La amnesia final… por ahora

Todo el mundo da por pactada la amnistía a los implicados en el procés y no sabemos si a alguien más que pasaba por allí. La ausencia del estado de derecho es lo que justifica las leyes de punto final. Ésa fue la amnistía que nos libró de los presos políticos en octubre de 1977, que eliminó delitos de carácter político (no de ninguna otra naturaleza), exactamente hasta la celebración de las primeras elecciones democráticas (15 de junio).

Había una promesa implícita en aquella decisión: “nunca más”. Promesa que nadie incumplió, con la excepción de ETA, perdonen que lo recuerde, aunque en estos días sea impopular.

Desde entonces, no ha habido ni ausencia de estado de derecho ni presos políticos. Ha habido vulneración de la Constitución, algo de 3% y malversación y políticos presos, que no es la misma cosa.

Todo el mundo da por pactada una amnistía, sí, pero nadie confirma el “nunca más”. Al contrario, se pide amnistía para repetir el mismo caso.

Se han ido juntando notables juristas para afirmar, en contra del criterio general, que puede la amnistía general ser concedida, interpretando nuestra legislación. La otra parte de los notables juristas afirman lo contrario, cosa que nos remitirá al Constitucional que es tanto fuente de toda luz como de abundante politiquerío reciente.

No se atreverá el cronista a opinar en contra de tan ilustres opinantes que suman a los reunidos por los partidos y al ejército de Bolaños, sin que se tenga noticia de opinión de abogados del estado ni los habituales en estas circunstancias. Pero qué importa. Todo parece pactado, lo que no está pactado es el “nunca más”, cosa que no hay jurista que pueda legitimar.

Lo que, en consecuencia, será simplemente, un elemento más de división social sin que se sepa si esto servirá para pacificar Catalunya en mayor medida de lo que hoy está. Y, tampoco, si aprovechando el curso del Pisuerga, los de los ERE y otros porcentuales no se aprovechan de la circunstancia.

Por cierto, no quiero señalar nada, pero si los políticos a cargo de los fondos públicos dejan de ser culpables en el caso del desmadre andaluz, desaparece el afamado principio de responsabilidad política, tan profusamente utilizado, que habrá pasado a mejor vida constitucional. Nada como el progresismo para simplificar las cosas complicadas.

Cada cual se lo podrá tomar como quiera: del cabreo al escepticismo, de la irritación al combate inútil, que animará sin duda una legislatura que nacerá manchada, sí, pero todo sea en favor del progresismo realmente existente. Total, el “silbido nacional” ya está organizado y con antigüedad. Por cierto, habrán notado que ya nadie habla de nuestro asimétrico federaliamo.

Como mantra de convivencia, la capa convertida en sayo será, sin duda, una presión legislativa tan insoportable para los que acuerden como para los que se oponen.

Como ya he dicho aquí alguna vez, el cronista torcerá el gesto, suele molestarle que los que tienen más morrillo se beneficien del clientelismo nacido de la debilidad del Estado, pero, si de verdad fuera un “se acaba el rollo”, pues el cronista, como muchos otros, se la tragaría.

Pero no va por ahí. Alguna vez les he recordado el verso de mi amigo poeta Antonio Daganzo: “El gran error de los que olvidan es creer que los olvidados harán lo mismo”.

Nos viene la amnesia general, donde olvidaremos malversaciones, anticonstitucionales movidas y todo lo que haga falta. Pero los beneficiarios de la amnesia, no les quepa duda, no lo olvidarán y jugaran al escondite con el repito, no repito, cada día. Y no será porque no lo avisan.

Lo de la normalización política en Catalunya no se lo cree ni el que asó la manteca. Aragonés se peleará con el nuevamente habilitado Junqueras por presidir la cosa. “Fuigdemont”, conocido capitán araña del independentismo, se peleará con los dos.

Los hiperventilados de los CDR y los de los tsunamis quemadores de contenedores recuperarán el ánimo decaído, pues habrán vencido. Las asociaciones desvencijadas por el pago de indemnizaciones varias volverán a recaudar.

No les quepa duda del efecto llamada. En lo político o lo económico, si tuvimos un aquelarre catalán, por qué no esperar otros, ustedes me entienden,

Todo en orden: la amnesia final ha llegado… por ahora, lástima que para los amnistiados sea, simplemente, un nuevo comienzo. Lo que es, es.

 

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