El péndulo de la historia

Desde hace siglos España camina con tres piedras en sus zapatos: Cataluña, País Vasco y su élite política, una casta que hace buenos a los señores feudales de siglos pasados. En los últimos 150 años ha convivido con el “problema catalán”, ese hecho diferencial supremacista que vienen reclamando desde entonces. Aunque ellos dicen que fueron ocupados en 1714, es una mentira de tantas porque lo que se dilucidaba en esa guerra era si gobernaba uno u otro rey, y los dos tenían apoyos en Cataluña y el resto de España. Ellos perdieron y España ganó.

En los últimos tres siglos, Cataluña y el País Vasco siempre tuvieron un trato privilegiado respecto a otros territorios, alcanzando su esplendor durante la dictadura de Franco. Durante generaciones han repetido mentiras nunca combatidas con datos, hechos y argumentos, como sí hizo el periodista Jesús Laínz en el Parlamento Europeo el 6 de marzo de 2019, en un discurso titulado “8 razones que desmontan los argumentos de los separatistas catalanes”. Un discurso que debiera ser de obligada lectura en todas las escuelas e institutos de España y en especial de Cataluña (espero que se haga cuando recuperemos el camino de la nación que somos), y se puede acompañar con otros textos como el de Pérez-Reverte “La carga de los Tres Reyes”, que relata cómo los reyes cristianos se impusieron a los almohades en las Navas de Tolosa en julio de 1212.

Hay muchos hitos históricos ocultos al conocimiento de las nuevas generaciones protagonizados por Cristóbal Colón, los Reyes Católicos, Hernán Cortés, Bernardo de Gálvez o Blas de Lezo, entre tantos otros, olvidados por la historia porque no es políticamente correcto ensalzar los valores de lealtad a su patria y de lucha en su defensa hasta la muerte. Fueron héroes hoy olvidados cuando parecen merecer honores los cobardes, corruptos y canallas.

El péndulo de España tomará un rumbo nuevo porque ya no tiene más inercia ni cable para seguir el actual. Desde 1873 Cataluña se ha declarado independiente tres veces. En los últimos 150 años hemos vivido la Iª República, los cantones enfrentados entre sí y batallas entre quienes defendían la república federal y quienes se oponían. Se sublevaron y se declararon estados cantonales independientes Cataluña, Cartagena, Murcia, Valencia, Castellón, Sevilla, Jerez, Sanlúcar, Cádiz, San Fernando, Tarifa, Algeciras, Málaga, Motril, Granada, Almería, Bailén Andújar, Béjar, Salamanca, Toro… entre otros, con varias batallas entre ellos con cientos de españoles muertos. Fue posible por una Constitución que creaba una República Federal en la que componían la Nación española los Estados de: Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia y Regiones Vascongadas.

Esta experiencia sólo tuvo como positivo que permitió no repetir algunos errores en la IIª República, por eso cuando Cataluña declaró su independencia, el gobierno republicano envió al Ejército a sofocarla. Hay comportamientos de la historia que, adaptados al nuevo tiempo, se repiten cada dos o tres generaciones y ahora estamos en uno de esos periodos. Si miramos atrás vemos la IIª República, el intento de golpe de Estado revolucionario de 1934 de anarquistas y socialistas de Largo Caballero, la declaración de independencia de Companys en Cataluña, su encarcelamiento y posterior indulto por el PSOE, la radicalización contra la derecha, la quema de iglesias, el crimen del líder político Calvo Sotelo (del que pocos días antes en el Congreso, “La Pasionaria” dijo que no volvería a hablar allí, y no habló, siendo secuestrado por policías escoltas de Indalecio Prieto y asesinado); el golpe militar, la Guerra Civil, la dictadura… cada uno es un periodo de tiempo de una o dos generaciones y ahora estamos en uno de 45 años desde la Transición en la que el buenismo, querer ser más demócratas que nadie llevó a una Constitución y leyes deficientes con errores que estamos pagando ahora.

Un país donde no es terrorismo que cuatro locos quieran arrojar cientos de litros de aceite a la entrada de un túnel en la vuelta ciclista donde llegan corredores, motos y coches a 60 km./hora nos califica. Podían provocar decenas de muertos y heridos, pero como eran de los CDR catalanes la fiscalía se toca la toga y no lo considera acto terrorista. La amnistía, aunque la llamarán de otra manera, es una cesión más del Estado español a los independentistas porque todavía no han entendido que mientras más ceden más fuertes se hacen y más cerca estamos de un conflicto civil. El péndulo de la historia pronto comenzará su viaje de vuelta y previsiblemente durante décadas, quizás varias generaciones, estemos abocados a inestabilidad y conflictos que los de mi edad solo veremos, si lo vemos, en su principio, pero ese tiempo llegará para desgracia de las siguientes generaciones. Será un periodo sucio pero necesario de la historia de España para mantener un Estado nación que garantice libertad, democracia, derechos y la igualdad de todos los españoles.

El debate sobre si la amnistía es o no constitucional me parece innecesario. Será una ley con cualquier nombre que permita al Gobierno tener la posibilidad de indultar o expondrá que dada la situación creada que fomenta la división, por el interés general de la convivencia se procede al “alivio penal” de todos los procesos por los hechos derivados del 1-O. Eso será o no constitucional pero lo que es seguro es que es inmoral. Es corrupción en forma de leyes con luz y taquígrafos, que socava los cimientos de esta democracia y que da la razón a los independentistas, a los terroristas del pasado y a todos los que se opusieron a la democracia y las libertades. Un referéndum de independencia sólo en Cataluña no es constitucional. La nación no está al servicio de la Constitución o la Monarquía, sino al revés. La nación no puede cambiar su Estado ni romper la unidad territorial por capricho de unos pocos. Otra cosa sería que cumpliendo la Constitución votáramos todos.

Es curiosa la alianza de partidos de ultraderecha (PNV y Junts), con patente de corso por ser independentistas porque pretender la ruptura de la nación es muy democrático, según el pensamiento único talibán dominante en este régimen devenido en partidocracia. Lo contrario ocurre con VOX, tan derechas como los citados, pero con el pecado original de defender la Nación, la Monarquía, la Constitución y pretender que el Estado de las autonomías vire por los cauces legales a uno más centralizado, lo que para las élites políticas es un grave delito. Los partidos de ultraizquierda, aliados con los de ultraderecha y el PSOE son el filoterrorista Bildu, ERC y BNG (éste, insignificante por su escaso apoyo social), y el comunismo bolchevique de Sumar que no tiene nada que ver con el eurocomunismo de Carrillo (que aceptó los símbolos nacionales -la bandera- la democracia y la Monarquía).

El destino de la nación y su ciudadanía depende de nosotros; el hito más próximo en ese camino es la manifestación de españoles que tendrá lugar en Barcelona el 8 de octubre en defensa de la igualdad, el derecho a usar la lengua común, la bandera y a ser respetados por los independentistas. Aunque el Gobierno actual lleve años en la trinchera equivocada y los anteriores desde Aznar (Pacto del Majestic) pasando por Zapatero y Rajoy no cumplieron su tarea con eficacia, volveremos a ser más pronto que tarde una gran nación que se respete a sí misma con ciudadanos libres e iguales.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.