Influencers en peligro

Estimados y estimadas influencers, tengo una mala y una buena noticia. La mala es que, por primera vez en 238 años, la Asamblea Francesa ha tomado un acuerdo unánime: hay que regular a los influencers. Y eso se extenderá por Europa. La buena es que el ministro de Consumo de España está de año sabático, que diré yo, de legislatura sabática, así que no hay riesgo de que os fastidien el negocio este año.

Los diputados y diputadas franceses, que parecían alterados por el asunto de las pensiones, pasaron del tema, aprobaron este jueves por unanimidad un texto para regular las polémicas prácticas comerciales de los influencers en redes sociales. Ellos y ellas están, según dicen, en contra de la ley de la selva de las redes.

Algunos y algunas, estimados, son auténticas estrellas capaces de influir en el comportamiento como consumidores de millones o decenas de millones de suscriptores, aunque otros cuentan con una audiencia mucho más modesta.

El caso es que se han encontrado sociedades comerciales no explícitas, exilios o denuncias de estafas. Crece la presión para regular el mercado, mientras los responsables de la competencia en Francia han publicado un informe condenatorio.

Aquí eso no pasa, tranquilidad muchachada de las redes: estamos entretenidos persiguiendo agricultores, como Dios manda, con Ferrovial o con lo que haga falta y no metiéndonos con el Instagram, el Tik Tok y todas esas cosas tan bonitas.

Meta (Facebook, Instagram) también ha eliminado una serie de cuentas con millones de suscriptores, mientras a los diputados franceses les preocupa que se promuevan remedios espurios, esas recetitas de salud que tan lindamente danzan por las páginas de las redes.

No es que el Doctor Simón, por un poner, ande muy allá de sabiduría o que los carteles de la Montero, de los Montero de Igualdad ayuden, pero al menos no dicen tontadicas de esas que se escuchan en el Tik Tok.

Quieren dar una definición legal de los influencers: se acabó vuestra libertad, camaradas. Cuando un político se pone a definir le salen 20 tipos de familias, tipo señora Belarra, así que imaginad los tipos de influencers que van a salir. Desde el futbol a la belleza, pasando por la moda y los peladores de patatas modernísimos, no daremos abasto.

Los franceses quieren prohibir ciertas prácticas, principalmente la promoción de la cirugía estética. En caso de incumplimiento, los infractores incurrirán en hasta seis meses de prisión y multa de 300.000 euros. Temblad, temblad, vienen a por vosotros y vosotras diseñadores de la nueva estética.

Abogan por una prohibición más estricta que abarque los dispositivos médicos y los complementos alimenticios, incluso quieren perseguir, qué exceso esas “píldoras milagrosas” presentadas como sustitutos “de la quimioterapia”.

Los influencers no pueden promover remedios falsos, lo que pondría en peligro la salud de los suscriptores. Las promociones de ciertas inversiones financieras de riesgo, particularmente en el campo de las criptomonedas o digitales, estarán más estrictamente reguladas, es cosa fiscal, para qué engañarse. Se eliminará el juego y el alcohol, por dios, por dios.

Pero mes chers amis, si esto os parece duro, lo que queda es peor: la fiscalidad caerá sobre vosotros y vosotras: se acabó lo de fugarse a Andorra, abandonar el país, eludir los pagos a hacienda, lo de esconderos bajo agentes y falsas empresas. No; la Montero, de los Montero de Hacienda, os pillará en cuanto le llegue el rumor de Francia.

No os preocupéis por el ministro de Consumo, pero en cuanto Pedro baje del Falcon os vais a enterar. Se acabó la fiesta.

Por nosotros y nosotras no os preocupéis, nos apañamos con mandarnos guasap sobre nuestras suegras, mientras tomamos un vinito. Eso no lo van a prohibir ni los franceses.

 

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