Los acompañamientos musicales de los Congresos suelen ser relevantes, aunque se les presta poca atención, son una especie de confesión de intenciones. Por ejemplo, yo ya les escribí aquí, con motivo del Congreso de los socialistas (y muchos de ustedes no me creyeron) que había que darle las gracias a Calvin Harris, con él empezó todo lo que ha venido. Demos las gracias, también, a quien eligió la canción de Harris para el descenso de los cielos de Sánchez en Sevilla.
La canción más famosa de Calvin Harris es Girls (Harris, C. 2007. Girls – canción- en I Created Disco. Columbia Sonic Music.). Solo tiene tres líneas que se repiten interminablemente: “Me gustan las chicas, tengo a todas las chicas”. Ahora lo entienden ¿no? Quien puso la canción lo sabía.
La canción que los socialistas usaron en concreto, cuando Cerdán vigiló la bajada de los cielos de Él y la entonces enamorada, tiene dos o tres versos cansinos que machacan al oyente: empieza diciendo “Miente con dos caras” y remata con “Tú eres lo único en mi camino” (Harris,C. 2016. My Way. Sony Music. Columbia Records)
En el congreso del PP, Feijóo que “no es como él”, declaró, no hará falta que les diga quién es Él, no podía hacer sonar a de un Dj. Feijóo se ha pasado al punk, elemental, simple y combativa música, que los Ramones llevaron a los primeros puestos de las listas. Frente a la complejidad y los largos soliloquios, la simpleza del punk le va a Feijóo que ni pintada.
“Blitzkrieg Bob” (guerra relámpago) es cómo esperan los peperos resolver el asunto. Y el grito que inicia y repite el himno “Hey, ho, let´s go (Hey, ho, vamos) – traducido por la muchachada congresual pepera como “Feijóo, vamos”- fue primero, invitación a los conciertos de rock, luego, un grito deportivo y, ahora, una invitación al combate. (Los Ramones, 1976, “Blitzkrieg Bop” – canción-. ABC Records).
Para entendernos: un grito de guerra y una idea política: “Yo no soy como él”. Y a buscar votos, un millón de los socialistas y otro de VOX, son las cuentas. ¿Será suficiente, con un Feijóo combativo y una apelación fuerte al “antisanchismo”?
El tiempo lo dirá. Pero la depresión en la bancada del socialismo realmente existente es tan evidente y el cabreo en el electorado tan relevante que pudiera ser. También es cierto que el personal del PP ha liberado las manos del presidente del partido: no hay cinturón sanitario con Junts, si los acuerdos no pasan por la independencia y esas tontadicas; ni con VOX, aunque para el gobierno no lo ven claro, más si a estos se les va la mano. Aznar y Rajoy se van contentos. De momento no se han roto los jarrones chinos.
Para ese cometido hay dos guiños en la dirección: un Tellado para negociar y las sensibilidades más duras incluidas en la ejecutiva: nadie se queda fuera y los de VOX no tienen mucho margen de error. Hasta Esperanza Aguirre dice que lo ve posible.
Hay que decir que, en ese ambiente de fiesta punk, la chica no ha desentonado. Ayuso ha adoptado un perfil suave. Nadie podrá decir que manda. “Tuyo es el partido”, le ha dicho a Feijóo, que no cabe en sí de gozo y anuncia un tiempo fundacional.
Ella se ha limitado a hacerse un Illa, esto es, a poner una vicesecretaría –la que se ocupa de que todos toquen la misma música, lo llaman coordinación sectorial- y a presumir de poder orgánico y organizativo con su secretario general de primera estrella.
La propuesta política es, simplemente, el cambio de presidente. Se irá desgranando según convenga y según la agenda del gobierno, si es que el gobierno tiene agenda (su secretario de estado de planificación se ha ido, “Girls”, ya saben).
El segundo argumento del reelegido presidente del PP es que “para saber dónde se va, hay que saber el origen”. O sea, que será gallego de por vida y ya veré si le respondo sobre esto y aquello. Cosa que, por otra parte, recomiendan los manuales políticos: cuando el adversario se desangra, mejor no pasarse de listo.
Los de las batallas culturales tendrán que esperar un poco. Aguirre se ha guardado el asunto, para por si acaso. Ahora toca el estilo combativo de la banda punk.
Feijóo desgrana en sus discursos píldoras de lo que piensa. Ha sido relativamente equilibrado en la inmigración, un rechazo al odio, pero la contundencia a la legalidad y el reconocimiento de que necesitamos a la inmigración. Un decálogo ha venido a salirle, no demasiado estridente, aunque recuperando la cultura de centroderecha constitucionalista.
Gobierno estable sostenido por una mayoría parlamentaria de centralidad que según Feijóo se traduce en responder a seis preguntas. Un exceso para el punk, hay que decir. Las respuestas han animado mucho a la concurrencia.
O Sánchez o nosotros, gobierno en solitario (o sea Abascal, no). Con el sanchismo no se puede acordar, pero no se renuncia a los consensos con los socialistas. No habrá cordones sanitarios, excepto uno (Bildu). “Si nos faltan votos, no daré al independentismo lo que no quiero”. “La relación con los nacionalistas será claridad y vigilancia. Fuera de la Ley, nada.” Un discurso al electorado centrista, incluido antiguo electorado socialista.
Hay una cuestión que Feijóo sabe que puede ensombrecer sus perspectivas: la decepción general con la política, producto de la situación envilecida de la política española y el gobierno, y la “fatiga democrática” de los más jóvenes.
Feijóo se ha hecho un punk combativo. Ha ejercido de presidente y ha definido una política. Ahora, nosotros y nosotras tenemos la palabra. Las dos ofertas han quedado claras este fin de semana.