La pantomima del PP

Estos días hemos asistido a la enésima pantomima de la banda asesina ETA con la que intenta prodigarse ante el mundo entero y materializar así el inicio de la puesta a cero del contador. Sin embargo, deja en el aire, u ocultos, más de 358 crímenes que aún están por resolver y sobre los que no piensa colaborar con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad o con la Justicia para su esclarecimiento. Tampoco se plantean la posibilidad de pedir perdón a toda la sociedad, especialmente a guardias civiles, policías nacionales, ertzainas y militares, precisamente los colectivos que más han sufrido sus acciones asesinas; y he ahí uno de los aspectos más sórdidos de este despropósito.

Para esta truculenta puesta en escena buscaron un aval internacional, el GIC (Grupo Internacional de Contacto) que coordina el abogado surafricano Brian Currin y en la que participan, entre otros, el exsecretario general de Interpol, Raymond Kendall, y el profesor israelí y asesor en los acuerdos de Camp David, Alberto Specktorowski. El mismo elenco que participó en Aiete en octubre de 2011.

Un grupo que, a pesar del rimbombante nombre que se ha puesto, no es más que un club de dinosaurios que irá allá donde le paguen, como las antiguas plañideras acudían a los funerales a llorar, aunque no conociesen ni al finado ni a la familia. El comunicado lo dio el ectoplasma de Josu Ternera, el fugado y perseguido autor del atentado contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza en el que fallecieron once personas, seis de las cuales eran niños. Ahí es nada.

Por supuesto, a la pantomima de los asesinos se adhirió Otegi (compañero de escaño de Ternera cuando -para más escarnio- el Parlamento vasco lo nombró presidente de la comisión de Derechos Humanos), una forma como otra cualquiera de insultar a la humanidad y especialmente a los españoles -los catalanes ahora han puesto a un nazi al frente de su máxima institución-.

También asistió Zapatero, ese hazmerreír de la política española que nunca supo por dónde le soplaba el aire, y algún que otro socialista más, pues nadie quiere perder la ocasión de sumarse el tanto.

Pero quien de verdad está detrás de todo esto son el PNV y el PP, el máximo traidor de la sociedad española y de las víctimas. Este partido siempre ha estado, de boca para afuera, con ellas. Pero llegado el momento actual en el que tiene que sacar adelante los presupuestos o dejar el gobierno ha decidido, como con el agua para todos en levante, traicionar a sus votantes y asegurarse un año más en la poltrona. A cambio, permitirá la falsificación de la historia y el acercamiento de los presos a sus hogares; no en vano, Instituciones Penitenciarias, órgano dependiente del Ministerio del Interior, ya ha empezado a preocuparse por su situación sin importarle si han pedido perdón o se han arrepentido de sus fechorías.

Es evidente que, tras bajarse los pantalones con los vascos, los catalanes perseguidos por la justicia también quieran su parte en la farsa y lo obliguen a tragar con un fascista en la presidencia de la Generalitat que le permitirá levantar el 155 tal y como exige el PNV. Paralelamente, al resto de España y a las víctimas que les vayan dando.

Y voy más allá, con el separatismo catalán habrá otro tanto de lo mismo el próximo año. Y los que nos hemos partido el alma defendiendo la democracia, las instituciones, la unidad de la nación-estado más antigua de Europa, España, y la solidaridad entre españoles, nos quedaremos con el culo al aire como también nos quedamos sin plan hidrológico nacional, sin el archivo de Salamanca y sin abuela.

Las víctimas no serán reconocidas, las apartarán de la fotografía como ya apartaron a sus muertos durante la transición, enterrándolos a espaldas de los medios de comunicación para que no crearan alarma social; la extrema izquierda se hartará de llamarnos fascistas al tiempo que compra chalés de 600.000,00 €; los rebeldes se mofarán de nosotros y el PSOE seguirá mirando para otro lado porque de esta debacle española él repescará algunos votos que le permitirán subsistir pegado a la poltrona.

Todo esto ratifica que algunas decisiones no pueden ser solo políticas, no pueden dejarse en manos de miserables del voto, necesitan la acción del Poder Judicial y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Solo así podrán devolvernos el decoro mancillado y un final del terrorismo basado en la dignidad de los acosados y asesinados, enalteciendo la verdad, la memoria, la justicia y la reparación.

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