Pedrito me escribe y la Montero grita: «Españoles, nuestro Caudillo… ¡Ha vuelto!”

Ha sido como un vahído, como una turbación tenebrosa, como un vuelco repentino en el corazón que me ha devuelto a oscuros tiempos pretéritos. Viendo en directo en Televisiónespañoladelpuñorosa lo que ocurría en la calle Ferraz, en Madrid, se me ha aparecido como un ectoplasma la escena en blanco y negro de Carlos Arias Navarro en TelevisiónespañoladelasJons para anunciarnos: “¡Españoles, Franco… ha muerto!”.

Pero en esta ocasión había un pequeño cambio: ahora la imagen era en color y Carlitos había mudado (efectos de la Ley Trans, sin duda) en María Jesús Montero, de los Montero de Hacienda (que dice Berga), agitando los brazos cual gorila desenfrenado frente a cientos de militantes socialistas con derecho a bocata traídos en autocares desde lugares remotos: “Españoles, nuestro Caudillo… ¡Ha vuelto!”.

Más de cincuenta años han pasado desde aquellas manifestaciones (más bien infestaciones) masivas en la Plaza de Oriente para insuflar ánimos a su Excremencia de entonces. Pero como dice el tango, cincuenta años no es nada y hoy la historia se repite con otro fraudillo lacrimoso y fullero que necesita bañarse en olor (¿o era en loor?) de multitudes.

Esta escena de su peculiar Parnasillo la desarrolla nuestro gran timonel después de que él mismo me escribiera una carta doliente (¿o será indolente?), porque, sí, gente incrédula, Pedrito me ha escrito… -bueno, a mí y a 47 millones más de españoles- para balbucearme sus males en plan llorona activa y arremeter contra periodistas, jueces y fascistas diversos que están(amos) en la fachosfera, según él y sus corrupsoes. Y lo dice él, Pedrito, que es reo de la corrusfera sociata.

Me dice tantas cosas Pedrito en su misiva que, al igual que me ha ocurrido hoy con la Montero -de las Montero de Hacienda- observando cómo hacía la gansa en Ferraz, ha vuelto a surcar mi frente aquella balada tan romántica para los bailes lentos que tanto canté en mi juventud: “Negras tormentas agitan los aires/ Nubes oscuras nos impiden ver/ Aunque nos espere el dolor y la muerte/ Contra el enemigo nos llama el deber…”.

Pedrito me ha rejuvenecido cincuenta años. Gracias, Pedro.

Pero debo decirte una cosa, llorona mía: Pedro, no valen los pucheritos, ni que nos pongas ojitos, ni nos montes dramitas. Lo que los ciudadanos esperamos de ti, de tu hermano,  de tu mujer, de tu entorno, de tus ministros implicados, es que deis explicaciones que nos convenzan de que no sois unos corruptos. Porque es de eso de lo que se os acusa y es de eso de lo que se trata.

Yo sé que tú responderás, lo sé. Así que, vamos, Pedro, que tú puedes, y la paciente_escribiente_recomendadora Bego, puede aún más.

Hala, Pedrito. Manos a la obra.

 

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