Qué gaceta puede con Obregón

Hermes era el mensajero de los dioses. O sea, el chismoso; astuto pero chismoso. Tanto es así que acabaron los romanos convirtiéndole en dios de los ladrones. Fíjense si valía poco la información que “la gazetta” era una hojita que elaboraban los gondoleros venecianos y que cobraban por eso la monedilla que le sobraba al viajero (la gazetta).

Tras un largo periodo de ejercicio profesional con credibilidad hemos vuelto al gacetillero veneciano.

Entre las empresas periodísticas más interesadas en tener el capital de su patriótico accionista en Luxemburgo, y no miro a nadie; la despedida cruenta del profesional experimentado y la elección de barricada, los populismos de todo tipo han incluido, sin coste alguno, al periódico entre las peligrosas élites que deben ser demolidas. Cosa que no le vendrá bien a la democracia, pero tampoco es que les importe mucho.

Así, si uno presenta, Abascal por un poner, una moción de censura, lo mejor será empezar censurando a los medios de comunicación, censura preventiva. O si un aguerrido miembro de la profesión pregunta a la líder de la izquierda madrileña por un chalecito construido en terrenos ya irregulares, ella, también preventivamente, responderá: “Eres un sinvergüenza”.

Así que nos quedaremos sin saber qué censura Abascal en realidad o qué esconde el chalé de la notable prócer. Pero “A ti que más te da”, afirmó Patxi López en un notable ejercicio de magisterio periodístico, cuando le preguntaron por las hazañas del Tito Berni.

Ayer, en víspera de escribir esta breve crónica, el Sr. Grande-Marlaska, a la sazón ministro de Interior, tuvo un día soberbio.

El ministro ha venido a acusar, en sede parlamentaria, a un coronel cesado de usar venalmente fondos reservados, sin ir al juzgado, por cierto. Ha ponderado el elegante comportamiento de la dimitida, por cosas sucietas, directora general de la Guardia Civil y, si he entendido algo de su confusa explicación, lo de los cuarteles y el amigo del Tito Berni es cosa del PP, o algo parecido.

Iba a comentarles el asunto, pero, estimado y estimada periodista preocupado: “A ti qué más te da”, si en ese momento una foto de Ana Obregón en silla de ruedas, quizá un esguince al coger un bebé en brazos y saliendo de un almacén donde se ha comprado una hija, recorre el planeta.

No es un debate fácil, miles de parejas ya han recurrido a “mujeres vasija” de forma nada altruista, por cierto, sin ruido y en granjas de “vientres de alquiler” en el este de Europa. Imagino que, en dólares, ha salido más caro.

Pero, la cosa es que lo importante no es el debate ni quienes antes lo hicieron. Lo importante es que Ana Obregón tiene una hija con la que compensar su dolor, para eso están, al parecer, los niños y las niñas.

Y más importante aún que la noticia es el rápido movimiento de los grupos de presión, déjenme decir “lobbies”.

Los amantes de la libertad que pueden pagársela reclaman el derecho de ser una de esas familias que ha inventado Belarra. Los que quieren libertad, pero no pueden pagarla piden el “altruismo”, sabiendo que luego habrá bonos, según el gobierno. Los del Gobierno, mientras sus portavoces tratan de hacer ingeniería fina con la bioética, lo afinan del todo: violencia machista. Todos ellos y ellas en las tertulias e informativos públicos, que maravilla.

Manuales sobre el tratamiento de la noticia en medios públicos se exigen.

Estarán, también, los de las preguntas ingenuas: ¿esto es política de familia? O los de ¿nadie se subroga en una mujer negra? También, los portavoces religiosos y demás.

Y quienes escriben en un periódico y les ha caído el marrón del asunto, salvo los de la cosa rosa que lo tienen facilito, se dirán: debo recurrir a un experto.

No hay expertos ni expertas, ellos y ellas, cual periodistas, son pura élite destruible. Para vuestra desgracia, colegas, solo hay una experta: Obregón y, como fuente secundaria, el vientre que compró.

Pasó de nuevo: qué gaceta puede con Obregón.

 

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