El anagrama de ETA en una calle del País Vasco.
De Biden al cine, pasando por donde haga falta. Bildu y sus convictos candidatos nos están dando la campaña. Llevamos cuatro días de campaña vasca, sin que los de Bildu hayan dado la menor explicación a vascos, vascas, personal de España y, menos, a las víctimas, notablemente agraviadas. Es lo que hay.
El partido del gobierno ha pasado del silencio y la tibia crítica a una queja: no debe hacerse campaña con las víctimas. Culpa, naturalmente, de la derecha, los liberales y los populistas extremos. Ése ha sido el mantra del día: la culpa es de quien protesta por tan impresentables candidaturas.
Ayer, el Señor Page, delante del gran conductor, dijo que los “indepes” no le gustaban, pero que con los de las pistolas no iba ni a la esquina. Cosa sobre la que el prócer no se pronunció, habida cuenta de que nunca se sabe lo que deparará el futuro.
Así que, de vasco a vasco, y tiro porque me toca, la campaña todavía no ha empezado. Sabemos, por las agendas de los líderes, que algo pasa en Sevilla y Valencia. Que los “indepes” catalanes están en un lío y que la izquierda madrileña compite entre ella, a la espera del único debate donde esperan pillar a Ayuso.
Pero eso son minucias, porque lo que importa es la campaña vasca. Terreno donde a la izquierda siempre le va mal y donde la gracieta de Bildu puede producir crecimientos de la derecha allí donde no se esperaban.
A estas alturas, salvo algún concejal o concejala despistado, que no ha recibido a tiempo el fax de los mantras, nadie nos ha hablado del modelo de ciudad, de las dificultades territoriales o de la que se nos viene encima, en forma de precios y tierras no cosechadas, a causa de la sequía.
Los barones del PSOE, visto que la campaña vasca domina el panorama y lo que dicen quienes debieran atajar el asunto, han decidido desmarcarse de la llamada “tibieza” de su partido y ponerse al frente de la manifestación. No están aragoneses, extremeños o castellano-manchegos para darse muchas alegrías ideológicas, ni justificaciones permanentes ante las víctimas del terrorismo.
Como ya he dicho aquí, pasará tiempo hasta que olvidemos el drama del terror, y tardará más si quienes empuñaron las armas solo se limitan a decir que las dejaron, pero no que piden perdón por el terrible daño causado.
Este es el drama de Otegui: así no gobernará nunca y resulta más que sorprendente la decisión adoptada y, más aún, cómo se ha dejado a los pies de los caballos a sus portavoces en Madrid.
No se me hace normal ver a Oscar Matute, militante en tiempos de la vieja Izquierda Unida, poco sospechosa en esta materia, guardar silencio ante las deplorables candidaturas, alguna por cierto ya electa, porque nadie se ha atrevido a competir con ella.
La izquierda despistada, que abundar, abunda, se ve ahora atrapada por una candidata testimonial, como en los viejos tiempos, de Ayuso en Bilbao. Lo que era un testimonio de cabezonería se ha convertido en gesto de rebeldía. Luego dirán que la muchacha tonta arrastra votos.
Aquí, en el foro, hemos andado entre “Santa María de Correos” (irónico apelativo con el que los castizos se referían al palacio de Cibeles) y la pradera. Entre Chotis, rosquillas y encuestas hemos pasado el día, sin que faltara sorpréndanse, el recuerdo a un viejo anarquista, en forma de medalla. Es que Madrid da para todo.
Naturalmente, Martínez Almeida no ha desaprovechado ocasión para intervenir en la campaña vasca, pidiendo cambios legales, mientras Reyes Maroto, que está, pero no está, se lo reprochaba, ella sí había recibido el fax de campaña a tiempo.
Los de VOX no estaban para muchas alegrías, incluso han descubierto que alguna de sus candidatas en Parla se ha pasado de la raya, ustedes me entienden.
Mucho chulapo y chulapa había hoy en la pradera, hablando de vascos y vascas. Uno cuenta, con poca esperanza, dicho sea de paso, con que esto acabe, que ya llevamos cuatro días de campaña vasca.
