El caso de las faldas escocesas

Tienen ustedes por costumbre no hacer mucho caso al cronista. Peor para ustedes. Les dije, en su momento, que el experimento del IVA en las peluquerías finlandesas mostraba que, si se rebaja el IVA, los procesos acabarán subiendo. También, la historia de los bancos japoneses muestra cómo poner impuestos a la banca, traslada costes a sus clientes. O que subvenciones generales es lo mismo que bajar impuestos a todos, cosas que a la izquierda no viene a gustarle.

Pero las cosas son como son. Hoy, añadiré una nueva advertencia: el caso de las faldas escocesas nos avisa de los problemas a los que nos enfrentaremos en otoño.

Señoras y señores, ustedes se preocupan de muchas cosas, incluso de Boris Johnson o del insoportable calor en las Islas Británicas. Aquí bien, gracias.

Pero lo dramático, de verdad, de verdad, más aún en un país cruzado de irredentos nacionalismos, como alguno que ustedes conocen, es que la escasez ha llegado al mercado de las faldas escocesas.

Los suministros del atuendo tradicional escocés se están agotando debido al aumento de las bodas. Pero la escasez no se detiene ahí. Escuche, estamos hablando de una crisis económica, debería prestar atención.

¿Por qué hay escasez de faldas escocesas? Demasiada gente se está casando. Durante los últimos dos años, el Covid ha supuesto que la gente ha pospuesto sus bodas. Y ahora que se han reabierto las puertas, la demanda de faldas escocesas para bodas ha superado rápidamente la oferta.

¿No se alquilan la mayoría de los kilts de boda? Sí, igual que los smokings de los caballeros españoles, mucho más recatados que esos escoceses minifalderos. Pero, amigas y amigos, deben devolverse, lavarse y volver a colocarse antes de que la próxima persona pueda usarlos. Y falta personal especializado. Ustedes se preocupan de la falta de camioneros, de camareros, los escoceses de quienes limpian sus kilt.

Pero ésta no es la única crisis de escasez, mis estimadas y estimados, resulta, informa la prensa seria británica, que si uno se casa por encima de sus posibilidades, que es lo que nos pasa a nosotros con el gas, se cometen serios errores de elección económica: los shocks de oferta, se lo tengo dicho, se corrigen con ahorro, no con gasto ni rebajas generales.

El exceso de bodas también significa que hay un exceso de despedidas de soltera (y solteros, pero éstos al parecer son más simples: se conforman con un par de botellas y algún “balconing” en Magaluz).

El mes pasado, el propietario de una empresa de alquiler de despedidas de soltera acudió a la prensa nacional para lamentar la falta de “stripers” desnudos para servir las bebidas y se lamentó: “Simplemente no hay suficientes tipos profesionales para todas.” Qué es eso comparado con camareros y camioneros. Por favor.

Deberían, mientras sonríen, pensando en señores minifalderos sin minifalda, en lo que se anuncia que se está acabando o que no llegará en otoño, debido a la falta de materias primas o la crisis en la cadena de suministro.

La falta de acuerdos comerciales con el norte de Europa y algunos países del pacífico significará que es probable que haya escasez de gambas para Navidad, Eso no parece gran cosa, vale; pero una mala cosecha de chile de primavera en México significa que, probablemente, podamos esperar que los suministros de picante se agoten pronto.

Está bien, pensarán ustedes, siempre puedo pedir a Amazon alguna mostaza francesa. Pero es que no han oído hablar de la actual escasez de mostaza francesa.

Hemos sido advertidos de una próxima escasez de productos lácteos, una escasez mundial de garbanzos, porque los garbanzos que ustedes ponen en los pucheros son chinos y recen porque las cadenas de suministro no vuelvan a sufrir por confinamientos en China.

No; no les sugiero que vayan de inmediato al supermercado a comprar papel, leche, garbanzos, mostaza, salsa picante y gambas. No; eso no sería un comportamiento económicamente responsable: elevaría los precios. Su pasión por el “pesto” han llevado los piñones “Carmencita” a precios inasumibles.

Debemos ahorrar: no hagan tantas “cookies”, busquen sustitutivos, aunque sean menos glamurosos.

El caso de las faldas escocesas les advierte de un otoño duro: el problema no es el bono para todos del gobierno, el problema es ahorrar.

Escocia está sufriendo una increíble escasez de faldas escocesas. Cuidado como se enteren los pantalones.

 

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