El hombre tranquilo, el tipo de una noche ochentera y, según dicen, algunos extranjeros

El PP, al parecer, ha pasado el duelo. Un hombre tranquilo no les dio gobierno, pero sí sosiego. Feijóo hizo lo que debe hacerse en una investidura fallida: un discurso institucional, unas ideas que te diferencien, pero lo justo. y contentar al personal propio.

Él logró su objetivo, aunque no le da para gobernar que, en realidad, era para lo que había venido. Hizo un discurso para mayorías… pero sin mayoría, cosa que saberse se sabía. Aunque ayuda a la bancada propia saber que tiene conductor y quien se maneje con la tropa que llega. Incluso a quien dulcifique a Abascal que, por cierto, teme más que un nublado, como le pasa a Sumar, unas anticipadas.

El centro derecha español ya sabe que está sometido, también, a cinturón sanitario. Una vez ampliado el concepto de progresista a todo carlista regional que pase por el lugar, solo la mayoría absoluta o la unidad de la derecha pueden dar gobierno.

La desaparición de la alternancia no suele ser buena noticia para la democracia. La eternización en el poder no ha dado muy buenos ejemplos de impunidad y felonía en el país. Por ahora, es lo que hay.

El tema de la lista más votada no cuela porque ése no es nuestro sistema constitucional, y sobre eso ya hemos reflexionado aquí. Circunstancia que ha producido alguna que otra anomalía democrática y que otro día podemos volver a discutir aquí.

Como se sabe, a todo hombre tranquilo le corresponde un matón corpulento de los que apuntan en su libreta a todo el que se le opone.

Y el PSOE tenía uno a mano: un tipo de la noche ochentera, fino estilista de la palabra, de aquellos que apoyados en la esquina del boliche lo mismo afirmaban que los patrones deberían ser colgados, que agobiaban a la chica de turno o agarrados a un cubata piropeaban al famoso noctámbulo de turno.

Oscar Puente, “de ganador a ganador”, no obtuvo, por cierto, su acceso a la alcaldía en 2015 siendo el más votado, sino con alianzas con otras fuerzas minoritarias. Puente nos dijo algo que ignorábamos: que Aznar instó el atentado terrorista del 11-M. Otra amnistía a los que queden se nos viene, si somos coherentes.

Pero más allá de la falacia de su historia, de su bronco verbo, me importa más señalar que el secretario general del PSOE dimitió de su responsabilidad en la investidura y, sobre todo, de explicar de forma transparente qué hay del asunto de las amnistías y negociaciones paralelas varias que sostiene con las minorías nacionalistas.

En el PSOE están muy contentos: dicen haber ninguneado convenientemente a Feijóo y devaluado su intento de investidura. Pues nada, otra batalla ganada, con desprecio incluido.

Como sabemos desde Quevedo, el rey y su piojo tienen la misma sangre. En consecuencia, la vicepresidenta en funciones, Yolanda Díaz, pudo ponerse a pensar en los cohetes y los ricos, mientras enviaba a otros al negocio.

Uno de IU, en plan Puente como desde joven, y a su portavoz Señora Lois, poco experta aún en marrones, a decir lo que hay: y lo que hay es una negociación sobre la amnistía, una plurinacionalidad en curso y un fascal de pasta en marcha, como luego confirmaron los independentistas que, números cantan, pagarán madrileños, andaluces y extremeños, que lo veo venir.

Los nacionalistas e independentistas, que tienen el cetro en su mano, apenas suponen el cinco por ciento del electorado. Menos votos que nunca, pero más influencia impulsada por el silente Sánchez y el fugado en Waterloo.

El viernes tendremos el final del episodio que se parecerá mucho al de hoy. La ventaja es que será más breve. Como ya he citado aquí, Lorenzo Silva declaró que, no siendo de derechas, la derecha no puede decepcionarme. Pues eso me pasa a mí: decepciona la izquierda, que se está moviendo con una opacidad que no nos merecemos los ciudadanos y articulando un concepto de progresismo al que somos ajenos.

Pero sus señorías son soberanos, incluso los que han declarado, para que se entienda con pinganillo o sin él, que nos escuchan y no se sienten de este país. O sea, que se consideran extranjeros. Paciencia, mucha paciencia.

 

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