- y está al borde de la insolvencia. Hoy es la Comunidad Autónoma con mayor endeudamiento y los vencimientos ahogan su liquidez ya que no tiene posibilidad de refinanciación. Más de 600.000 ciudadanos de sus 7,5 millones de población continúan en el paro (17.5%).

El columnista Lluis Bassets aseguraba días atrás que la indignidad a la que han llegado la coalición para la independencia de Junts pel Si y el propio Mas supera cualquier pesadilla de la imaginación. Peor puede ser el retorcimiento y la manipulación asamblearia de sus compañeros de viaje –la cúpula de la CUP- con la que están a punto de degradar la grandeza de la política utilizando la inocencia de buena parte de la sociedad para convertirla en un barrizal.

¡Si Tarradellas y otros muchos prohombres catalanes levantaran la cabeza!

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