Del jacobinismo a la cogobernanza, sin pasar por el federalismo

Ya no se habla de federalismo en el progresismo realmente existente. Los socialistas se han pasado a la cogobernanza, que es como el cantonalismo pero para pobres, mientras la izquierda de verdad verdadera siempre fue de la cosa plurinacional y confederal.

La izquierda fue jacobina por razones de igualdad. Las clases populares de Francia y su burguesía urbana e industrial, eligieron el centralismo como garantía de sus derechos frente a los Girondinos que pertenecían, en su mayoría, a la burguesía provincial de los grandes puertos costeros.

Históricamente, siempre ha sido así, desde la antigua Grecia a todos los imperios conocidos, los comerciantes, habitualmente de costa, siempre han creído que el federalismo, trufado de moderación y derechismo, servía para defender sus privilegios comerciales.

A medida que la izquierda crecía y se extendía y, sobre todo, pasaba el tiempo hasta llegar el siglo XX, iba haciendo suyo un jacobinismo igualitario representado por la mayoritaria corriente de la socialdemocracia, vinculada al desarrollo del estado del bienestar.

Sorprendentemente, la izquierda se ha topado desde hace casi un par de décadas con una realidad dolorosa: en general, los votantes vienen considerando, en la mayor parte de Europa, que las derechas administran mejor ese estado de bienestar.

éste es el momento en que, contagiada de toda clase de populismos radicales y necesitada de los votos de los hijos de los viejos mercaderes, la izquierda ha buscado nuevos votantes y minorías en identidades territoriales. El igualitarismo jacobino, que aún sostenía un modelo autonómico con el constituyente, dejó paso enseguida a la llamada administración multinivel, de la que colgaba, con el apoyo de corrientes localistas, el federalismo.

La evolución de la descentralización política en España nos ha dejado, desde el punto de vista de la distribución del gasto público y del poder territorial un estado muy “federalizado”, en niveles similares a los estados federales que existen. Cierto sin disponer de instituciones jurídicas federales, como dirá cualquier experto en la materia.

Pero incluso ese federalismo se ha quedado corto. “Anuntio vobis gaudium magnum”. les enuncio una gran alegría: la “cogobernanza ha llegado”. De la administración multinivel pasamos, simplemente, al que “administren ellos”.

La “cogobernanza” podría decirse que consiste en que cada uno haga lo que le sale de la panza y el gobierno de la izquierda se ocupará de tratar de coordinar decisiones políticas, sometido al poder del clientelismo vario, una vez que carece de toda competencia o papel jurídico.

Un estado vaciado de competencias, se divide en dos partes: el cantonalismo defensivo, en el que se reunirá a aquellos más pobres, y los territorios forales que se apropian de todos los recursos que genera su actividad.

Cantonalismo y foralismo, las caras de la moneda carlista que ya vivimos en la historia del país más viejo y retrógrado que se recuerda y que nos aleja de toda modernidad.

La cogobernanza es moderno término que aparenta riqueza técnica y modernas fórmulas de gestión administrativa. Nada más lejos de la realidad.

De hecho, el entramado autonómico construido mediante la cesión de competencias ha construido ya instituciones de gobernanza pactada, sea financiera (Consejo de Política Fiscal y Financiera) o de Comisiones sectoriales que atienden a materias diversas.

La anunciada “cogobernanza” por la cumbre socialista celebrada en Galicia es otra cosa. Simplemente, cada cual hace lo que le viene en gana, o mejor lo que le den los impuestos que recaude, ya que, salvo Madrid, que nos cae mal como todo el mundo sabe, desaparecerá la solidaridad entre Comunidades Autónomas.

La descentralización política española se ha mostrado relativamente eficaz en los últimos años, incluso en la compleja gestión de los pilares del estado de bienestar transferidos (bienestar social, educación y sanidad). Y su financiación relativamente equilibrada, con la excepción de los notables beneficios de las Comunidades Forales.

Tan solo la sanidad, lesionada por los efectos de la pandemia, el envejecimiento y el abandono de la atención primaria, no solo por las instituciones sino, también, por la cultura médica, parece en estos momentos crujir la reflexión sobre esos niveles de eficacia.

Ahora se nos propone, más allá de la Constitución, hacer foral a Cataluña por la puerta de atrás, abandonar los núcleos decisivos que le quedan al estado (impuestos, derecho de gentes y policía) en manos de las Comunidades más ricas y dejar para los cantones pobres del confederalismo rampante la presencia de un estado que parece decidido a abandonar no solo la obligación original del jacobinismo (la garantía de la igualdad), sino la del federalismo: un núcleo decisivo e indelegable.

La cogobernanza es un nuevo neologismo de los que produce La Moncloa. Teniendo en cuenta que acaban de inventar un terrorismo que no daña a los derechos humanos, de esto voy a tener que hablarles otro día, se nos vine un nuevo oximorón: ni será gobierno, ni será “co”.

 

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