La ‘otra historia’ del nacionalismo catalán: los iconos de la Historia que ya ‘no son españoles’

Francisco Franco no era de El Ferrol[del Caudillo] sino que nació en Barcelona, en el céntrico Paseo de Gracia. Lo demuestra el hecho de que su autoritarismo -es decir, fascismo personalista- es el mismo que permanece en la genética del nacionalismo catalán que hoy conforma las filas del fasci_nacionalismo. Es lo que algunos eruditos denominan «el franquismo sociológico», que se manifiesta, entre otras, cambiando la historia de tal manera que el resultado ya no lo conoce ni la madre que la parió.

Por ejemplo, el Ayuntamiento de Montblanc acaba de financiar un congreso que reclama el origen catalán de numerosos iconos de la Historia de España. Con un par. Países como Italia y Portugal que se disputan el origen de Cristóbal Colón no tienen nada que hacer: como todo el mundo sabe Colom [en su original concepción] era catalán. Y no se llamaba Cristóbal, sino Joan (sic) Colom (sic) i Bertran (sic). Con otro par. Asunto resuelto y un ministerio menos que deberá revelar la humanidad, aunque tanta revelación le rebela a uno.

Pero esto no es más que otra vuelta de tuerca del revisionismo histórico que proponen estos días los Franconet del 27-S: defienden la ascendencia catalana de autores icónicos de la literatura española como Miguel de Cervantes, Teresa de Ávila o el anónimo creador del Lazarillo de Tormes, que no era anónimo, sino catalán y se llamaba Joan Timoneda. Y ya puestos a fumar, también relacionan al genial Leonardo Da Vinci con la Corona de Aragón y el Monasterio de Montserrat.

Muchos creían que se trataba sólo de los desvaríos del conocido humorista Víctor Cucurull Miralles, que ha sido parte activísima del Secretariado Nacional de la ANC, la organización que asesora a otro humorista, Artur Mas, en su viaje a ninguna parte, pero no: hay muchos más humoristas que más que risas producen vergüenza ajena.

Porque hace unos días, en Tarragona, conferencias, mesas redondas, proyecciones y presentaciones de libros como El Quijote borró a El Quixot, de Lluís María Mandado, han abundado en la idea de que las más altas cotas de la literatura castellana son en realidad traducciones del catalán. Con otro par, y ya van tres. Miguel de Cervantes sería, en realidad, Joan Miquel Servent [sic], de linaje valenciano-catalán, con casa en Barcelona y familia en Jijona. Y Álex Sendra, a partir de los errores de traducción de Tirante El Blanco (1511), llegó a la conclusión de que el Siglo de Oro, El Quijote, El Lazarillo de Tormes, La Celestina, obras de Lope, Santa Teresa… «fue escrito en catalán».

«Puede sonar extravagante, pero no nos inventamos nada, como nos acusan nuestros detractores… Al contrario, aportamos centenares de pruebas y estamos convencidos de que, a la larga, nuestra interpretación será aceptada; el sarcasmo y el desprecio ya forman parte de nuestro bagaje intelectual, pero en el fondo no es más que una postura cobarde y poco científica de una parte -afortunadamente pequeña- de la intelectualidad», explicó Bilbeny con semblante serio a un redactor del diario El Mundo. Con otro par.

Cohones le echan, sí señor; pero menos, muchísimo menos que el humorista más preferido por casi todos los ciudadanos del mundo mundial: Cucurull. Pueden verlo aquí abajo. Que lo disfruten.

 

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