España no quiere investigar nada que tenga relación con el franquismo. La derecha y los tribunales quieren cerrar una de las más negras etapas de la historia española simplemente pasando página. Pero la denuncia de los casos de crímenes sangrientos, torturas y hasta de bebés robados en los hospitales se suceden. Éste es el caso de Pilar Navarro Rico, que busca en la justicia argentina -la española se desentiende- a una hija que le dijeron que había muerto en 1973, pero que parece que pudo ser otro bebé robado.
Han pasado 44 años desde que le dijeron que a su hija recién nacida la habían tenido que llevar en incubadora a la Cruz Roja porque en el hospital en el que dio a luz no tenían medios suficientes; 44 años desde que le dijeron que finalmente su hija -a la que sólo pudo ver unos instantes- murió; 44 años desde que desapareciera aquel pequeño cuerpo sin dejar rastro. Pero, según extraconfidencial.com, Pilar Navarro Rico no olvida y no se arredra ante los ‘noes’ de la ciega -porque no quiere ver- justicia española: se ha ido a Argentina a presentar una querella en la causa “Genocidio” que la juez María Servini de Cubría sigue contra el franquismo.
La querella se presentó hace escasos días, el 30 de junio, ante el cónsul de la República Argentina en Madrid, a efectos de denunciar, en el marco de la causa Nº 4.591/10, caratulada “N.N. S/ GENOCIDIO”, que se tramita ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 1 de la República Argentina, los hechos que tuvieron lugar en 1973en Madrid, en el Hospital Nuestra Señora del Rosario.
“El 30 de mayo del año 1973, ingresé para dar a luz en el Hospital Nuestra Señora del Rosario, regido por la Orden de las Hermanas de la Caridad. Teníamos una sociedad médica”. Así se inicia el relato con el que Pilar Navarro Rico rememora cómo cree que en el propio hospital le quitaron a su hija recién nacida. El relato resulta estremecedor.
El sobrecogedor relato de una madre
He aquí a continuación el relato de los hechos con las propias palabras de la protagonista:
El parto venía prematuro (8 meses). Nada más tener la niña que tuve en brazos en la sala de partos, me prepararon y subieron a la habitación. Esperamos allí a que subieran a la niña recién nacida. Subió una monja (Sor Purificación Fernández González), diciéndonos que la niña estaba en una incubadora, pues había nacido con la membrana hialina en los pulmones y tenía dificultad respiratoria.
El padre de la niña, Francisco D´lom, estuvo pendiente de que le informaran, pero a las pocas horas le dijeron que tenían que llevársela en incubadora al hospital de Cruz Roja, donde había más medios para tratarla.
Lógicamente nos quedamos preocupados y su padre fue a verla en la sala de incubadoras a través de un cristal, eso es lo que me dijo el padre (Francisco D´lom falleció en 1987). Volvió a pasar por la habitación Sor Pura, diciéndonos que “como en el hospital no tenían medios para atenderla, se la habían llevado en incubadora portátil a la Cruz Roja”.
Antes de las 24 horas, a media tarde, llegó nuevamente Sor Pura y nos dijo “la niña ha fallecido, pero no se preocupen que ya la he bautizado y estará en el cielo y está todo arreglado”.
El dolor fue enorme, la confianza en una monja y en el equipo del hospital era grande y salvo una protesta por haberla bautizado sin nuestro permiso, no hicimos más y nos fuimos al día siguiente a casa pensando que la niña había muerto.
No nos dieron ningún documento que acreditara la muerte de la niña, ni tampoco su cuerpo. Confiamos que no había nada malo y que realmente la niña había muerto.
En esa época, el nacido y muerto antes de las 24 horas era considerado aborto y no era inscrito en el Libro de Familia, por lo que no consta su nacimiento en ningún documento. Tan solo constaría en el Archivo de Legajos de Abortos, del Registro Civil, que el hospital tendría que haber informado.
Así pasaron unos meses, hasta que volví a tener otro embarazo y nació la hija viva, el 14 de mayo del año siguiente 1974.
Intuí que me robaron aquella niña cuando leyendo artículos y libros sobre el robo de bebés en España, vi repetido lo que me habían dicho a mí, y la inexistencia de documento alguno que pudiera probar el nacimiento de aquella hija.
Desde 2012 llevo intentando obtener documentos que ni el hospital me da, ni aparece rastro de esa niña. Tan solo tengo una certificación del Registro Civil Único, Legajos de Abortos, que dice que en todo el año 1973 no figura ningún antecedente sobre algún aborto mío.
En el Cementerio de La Almudena, nos dijeron verbalmente que normalmente, en esos casos, a los cinco años reducen restos de los bebés para poder ponerlos en una fosa común. En ese momento mandan una carta a la familia por si acaso quieren que el bebé esté en una fosa individual en vez de la común. A mí nunca me llegó esa carta y puedo demostrar que no cambié de residencia durante todos estos años.
Pruebas de ADN para buscar a su hija
Hasta ahí el relato textual de Pilar Navarro, quien ha llegado a hacerse análisis de ADN obteniendo su perfil genético, siendo negativos los resultados de búsqueda en la base de la Clínica Genomica, que lo efectuó.
Finalmente, ante la cerrazón de los tribunales españoles, ha recurrido a la justicia argentina tras conocer la existencia de una causa abierta y haber sido informada de que en España muchos casos documentados por familias afectadas han sido archivados por los tribunales.
“Así es mi caso, otro similar a los miles de mujeres y familias a los que les robaron sus hijos o hijas”, dice, sin resignación, Pilar Navarro, que no piensa dejar de buscar a su hija.