El apartheid en las escuelas catalanas

Si digo que Cataluña se ha radicalizado negativamente no descubro nada que el lector no sepa, no abro un libro nuevo ni escribo una página inédita. Tristemente, los que la hemos conocido en otros tiempos y seguimos teniendo vínculos familiares en aquellas tierras constatamos el giro drástico y violento de su sociedad. Esto no es lo peor, son sólo circunstancias políticas en algunos casos y judiciales en otras. Lo que va a tardar más en resolverse es la fractura social entre sus habitantes, pero allá ellos. Como diría mi santa abuela: con su pan se lo coman.

Lo peor de todo es que los hijos de los funcionarios estatales, especialmente guardias civiles, policías nacionales y militares, sean humillados por aquellos a los que se les paga para que impartan educación y formación; sus maestros, que han llegado incluso a apartarlos del resto de alumnos para que todos puedan identificarlos.

Situaciones similares ni siquiera se dieron en el País Vasco en los años de plomo, es cierto que en términos generales, en poblaciones pequeñas, las familias lo pasaron muy mal, incluso los niños en los colegios, pero la marginación era social, no provenía de sus profesores como ha sucedido en Cataluña.

La Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB) y la Agrupación de Enseñanza de Sociedad Civil Catalana, junto a la portavoz de Educación del Ciudadano, Marta Martín, y el responsable de Educación de Ciudadanos, Xavier Pericay, han denunciado públicamente la existencia de una trama nacionalista que gobierna la escuela catalana adoctrinando a los niños, tergiversando la historia y otros acontecimientos. Concretamente ponen el punto de mira en el Programa 2000 de Jordi Pujol y denuncian que su contenido se ha ejecutado a la perfección.

Sin embargo, ninguna de estas entidades menciona la discriminación que sufren los hijos de guardias civiles y policías nacionales en las aulas, a los que sólo falta que algunos profesores les pongan una estrella amarilla para diferenciarlos del resto como sus antecesores nazis hicieron en Alemania con los judíos.

El odio a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ha calado tan hondo en Cataluña que hasta los padres separatistas se permiten ir al colegio —los profesores no les impiden entrar en las aulas en horas lectivas— e insultar a los hijos de estos como ocurrió en Sant Andreu de la Barca, donde una madre separatista increpó a los hijos de guardias civiles ante el resto de los alumnos de la clase con la connivencia de los profesores, que previamente los habían separado del resto. Al saberlo los padres acudieron inmediatamente a sacarlos de las aulas por temor a que fueran linchados por hordas de niños alentados por sus progenitores y maestros.

Hasta este momento se han registrado en más de 100 colegios catalanes alrededor de 500 situaciones similares, consecuencia de una actuación perfectamente coordinada entre: el Gobierno autonómico, la inspección, los sindicatos, las direcciones, los profesores, las AMPAS y otras entidades sociales como Ómnium Cultural, Plataforma per la Llengua o Somescola, evidentemente con la aquiescencia por omisión del gobierno nacional. El defensor del pueblo solo reconoce 28 de estos casos, si bien matiza que aunque fuera sólo uno sería suficiente para preocuparse.

La triste realidad es que sólo esta institución y la fiscalía de Delitos de Odio se han hecho eco de la grave situación que sufren los hijos de los funcionarios en los centros públicos de educación, más propia de los tiempos del apartheid sudafricano que de los actuales. Lamentablemente los separatistas han convertido Cataluña en el nuevo reducto europeo del nazismo más puro.

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