Feminismo (por la igualdad)

El 8 de marzo se conmemora el Día de la Mujer. “El feminismo es un movimiento político, social, académico, económico y cultural que busca crear conciencia y condiciones para transformar las relaciones sociales, lograr la igualdad entre las personas, y eliminar cualquier forma de discriminación o violencia contra las mujeres.” Es una defensa tan noble como oponerse al hambre, la esclavitud o la guerra. Cuestión aparte es que se utilice la palabra feminismo cuando en la práctica se aplican políticas contra la igualdad, en sentido contrario al ideario feminista como está ocurriendo en la actualidad en Occidente.

El feminismo ha desviado su rumbo; es como ese policía que se vende al narcotráfico o se convierte en torturador. Este feminismo no lucha por las mujeres allí donde es necesario (normalmente países islamistas donde no tienen los mismos derechos, y en casos extremos como Afganistán les prohíben ir a la escuela porque el destino de las mujeres es ser esclavas del hombre), sino que lo hace para conseguir prebendas, privilegios y ventajas para las mujeres sobre los hombres en sociedades occidentales donde la igualdad lleva décadas instalada.

En la historia de la humanidad la mujer siempre ha estado subordinada al hombre. Sigue siendo así en muchos países por razones culturales, ideológicas o religiosas. Sólo un pequeño grupo de Estados dispone de leyes que establecen la igualdad de derechos; sociedades inspiradas en culturas que se vieron consolidadas con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Asamblea General de la ONU tras la Segunda Guerra Mundial, y es en éstas donde el falso feminismo ha variado su objetivo y está implantando una sociedad de privilegios para las mujeres solo por serlo.

Es el machismo inverso, el hembrismo que corrompe la ideología feminista, aunque use su nombre para imponerla. El feminismo hoy no quiere la igualdad, está politizado y cada día su discurso es más excluyente para los hombres y perjudicial para las mujeres. Quienes defendemos la igualdad desde que tenemos uso de razón, si discrepamos de la ideología hembrista enmascarada de feminismo del Gobierno Frankenstein recibimos insultos del pensamiento único talibán que se cree con derecho a decidir qué no se puede pensar y qué no se puede decir.

Que a igual puntuación en un proceso selectivo pase una mujer antes que un hombre por ser mujer, o que ingresen en cuerpos como bomberos, pero sin superar las mínimas exigencias para la profesión perjudica a todos, a la sociedad, a los hombres y a las mujeres. Estos criterios de selección pueden acabar provocando la muerte de personas en rescates porque una mujer, por elemental cuestión de fuerza física, no pueda rescatarlas y también la muerte de sus compañeros bomberos. Y lo mismo en unidades como el GEO o del Ejército. Cuando hay quienes arriesgan su vida en su profesión es exigible a los políticos mucho respeto y nada de demagogia ni de ideología de género.

Feminismo es igualdad en derechos y deberes; en las pruebas teóricas de agilidad mental, psicotécnicas y de conocimientos un hombre y una mujer que van a ser servidores públicos deben competir en igualdad, y en las pruebas físicas de velocidad, fuerza y resistencia, adaptadas a la biología de cada sexo (para tareas ordinarias, no para Geo, bomberos, etc.). No es posible que mujeres que quedan por debajo en oposiciones adquieran la condición de guardias civiles, por ejemplo, por delante de hombres con mejores notas.

Eso no es feminismo, es hembrismo, una ideología perversa que beneficia a las mujeres torpes, las que necesitan ese privilegio y perjudica a las que nunca han necesitado ayudas para competir y alcanzar el puesto que ocupan por sus propios méritos.

Margarita Robles puede ser ejemplo de feminismo, Irene Montero, ejemplo de hembrismo. Las dos son ministras y sus trayectorias las califican. Una nunca necesitó un trato especial y ganó a pulso sus méritos, la otra carece de méritos para ser ministra del gobierno de la nación. Dada la deriva del hembrismo, sus cuotas y privilegios enmascarado de feminismo, hoy es inevitable que surja la duda cuando una mujer ocupa un cargo importante respecto a si lo hace por sus méritos o por ser mujer, lo que es demoledor para las mujeres. Las mujeres deberían ser las primeras en rechazar medidas que las consideran inferiores.

El feminismo es la igualdad. Este feminismo de privilegios por ser mujer y no por su capacidad es un insulto contra las mujeres. Ninguna mujer sólo por serlo es mejor que un hombre. Hay que combatir estas políticas sectarias por injustas y la primera trinchera debe ser negar que esos privilegios formen parte de la doctrina feminista de la igualdad. La supremacía de la mujer sobre el hombre es tan injusta como el machismo. Ser feminista hoy en Occidente siendo hombre o mujer es no comulgar con ruedas de molino y denunciar el uso del feminismo como falsa bandera del hembrismo.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.