El capitalista o el príncipe asesino

No suelo calificar a casi nadie, ustedes me disculpen, pero es que Mohamed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí, tiene en su armario algún que otro cadáver, incluido el periodista Yamal Jashogyi, descuartizado en el Consulado de su país en Estambul. El caso es que el afamado saudí, aburrido de comprarse futbolistas, ha decidido comprarse un buen pedazo de Telefónica, a través de la compañía STC.

Sobre el asunto conviene no perderse en cuestiones patrióticas; prácticamente la mitad del capital de las sociedades del IBEX35 es extranjero. Tras la crisis financiera (2007), el porcentaje se había reducido al 36,8%. La debilidad de las compañías españolas en el periodo del Coronavirus llevó a una normativa “antiopa” que, sorprendentemente, el Gobierno suspendió unos días antes de que se supiera de los enredos saudíes.

Telefónica tenía ya capital extranjero entre sus accionistas. En términos de derechos de voto, que miden acciones y productos financieros, los accionistas principales extranjeros eran Public Investmen Fund (9,9%) y Blackrock (4,98%). Entre los nacionales eran BBVA (4,87%) y La Caixa (4,87%).

Por cierto, la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha publicado que Morgan Stanley que ha llevado, se dice que en secreto, las inversiones saudíes, mantenía desde septiembre el 11,09% de los derechos de Telefónica. O sea, que una de dos: o no han leído los papeles o no es cierto que la operación se ignoraba.

Sorprende, quizá, la leve reacción del Gobierno, con la excepción de Yolanda Díaz, con necesidad de sacar la cabeza, cuando se compara con el enojo que se produjo cuando se fue Ferrovial. Pero claro, Del Pino era un capitalista, no era un príncipe. Y Laporta, que ha hecho con sociedades del Barça lo mismo, es un progresista, como todo el mundo sabe y no vamos a liarla.

Por supuesto, España no hace negocios con países con problemas de derechos humanos lo dice el Gobierno, acaso Rubiales y Piqué nos la habían liado con algún partidillo de futbol de nada.

La señora Maroto, se supone que una vez que la Señora Robles perdiera sus escrúpulos o despistada creyendo que Yemen no tiene mar, firmó con Mohamed bin Salman, príncipe heredero y príncipe asesino, un preacuerdo para cinco buques de guerra que, sospechosamente, no se ha formalizado, mire usted que cosa, mientras STC, compraba casi un diez por ciento en Telefónica (la mitad en acciones y la mitad en productos financieros).

Además, poner en la hoguera a un capitalista que se marcha, no es lo mismo que fugarse habiendo cometido un delito.

También les recuerdo que los europeos hemos echado a los chinos a la hora de implantar la red 5G, que ahora implantará el príncipe.

Además de ser la décima compañía del IBEX, Telefónica es una compañía sensible para España, por su desempeño en ciberseguridad y sus trabajos para el Ministerio de Defensa. La red 5G del ejército y la marina, los trabajos para Indra o Renfe, entre otras.

O sea, que aquí tenemos un premio múltiple que dar a nuestros protectores: el CNI, que ha investigado una barbaridad bárbara los movimientos financieros del mayor proveedor militar. A la Comisión del Mercado de Valores que no ha pillado ni una y, por supuesto, al Gobierno, cuya aprobación, dada la vinculación militar y estratégica es necesaria.

Pero qué es enojar a un príncipe asesino en comparación con enfadar a un capitalista de Madrid. Los asuntos estratégicos pueden entretener, pero dice Pallete que en cuanto le suban el sueldo (los malvados de Blackrock no querían) él nos protege.

 

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