Antes cinco escaños para defender las esencias que ponerse en manos de Sánchez y la “elegida”. Iglesias ha roto, entre los suyos, su silencio para informar de su tutela de la cosa y para animar a sus huestes en el gobierno (Montero y Belarra, no queda más) a que fuercen la ruptura de la Coalición.
Ustedes pensarán: si es así, que dimitan. Pero no es el caso: se trata de convertirse en mártires de la causa social, apedreados por la “izquierda caviar” y “la izquierda chanel”.
A la gente de izquierda puede parecernos una locura que la suma acabe restando, pero es lo que tiene tener, también, una “izquierda caníbal”, que abandonó tiempo hace cualquier propósito de cambio institucional, si es que alguna vez lo tuvo.
Sánchez ha afirmado que resistirá. Por supuesto, es lo suyo, además con los de Iglesias ya no hace falta hablar: con pastorear a Yolanda, para que no se pase de esfuerzos electorales, y el silencio de Garzón, ya le vale al presidente.
Sospecho que el ruido interesa más que la ruptura. No veo a las señoras y sus múltiples asesores y asesoras saliendo corriendo del Gobierno. Sí las veo enredando: con ERC y Bildu, construyendo una nueva alianza de izquierda, confederal o lo que haga falta, que me lo veo venir.
No es casualidad que Aragonés anuncie un referéndum negociado con el estado para poner en aprietos a Sánchez, que los de Podemos no quieran moverse en lo del “Sí es Sí” (centenar de escandalosas excarcelaciones y casi un millar de rebajas: las togas fachas se están poniendo las botas). Tampoco que el señuelo de la ley de vivienda vaya y vuelva, aunque, francamente, dudo que Sánchez esté para regalos de última hora.
Tres izquierdas, dos de ellas compitiendo en el mismo espacio, un acierto. El acierto unitario que supuso, en su momento, Izquierda Unida, el esfuerzo de convergencia, costoso, lento y trabado de lo que había a la izquierda del PSOE saltó por los aires hace tiempo.
Además, no es la estrategia del áureo prócer de Podemos. En formaciones así hay que discutir, debatir, votar en comités, incluso trabajar, y cosas de Ésas de “payasos tristes”. Nada como un liderazgo de categoría, como la tutela de la muchachada. Una vez hubo Círculos, aseguran. La geometría no es para politólogos de altura.
Dos izquierdas a la izquierda del PSOE necesitan el hundimiento de VOX, ley D´Hondt en la mano, para obtener resultados consistentes. Repartirse un diez por ciento de electorado, pongamos doce en los días de fiesta de Yolanda, no resuelve el problema. Ni de estas dos izquierdas ni de Sánchez.
Sumar puede restar, a derecha e izquierda, Ése es el propósito de Yolanda Díaz. Que por cierto no romperá gobierno ni hará demasiado ruido. Los sables con Podemos se guardan hasta el 28 de mayo, cuando sepamos si los resultados de los asociados y asociadas dan para chanel número cinco o una categoría menor.
Tampoco esto preocupa mucho al líder de Podemos, que cualquier día de estos, por ayudar, ya saben, Roures no acaba de pagar la tele del todo, se anima a saltar de nuevo a la arena. O no. Pero da igual porque seguirá mandando.
El objetivo de Iglesias es guardar en el cofre la llama de la hoguera y hacer, de vez en cuando, un fuego de campamento, por si Sánchez tuviera un tropezón, cosa no imposible, el PSOE tuviera que buscar un nuevo “paje” (entiendan el modo ironía) y, entonces, soñar de nuevo en aquello del “sorpasso” todavía sería posible, siempre que nos pillara jóvenes, vivos y con escaños.
O sea, que detrás del griterío no descarten lo de una retirada ordenada a los cuarteles de invierno. También puede ocurrir que un día el Señor Iglesias dispare el cañón de su Potenkim, pero nadie baje por las escaleras del Palacio. Éste es el riesgo que corre Podemos con esta estrategia de conflicto.
Un riesgo que no pocos en Podemos no desean correr. En Cataluña ya han pactado con Colau, en diversos municipios han acordado con las malvadas, y por otro lado inexistentes, huestes de Errejón. Quizá allí por diciembre todo se desvanezca, pero les pillará con alguna concejalía.
Pero éste no es el cálculo de Iglesias. EL fundador de Podemos está convencido de que a Sánchez no le importa que gane la derecha porque anda buscándose sitio, que Yolanda es demasiado blanda y que solo su análisis y el del vocero Monereo les conducirá a la gloría.
La batalla de la negociación para sumar se abrirá a final de mayo. Pero cuenten con que Pablo opina que el chiringuito (grupito parlamentario) no se asalta por consenso.