No es la primera vez que les hablo de este asunto. En está ocasión es la generosidad de News ClickCiber -núm. 7, diciembre 2021- la que me permite volver a recordarles que es un asunto para mosquearse.
He estado prestando atención, créanme: los mil millonarios, tras destrozar el planeta, han decidido marcharse a otro mundo. Jeff Bezos y Elon Musk (Amazon y Tesla) se quieren ir a Marte. Jack Dorsey (Twitter), antes de abandonar su cargo, pasaba semanas en retiros para su espíritu.
Ha nacido el “metaverso”, donde se unen los mundos físico y digital. Es un espacio donde las representaciones digitales de personas -avatares – interactúan en el trabajo y el juego, se encuentran en su oficina, van a conciertos e incluso se prueban ropa. O sea, usted volverá a ser un SIMS, pero a lo grande.
En el centro de este universo estará la realidad virtual, un mundo digital. También incluirá realidad aumentada, donde los elementos del mundo digital se superponen a la realidad. O sea, fuera del mundo real.
El término metaverso no existe en el diccionario, es una combinación del prefijo meta (que significa “más allá”) y universo, fue acuñado en Snow Crash, una novela del escritor estadounidense de ciencia ficción Neal Stephenson.
La perorata de Amazon dice que fue escrita “en los años 1988 a 1991, cuando el autor escuchaba mucha música fuerte, implacable y deprimente”. Un texto así explica que el jefe de Amazon quiera irse a Marte.
El protagonista de la novela, Hiro, es un pirata informático y un repartidor de pizzas para la mafia y la primera explicación de la novela dice: “Hiro no está aquí en absoluto. Está en un universo generado por computadora que su computadora está introduciendo en sus gafas y bombeando en sus auriculares… Hiro pasa mucho tiempo en el metaverso”.
Y si Facebook se sale con la suya, usted también lo hará. La perspectiva produce pavor. Primero, porque la red será como vivir en Facebook, avatares que hablan de recetas, avatares rusos pidiendo que votes a Trump y mentiras y noticias falsas propagadas por muñecos con cara de niño.
Pero, sobre todo, porque Zuckerberg probablemente ya ha tenido suficiente influencia sobre la realidad, sin agregar realidad virtual.
Dos interrogantes les dejo para su reflexión sobre el “metaverso”. La primera preocupación es la privacidad y la seguridad.
Por ejemplo, alguien que se dirige a usted en un mundo virtual podría no solo estar reaccionando a datos del viejo mundo como su edad y género: ¿qué pasa con su lenguaje corporal, sus respuestas fisiológicas, saber con quién está interactuando y cómo?
Facebook ya ha anunciado un programa de inversión de 50 millones de euros para garantizar que el metaverso se construya de manera responsable. ¿Usted se lo cree? Yo, tampoco.
Miles de documentos filtrados muestran que la compañía es plenamente consciente de que está degradando las sociedades democráticas. Ha permitido el fomento de limpiezas étnicas, linchamientos, nacionalismo blanco o proporcionado al movimiento antivacunas un megáfono masivo durante una pandemia global.
En lugar de abordar esta ruina, Zuckerberg quiere que todos dirijamos nuestra atención a una tierra de fantasía donde puedes ver historias de Instagram en un barco pirata.
El mundo ha estado trabajando desde casa durante dos años y en ese tiempo ha habido miles de ofertas de alta tecnología. Sin embargo, todas las grandes empresas siguen optando por la triste llamada de Zoom o cosas parecidas.
Eso es porque la realidad virtual es intrínsecamente tonta y la mayoría del trabajo no lo es. Sé que tengo la batalla perdida, pero debo insistir: el mundo virtual de Zuckerberg es una forma de escapar de la destrucción que ha causado en el mundo real. Tiemblen: el futuro no les va a gustar.