Como se sabe, en la España reciente, las campañas electorales solo empiezan cuando Félix Tezanos, también llamado “el Certero” produce la conveniente encuesta para animar a los suyos, movilizándoles con graves amenazas, pérdidas de votos o cosas similares.
Ha bastado que apuntara que los socialistas estarían perdiendo votos, por izquierda y derecha, para que Pedro se lanzara a votar el “Solo sí es sí” con la “derecha antifeminista” y a aprobar una política de vivienda que no cuadra, pero qué importa.
Eso sí, para no hacerse la foto con la “derecha antifeminista” ni certificar la ruptura de la coalición de Gobierno se ha ido a “la esquinita”, o sea Doñana, en palabras de la ministra del ramo. Quiero decir a la estación biológica, no fuera que se cruzara con algún regante, desde donde ha lanzado proclama contra el presidente andaluz.
En fin, estimados y estimadas colegas, la campaña ha sido inaugurada por relevante texto de “el Certero” que anuncia nueva victoria socialista. No esperen ustedes, eso no ocurre nunca, debates de enjundia sobre cosas como la economía, el colapso administrativo o las razones por la que los vulnerables no consiguen lograr los documentos que les haga menos vulnerables.
Lo que importa, ustedes lo saben, es la batalla por el relato, que se dirime en barricadas y no en análisis, tertulias o números contrastados. Habría que rogar que el firme alineamiento de las mesnadas partidarias no fuera acompañado por un equivalente alineamiento periodístico.
Pero no cabe mucha esperanza. El contagio populista ha sido abundante y no parece encontrar vacuna.
Eso sí, una nueva barricada parece asomar en las esquinas electorales. La izquierda Chanel y la izquierda caníbal parecen competir por un espacio que ambos compartieron, para alegría del PSOE.
División poco comprensible, animada por el patrón de todos los patrones partidarios, que amenaza al propio Pedro que no esperaba tener que preocuparse de dirigir su campaña y la de la vicepresidenta, no sea que se pase de frenada y arañe votos donde no debe.
La política española se ha convertido en campo de batalla donde no quedan heridos, donde los antes simples adversarios han pasado a ser enemigos, donde los programas han dejado paso a las proclamas y los problemas a las banderas.
Ya están los cronistas y quienes llenan las caravanas electorales afilando sus plumas, o mejor sus inteligentes aparatos que hoy se usan, sabiendo que probablemente el redactor jefe, que es más sabio, ya ha escrito el titular. Mítines, carteles, salidas de tono, insultos impronunciables os esperan estimados y estimadas colegas.
Recibid el aplauso y la comprensión de quienes, siempre alerta, esperamos vuestra necesaria información. No es por desanimaros: es probable que, mientras vosotros y vosotras cumplís con la tarea de traducir el sinsentido, miles de tuits contaminen la campaña.
Mientras el plasma sustituye a las ruedas de prensa, las redes anunciarán las buenas nuevas que los líderes desean cantar y contar, las “fake news” desmentirán lo que habéis visto y, cuando agotados de un día de relatos, lleguéis a la redacción es probable que os encontréis la página escrita o la pieza compuesta, a golpe de tuits.
Siendo cuando esto firmo 23 de abril, Día del Libro, Finca de Don Quijote, casi me atrevo a aconsejaros esa tentación afirmada por Don Alonso Quijano: “No huye el que se retira”.