Catar ya ha perdido

A las cinco de la tarde. Será a las cinco en punto de la tarde, en domingo. Un niño traerá, quizá, una blanca pelota, a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde, lucharán la paloma y el leopardo: será ese partido de fútbol que ustedes llevan toda la vida esperando. Al fin, el partido del siglo: Catar luchará contra Ecuador.

Será a las cinco en sombra de la tarde. Porque es lo que tiene este mundial futbolero: que sabe a sombra. Nada de reuniones de amigotes, con cervezas y calor, en noches memorables de solsticio.

Nada de esas amigas, que no se sabe porqué siempre se ponen en la esquina y que de pronto, con tu camiseta y tu cara pintada con tus nacionales colores, te preguntan: hoy quién juega.

Allí, en el desierto, donde mueren esclavos, se encarcelan a los gay y lesbianas, donde el embajador del torneo afirma que su opción sexual puede ser una enfermedad mental, donde se recluye a las mujeres. Allí será, a las cinco de la tarde.

Allí es un paraíso: ustedes no saben si pueden calentar su casa, pero el jeque ha puesto aire acondicionado en los campos, para que haga veinte grados, a las cinco de la tarde. Al fin y al cabo, el petróleo es suyo y el cambio climático nuestro.

Los futboleros andamos como tristes. No; no es el mes; suena a dinero sucio, a trampas. Alguna gente irá, hablaremos del VAR, los entrenadores dirán la suya y los jugadores se lesionarán u, ojalá, no. Pero no suena a mundial, a pasión, a risas de verano, tampoco a combate de invierno.

Doha parece Disneylandia, vaciada de público. Lo que vemos en las imágenes de sus calles, a dos días del evento más importante del deporte más visto del mundo, es vacío.

Las atracciones están ahí, los empleados también. La decoración está en su lugar, como era de esperar: se basa en banderas con los colores de las selecciones, globos colgados por todas partes y fotos de jugadores XXL exhibidas en los edificios que son igual de importantes. Pero, aparte de unos pocos curiosos, casi nadie se ve en el horizonte de las imágenes. Hay de todo, menos aficionados y aficionadas.

Los futboleros estamos tristes. Nos tememos que esta Copa del Mundo es mucho más que fútbol. Por primera vez, no ha sido una fiesta, no pensamos en el legado del futuro ni envidiamos una cerveza al lado del campo. Quizá porque la han prohibido. Esta vez va del coste humano.., de sufrimiento y derechos

Los trabajadores migrantes han soportado condiciones de explotación, incluso mortales, mientras Catar se preparaba para la Copa del Mundo. Seamos capaces de entender la verdad, detrás de las hábiles relaciones públicas, algunas sospechosas, de los petrócratas del Golfo.

El abusivo sistema “kafala”, los trabajadores no pueden cambiar de trabajo sin el permiso de su empleador, ha sido abolido, en teoría, y se ha introducido un salario mínimo, también en teoría. Las reformas no han ido lo suficientemente lejos ni se han aplicado con rigor. Pura fachada.

Y el mundo de los derechos humanos está tan lejos del jeque Al Thani como sus prácticas conocidas.

Influyente a nivel mundial, dinero arriba, dinero abajo, que le pregunten al actual Carlos III de Inglaterra, cuya fundación recibía dinero en bolsones o a los detenidos en París por trapacerías cataríes, o a los de la FIFA.

El emirato se ha convirtió en un actor fundamental en la agitación política en el Golfo. Catar impulsó los ataques a Libia y apoyó los levantamientos populares en el área, a través de su canal de noticias Al Jazeera manipula la realidad de la zona.

Al Thani, el Jeque, también admitió que, bajo su mandato, Catar “tal vez” financió al Frente al-Nusra, la rama siria de al-Qaeda, por supuesto “sin su conocimiento”.

Será el domingo, a las cinco de la tarde. Un mes. No todo será tristeza: sigan a la selección; tengan paciencia: después de ochocientos pases, igual meten un gol. Disfruten con los versos de los veteranos, con la fuerza de los noveles de todas las selecciones mundiales, la muchachada no es culpable, quizá sí sus jefes.

“Fútbol es fútbol”. Cuando beban lo que hayan decidido beber en el otoño y, a las cinco de la tarde, guarden un minuto para recordar que, esta vez, bajo el “jogo bonito”, hay sangre.

Como Putin, y haga lo que haga, Catar ya ha perdido. Ustedes lo saben y el cronista también. Pero como era plata o plomo, los de la FIFA eligieron plata.

 

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